20 de octubre de 2010

Aurora

Está con el teléfono en la mano y nadie al otro lado de la línea, su interlocutora hace ya tiempo que colgó dejándola tan helada como lo fueron sus palabras, incapaz de reaccionar, ni tan siquiera de colgar el auricular.

Recorre con ojos ausentes la habitación, su dormitorio, dos vestidos sobre la cama, dos bolsos de fiesta, dos pares de sandalias, el vestidor y la puerta del baño abiertos y el corazón desgarrado.

Reacciona por fin y cuelga el teléfono, al mismo tiempo se encoje como un feto en el sillón donde estaba sentada y su cuerpo empieza a convulsionarse con un llanto inconsolable, son gritos de un dolor acumulado durante el último año que hoy aflora todo junto. Al cabo de un largo rato se empieza a calmar, entra al baño, se limpia los estragos que el llanto ha hecho en su cara maquillada y, con los ojos hinchados, se mira en el espejo y ve pasar, como si de una película se tratara, lo que ha sido su vida en este último año.

Empieza con la llamada de teléfono que ha hecho a su, hasta hoy, amiga Ana y, todavía incrédula, rememora cada una de las palabras que han cruzado, le ha extrañado de entrada la frialdad de Ana en su "hola" inicial y lo lacónico de sus respuestas, pero lo que jamás hubiera podido imaginar era el contenido de la conversación:

- Aurora: Hola Ana ¿qué tal?.

- Ana: Hola.

- Aurora: ¿Qué te vas a poner para la cena de esta noche?.


- Ana: Un vestido negro.

- Aurora: Ah, era por no coincidir contigo en el color, me pondré algo rojo en ese caso.

- Ana: ¿Coincidir?

- Aurora: Claro, en la cena de la Fundación, por cierto que se ha debido traspapelar la invitación y no la he recibido ¿a qué hora es?.

- Ana: ¿Traspapelado?.

- Aurora: Claro, no la tengo.

- Ana: No, no la tienes, por la sencilla razón de que no estás invitada, perdona pero tengo que arreglarme.

Y Ana ha colgado el teléfono y ha dejado a Aurora con la palabra en la boca, incrédula, sin saber qué hacer ni a qué atenerse hasta que fue capaz de colgar el teléfono y estallar en llanto.


Continuará...

9 comentarios:

SalvaX dijo...

Muy bien descrito y muy real, por desgracia en la vida todos hemos tenido amigos/as de ese tipo.

* Inés * dijo...

Real, como la vida misma, coincido con Salvax.
Sentir esa sensación es muy doloroso.
Gracias, siempre.

Anónimo dijo...

Espero no tardes en poner la continuación, lo seguiré con interes.
un abrazo
enmatojado

Carmen dijo...

Promete esta historia, como todas las tuyas.

Un beso

BONBOM dijo...

Como siempre una historia muy buena por lo real.

¿Sabes?, a mi me daban de lado unas amigas, porque como estaba tan gorda, "las desprestigiaba" ir conmigo.

Cuando se strevieron a decirmelo a la cara en vez de darme largas... crei que me moria.

Pero no se muere nadie por eso se sufre, pero se supera y con el tiempo te hace más fuerte, quizás...hasta demasiado fuerte.

MIL besos guapa.

P.D. ¿quien es ese hombreeeeeeeeeeeeee?, jajjaaja besos

Scarlet2807 dijo...

María como dice Carmen, el relato promete...
Ya sabes que adoro leerte.
Besos, scarlet2807

D'MARIE dijo...

Como siempre.,das luz a los escritos..este tambien se ve el destello...besiss

wpaa. dijo...

Maria , opino que tu relato promete.
Antes de comentar , espero impaciente la siguiente entraga.
Un beso
wpaa.

Alejandro dijo...

Yo, para no perder mis malas costumbres, ya he leido el final antes que este.

Un saludo

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...