3 de febrero de 2010

El tiempo…la lluvia…la vida…(Escrito en diciembre del 2009)

Hoy mientras caminaba por la calle, miraba a la gente como trataba de resguardarse de la lluvia, apurando el paso, sin mirar a los costados, (que por una manera me parece lógico) pero no había tanta agua como para centrar la atención en no mojarse y no disfrutar lo que nos brindaba ese momento de lluvia.
Ya sé que a muchos no les agrada la lluvia, pero dejando de lado el aspecto meteorológico es un estado más que nos da la vida para que la vayamos campeando.
El tiempo, Inexorablemente va pasando (tirano, cruel, justo e injusto) no espera a nadie, cuando miramos al pasado, no estamos rebobinando una cinta, sino recordando un destello de nuestro paso por la tierra. En estos casos no medimos el tiempo como se mide una carretera, ya que damos saltos enormes hacia atrás (recuerdos) ó hacia delante (proyectos).
Creo que debemos ser consientes de cada minuto que vivimos (quizás esto suene a utopía pero creo que no es imposible lograrlo). Debemos aprovechar de cada minuto, en aquello que estamos haciendo (ponerle ganas y amor) o simplemente disfrutar la contemplación de la vida que pasa a nuestro lado (ya sea en la calle, en casa, en nuestro trabajo). El día nos trae 24 horas de infinidad de momentos y si levantamos el pie del acelerador, todo dura mucho más (y se disfruta con mayor intensidad).
Quizás pueda parecernos tedioso lavar los platos, pero ¿por qué no utilizar el tiempo mientras hacemos esa tarea para pensar en cosas agradables, para cantar, relajarnos, alegrarnos del hecho de estar vivos?
Pero también es importante tener en cuenta que si bien el tiempo no se detiene, nosotros debemos hacer una pausa para disfrutarlo con todos nuestros sentidos.
El proceso de mi duelo fue extremadamente doloroso, y pensé que, ocupando mi tiempo al máximo, conseguirí¬a superar los momentos difíciles; pero no ocurrió como había previsto, ya que no me atrevía a mirar el dolor que había en mi alma. En un momento dado, empecé a utilizar las pausas: me sentaba, dejaba que viniese el dolor, que me alcanzase y que pasase. Poco a poco, fui reestructurando mi vida, aplacando mi dolor y de una u otra manera entendiendo lo sucedido.
Saber cuándo reflexionar o actuar: Parar. Pensar. De manera eventual, sufrir un poco, disfrutar (cada uno a su manera) del paso de nuestra vida, sonreír en todo momento pero al final de todo, entender quiénes somos, qué sentimos, qué estamos haciendo aquí, en este momento, en lugar de intentar determinar la Agenda de la Vida. Las cosas vendrán y se irán, algunas se quedan pero es la vida y, quiérase o no, hay una sola.

nuestras charlas nocturnas

2 comentarios:

* Inés * dijo...

Recuerdo que hablamos una vez de los paseos, pero no con tanta profundidad como leo ahora.
Para llenar el alma de alegria... has de aprender a vaciarla del dolor que la embargaba y darle el tiempo que necesita para el cambio.
No es bueno hacerlo en soledad,porque el tiempo se alarga demasiado.
Con un hombro amigo es más fácil, ¿no?.
Quizás necesite leerlo más veces...para entenderte en plenitud.
Es muy profundo y para tomar modelo, de tí, maestro en esas cuitas.

Soñador dijo...

interesante.. la absorcion que haces de las cosas de la vida como algun tipo de alimento que a veces cuesta digerir pero que nos ayuda en alguna medida a enriquecer nuestras emociones y a aprender de cada instante..gracias me gustó, es sincero

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...