Abrázame, añorada soledad,
acógeme bajo tu dulce manto
y bébete las gotas de mi llanto.
Ayúdame a desterrar la ansiedad
que, a veces, mi garganta atenaza
y me asfixia, me impide respirar.
Enséñame a los males desviar,
a fabricarme una fuerte coraza,
a convertir en fuerza el desaliento,
a tener un momento de sosiego,
a no darle a mis nervios alimento.
Muéstrame, ansiada soledad,
cómo tener tu dulce compañía
si no puedo estar sola de verdad.