26 de septiembre de 2010

Pobre Séneca

"Estoy deseando que vuelva a publicar", le dijo hace ya unos cuantos años un compañero de mi hijo a su profesora de literatura cuando ella le preguntó si le gustaba Becquer, y se quedó tan fresco, la mujer, según cuenta mi hijo, no sabía si reírse o estrangularlo, lo que sí tuvo difícil fue controlar la hilaridad del resto de la clase.

Lo que daba para mucho, en materia de meter la pata en los exámenes eran las traducciones de griego y latín, recordemos aquello famoso de "Cogito, ergo sum" (pienso, luego existo o pienso, por lo tanto existo), que hay gente que tradujo por "Cogí todo eso suyo" pero la traducción de latín más original que lo conozco la hizo Pepita, una compañera mía que, en una ocasión en la que nos tocó traducir la muerte de Séneca, rizó el rizo de lo absurdo y nos hizo pasar la clase más divertida de latín que yo recuerde.

Séneca, recordemos, fue acusado de participar en una conjura contra Nerón y condenado a muerte. Para evitar ser ejecutado de una forma cruel, se suicidó cortándose las venas de brazos y piernas, tomó cicuta y se introdujo en un baño de agua caliente. Pues bien, en la traducción de mi compañera menos eso había de todo, nunca hemos sabido cuál fue su fuente de inspiración para aquello pero el caso es que al pobre Séneca (siempre según Pepita) le ataron a la pata de una cama, le tiraron del pelo, le hicieron cosquillas con una pluma, le escupieron, le insultaron, le tiraron cubos de agua hirviendo y mil perrerías más, aquello no tenía fin, de verdad que el texto original no contenía tantas palabras como para traducir todo eso. Nuestra profesora era graciosísima e irónica y le decía: "qué gente más mala ¿verdad Pepita?" y ella, muy ingenua, le contestaba: "sí, ya lo creo, me daba una pena cuando lo traducía". Los demás no podíamos más, nos dolía el estómago de tanto reírnos pero es que la juventud suele ser cruel.

Ahora, visto retrospectivamente, me arrepiento de haberme reído tanto en su momento porque ella hacía lo que podía y al que hace lo que puede o lo que sabe no se le puede pedir más, su problema es que no daba para más pero estudiaba y se esforzaba bastante más que la mayoría. Su padre, médico de profesión, entendía sobradamente las limitaciones de su hija y, un año en que sólo le suspendieron 4 asignaturas en junio, le compró incluso una moto para premiarla. El pobre hombre también decía: "menos mal que esta hija mía es guapa y lo mismo "pesca" a algún marido que la cuide cuando yo falte" y, sí, lo pescó como decía su padre.

8 comentarios:

Rosa Mª Villalta dijo...

Muchísimas gracias María por tu compañía y por tan hermosa reflexión. Me ha gustado muchíiiismo.
Muchos besos. Rosa.

Mayte® dijo...

Me has hecho reir con ganas jodía

jajajajaja

Pobre Pepita.

Besoss

Alejandro dijo...

La verdad es que sí os tuvo que provocar risa pero buena tu reflexión sobre el esfuerzo.

Un saludo

FIBO dijo...

yo con todas las mujeres que he conocido, ninguna me ha sacado de pobre, así es la vida.
Un beso casto y siempre muy acertados tus escritos.

SalvaX dijo...

Bueno, sería un poco cirtita, pero no era tonta del todo y tenía una gran imaginación.
Seguramente tu compañera Pepita es mucho mejor que unas cuantas de las "menestras" de Zapatero.

María dijo...

Seguro SalvaX, sobre todo es de esas personas que se esfuerzan mucho, eso le da un gran valor a mi juicio.

wpaa. dijo...

Cada persona es un mundo y hay un mundo para cada persona, para mi son motivo de admiracciòn todas las personas que se esfuerzan en ofrecer a los demàs lo que pueden o lo que saben ,ademàs hecho de esa forma tan graciosa como Pepita lo hizo,merece doble ovaciòn .
Pobre Seneca verdaderamente no se que martirio hubiera sido el mejor ajajj.
Me he reido un monton.
Un beso
wpaa.

D'MARIE dijo...

Maria muy bueno tu escrito..asi sea contagiado con el humor que te caracteriza...es bueno,ponerle esa pizca a los escritos.Ademas me gusta mucho como lo trasmites..besiss

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...