Para mi una mujer

Yo quiero una mujer, tan sólo una
Que simplemente sea de carne y hueso.
Nada especial, que tenga consistencia
Y que sepa sentir, tan solo eso.
Que no acepte los “ismos” y camine
Equidistante entre los dos extremos.
Ni esclava ni señora, compañera.
Ni postmoderna ni tampoco retro;
Que acepte caminar hombro con hombro
Y que en vez de mío y tuyo diga nuestro.
Que esgrima su derecho a ser amada
Y cumpla su deber de amar sin miedo;
Que se sienta feliz de ser amiga
Que yo seré su amigo y compañero.
Yo quiero una mujer que me acompañe
A explorar paso a paso sus misterios,
Que también paso a paso se desvele,
-Así, literalmente, quitar velos-
Para llegar hasta un minuto antes
De que luciera su primer modelo
Nuestra madre común, tras la manzana,
-A las hojas de parra me refiero-
Y que una vez cumplida la liturgia
Sagrada, imprescindible del cortejo,
Volcán, fuego, pasión, mar arbolada,
Crispación, ansiedad, sudor, tormento,
Cabalgar en activa, sin medida
Y en pasiva sin bocado y sin freno.
Y se derrame al fin toda ternura
En rescoldo, caricias y jadeo,
En murmullo de mar que mansamente
Se funde con la playa en largo sueño.
No es mucho lo que pido, aunque parezca
Pues no excede en un gramo a lo que ofrezco:
Amistad, comprensión, amor, ternura,
Pasión, vehemencia, osadía y deseo;
Saber estar para entregarlo todo,
Dar sin medir, que en dar nunca hay exceso,
Y yo no pido a cambio muchas cosas:
Solo amor, mucho amor y algunos besos.