¡LA SEÑORA!

El nota la mirada de ella fija en la nuca, sí, lo presiente, sabe que lo está mirando, y sigue lavándose la cara con el agua fresca del pozo, después, sin volverse, se despoja lentamente de la camisa,( que sufra).

Sabe que lo desea, se lo dicen sus ojos y sus labios, cuando él la mira fijamente, y ella los humedece de una manera mecánica.

El es un hombre atractivo y lo sabe, ¿Cómo no saberlo?. A sus treinta años lleva de calle a casi la totalidad de las mujeres de la hacienda, y por su cama han pasado varias, incluida alguna que otra casada.

Tiene un físico poderoso, alto y fibroso de tanto trabajar en la hacienda pues, a pesar de ser el capataz, no por ello se libra de trabajos duros.

El pelo negro y con ese rizo que le cae salvaje sobre la frente aún le da más morbo, sus ojos grandes y negros como la noche, sus labios grandes y carnosos y unos hoyuelos que se le forman al sonreír.

Ella es la dueña de la hacienda, es viuda desde hace diez meses, su marido fue un multimillonario americano bastante mayor que ella, con quien su padre fijo su boda cuando ella contaba solo veinte años y ella, que siempre se había criado sin madre, obedeció a su padre, como era “su obligación”.

Sin ser una gran belleza, tiene ese porte de gran dama que da el haber estudiado siempre en colegios caros, buena ropa y clase hacen que los hombres la miren al pasar. A sus treinta y nueve años no ha sido muy feliz en su matrimonio, ni ha tenido amantes.

Ahora no sabe qué es lo que le pasa cada vez que ve a su capataz, pero le entra como un fuego en las entrañas, es algo que nunca ha sentido nunca por ningún hombre y se siente turbada.

Ella lo mira fijamente desde detrás de las cortinas, sin camisa parece un Dios griego, es hermoso y varonil, rezuma hombría por todos los poros y ella hace mucho tiempo que no esta en los brazos de un hombre.

Mientras, Antonio el capataz se va secando lentamente, no se gira, todavía no, que lo mire bien, sabe que lo esta devorando con los ojos, y a él eso le conviene pues, desde que se ha percatado del efecto que causa en “el ama”, está rondándole por la cabeza, que ¿por qué no... si por qué no ser él  “el amo”?.

Físicamente no es su tipo de mujer, pero bueno... eso tampoco importa, hay más mujeres, no seria problema tener amigas, de momento tenia que conseguir que “el ama” estuviese por él, lo demás vendría solo.

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Se gira despacio, como ajeno a la observación de la que se sabe que es objeto, y levanta la mirada de golpe pillándola por sorpresa, se queda paralizada no esperaba esta reacción de él, y al ver sus ojos fijos en los de ella sus mejillas se cubren de rubor, al tiempo que suelta la cortina de golpe, se sujeta el corazón con ambas manos pues galopa tan fuerte que parece que va salírsele del pecho.

Y, mientras, Antonio esboza una maliciosa sonrisa burlona, (bien, esto parece que va por buen camino).

Mientras se retira hacia el pabellón de los trabajadores para mandarles el trabajo del día siguiente, va canturreando una canción, es viernes y quiere ir al pueblo a tomar unas copas con los muchachos y, de paso, dar una vuelta a ver si “cae” algo.

Y también esta dándole vueltas a la cabeza a ver por donde le entra a la señora, o quizás le tendría que llamar por su nombre Carmela, si se tendrá que familiarizar con el nombre (menos mal que no es común), piensa, porque así seguro que no me confundo, porque es cuestión de entrar ya al ataque antes de que llegue algún listo y se me adelante……..

Continuará