13 de marzo de 2010

Nana de las cebollas

Miguel Hernandez
Su historia es el reflejo del mayor de los milagros del ser humano: el afán por superar las limitaciones de conocimiento.
Criado como cabrero, vivió como cabrero, pero tuvo la valentía de compaginar su batalla diaria para ganarse el pan, con otra lucha también sin cuartel: aprender, leer, estudiar. Gracias a esa enorme fuerza de voluntad, casi pudo terminar estudios de derecho y literatura.
Por ser como fue y luchar como luchó, siendo como era un simple cabrero, a Miguel Hernández se le conoció y conoce como “El poeta del pueblo”.
Desde el inicio de la guerra civil tomó partido por la República, luchando en los frentes de Teruel, Andalucía y Extremadura. En plena guerra, marzo de 1937, aprovechando unos días libres, se dirigió a Orihuela en donde residía Josefina Manresa, para casarse.
En diciembre de 1937 nació su primer hijo, Manuel Ramón, que muere a los pocos meses. En enero de 1939 nació el segundo, Manuel Miguel, para el que escribió esta nana maravillosa de la que hoy escribo.
Una vez terminada la guerra, a mediados del 39, Miguel Hernández es cogido preso y conducido por dos veces a prisión. En la primera ocasión consigue salir libre gracias a la ayuda de un buen amigo suyo, Pablo Neruda.
La segunda vez que lo cogen preso ya no se libra de la que sería su última morada: las celdas de las prisiones de Conde de Toreno (Madrid), Palencia, Ocaña (Toledo) y Alicante, donde muere de bronquitis, tifus y tuberculosis.
Los presos españoles, como Miguel Hernández, sufrían una doble condena, a cual más dolorosa: la falta de libertad y el dolor de ver a las familias en la miseria.
Un día, estando en prisión, Miguel recibió una carta de su esposa Josefina, en donde le contaba el lamentable estamos en el que se encontraban ella y el hijo de ambos, al que sólo podía alimentar con pan y cebollas.
Él, encarcelado, sin juicio ni sentencia, en un estado físico lamentable, le envió a su mujer unas breves letras y a su hijo este poema maravilloso, la nana más hermosa y al mismo tiempo más terrible de la literatura universal:
“Mi querida Josefina:
Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando estas coplillas que he hecho, ya que para mí no hay otro quehacer que escribiros a vosotros o desesperarme.

    Nana de las cebollas

    La cebolla es escarcha
    cerrada y pobre.
    Escarcha de tus días
    y de mis noches.
    Hambre y cebolla,
    hielo negro y escarcha
    grande y redonda.
    .
    En la cuna del hambre
    mi niño estaba.
    Con sangre de cebolla
    se amamantaba.
    Pero tu sangre,
    escarchada de azúcar,
    cebolla y hambre.
    .
    Una mujer morena
    resuelta en luna
    se derrama hilo a hilo
    sobre la cuna.
    Ríete, niño,
    que te traigo la luna
    cuando es preciso.
    .
    Alondra de mi casa,
    ríete mucho.
    Es tu risa en tus ojos
    la luz del mundo.
    Ríete tanto
    que mi alma al oírte
    bata el espacio.
    .
    Tu risa me hace libre,
    me pone alas.
    Soledades me quita,
    cárcel me arranca.
    Boca que vuela,
    corazón que en tus labios
    relampaguea.
    .
    Es tu risa la espada
    más victoriosa,
    vencedor de las flores
    y las alondras
    Rival del sol.
    Porvenir de mis huesos
    y de mi amor.
    .
    La carne aleteante,
    súbito el párpado,
    el vivir como nunca
    coloreado.
    ¡Cuánto jilguero
    se remonta, aletea,
    desde tu cuerpo!
    .
    Desperté de ser niño:
    nunca despiertes.
    Triste llevo la boca:
    ríete siempre.
    Siempre en la cuna,
    defendiendo la risa
    pluma por pluma.
    .
    Ser de vuelo tan alto,
    tan extendido,
    que tu carne es el cielo
    recién nacido.
    ¡Si yo pudiera
    remontarme al origen
    de tu carrera!
    .
    Al octavo mes ríes
    con cinco azahares.
    Con cinco diminutas
    ferocidades.
    Con cinco dientes
    como cinco jazmines
    adolescentes.
    .
    Frontera de los besos
    serán mañana,
    cuando en la dentadura
    sientas un arma.
    Sientas un fuego
    correr dientes abajo
    buscando el centro.
    .
    Vuela niño en la doble
    luna del pecho:
    él, triste de cebolla,
    tú, satisfecho.
    No te derrumbes.
    No sepas lo que pasa ni
    lo que ocurre.

4 comentarios:

Tarzán dijo...

Uh, Compi, gracias.

Soñador dijo...

Muy amable de tu parte Mayte , al traernos esta letras cargadas de esperanza, aún cuando no la hay.Siempre se saca algo más de dentro de nuestras entrañas, ante la impotencia, la belleza y el amor,Grácias, por tanto sentimiento

D'MARIE dijo...

Fue bueno leerte Mayte,es interesante,saber que estas tan informada y nos desburres a quienes no ,nos detenemos,leer,ciertas biografias,de los que nos dejaron unas letras maravillosas!!
Besiss

Mayte® dijo...

No Marieee, no soy tan culta niña.

Conozco de la vida de Miguel Hernandez, pero no con tanta precisión. El texto es de enciclopedia y son datos públicos nena.

Más quisiera yo que tener esa memoria para fechas, si malamente recuerdo mi cumpleaños
Besitos corazón

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...