11 de marzo de 2010

* Hilo y cometa *

Apenas acababa de dejar su voz en el auricular, pero esa sensación dulce de almíbar, en su alma, siguió mucho rato.

Él sabía cómo hacer cosquillear su interior, de forma tan delicada, que transformaba de inmediato el entorno, hasta hacerlo desaparecer, sólo eran dos voces contra el mundo.

Dos voces llenas de cariño, absorbiendo cada palabra que se decían, coloreando las ilusiones con un perfume de ilusión bendita, en pos de un encuentro que llegaba, día a día, hasta el definitivo.

Ëste de hoy, el que ella tantas veces quiso visualizar, desde su lado, dotándolo de mil detalles, para que fuera perfecto, con el desasosiego del "qué vería él con sus ojos azules".

Y llegó ese día, para ambos, el de su niño y el de ella misma.

Sería sólo presente, sin más, trataría de ser lo que parecía, presentarse ante él, a su cita, con mil preguntas en sus ojos, con palabras, suponía, atropelladas, al principio.

Sabía de lo definitivo del encuentro, cabiendo las dos posibilidades.
La de un único café y una despedida precipitada, con cualquier excusa o, por el contrario que se diera o se continuara la magia entre ellos, desde aquel bendito día, primero.

Ella no hacía planes, lo decidió, por prudencia y con él.
Confió de inmediato en su palabra. instintivamente y desde el principio, ignorando que, meses después se verían.

Días anteriores a su cita, Marianela, mientras hablaba un lunes con él, se refugió en un recoveco de un escaparate, para buscar la intimidad de su voz.

Al dejar con pena sus susurros, se quedó pensativa, sola, sin él y el lugar tornó, como de costumbre, a su realidad doliente.

Un maniquí, erguido ante ella, tras el cristal le guíño un ojo (eso decía ella-mujeres-), vestido para la ocasión y para la de Prólogo.

No dudó pues, en probarse ese modelo, sencillo, de entretiempo, otra vez con flores delicadas, como las de su jardín.

Lo pagó y desapareció del escenario.

Estaba algo insegura de si a él le gustaría, ignoraba sus gustos, pero puso el corazón en ello y eso bastaba.

Cada día, quedaba uno menos para verle, sentía mil cosas, curiosidad, esperanza y quería verlo, definitivamente.

Para ella, era distinto, leal, bueno, cariñoso, educado y caballero y por eso siguió, hasta el punto que se encontraban.

No sabía muchas cosas de él, no importaba, tenían tanto tiempo! Pero se buscaban el uno al otro, como el hilo y la cometa.

Ella volaba con él, juntos hasta el cielo brillante, donde la solía llevar, sin importar quien era cometa y quien cordel.

Unos días, apenas, restaban entre Prólogo y Marianela para que tanta distancia entre ellos fuera cercanía, sonrisas y preludio de lo sublime.

6 comentarios:

Mayte® dijo...

Que emoción alterada debe producir el preludio de ese encuentro.

Me gustará leer el desenlace, saber de ese encuentro y si la despedida fué triste o un descanso para ambos.

besitos desde el alma

Anónimo dijo...

Niña qué emoción y qué incertidumbre por el desenlace.
Muy hermoso. Gracias
Madeira

D'MARIE dijo...

Me encantan los misterios,Ines.El desenlace estara siempre en tu corazon y en de el,Precioso.
Besis

Soñador dijo...

Muy interesante , lleno de misterio;gracias

Anónimo dijo...

No siempre los desenlaces son los esperados ,no siempre todo termina en: y fueron felices y comieron perdices.
Tal vez esta historia teminó cuando se consumio el ultimo trago de aquel cafè, y Marianela y Prologo ,despidiendose en un intenso pero frio abrazo y un ultimo apreton de manos , se despidieron ,y corolin colorado este cuento se ha acabado.
Tal vez Prologo no encontro en Marianela lo que esperaba y aquel encuentro termira con un lento pero firme adios.
Tal vez su vida no volvio a cruzarse màs ,aunque Marianela es probable . que siga aferrada a ese hilo de la cometa que tal alto en sus sueños la elevo.

donmyguel dijo...

O tal vez... en tan solo una mañana, vivieron años de amor...

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...