16 de febrero de 2010

ECLIPSE

Amaneció antes que de costumbre, pero Él invirtió en vestirse el mismo 
tiempo que de costumbre y, con lentitud calculada, puso sobre sí las 
mismas ropas de costumbre.
Era un día especial...lo esperaba desde hacía tanto tiempo...
Salió de su refugio difuminando en el horizonte la silueta de las 
cumbres e inició su marcha, con paso firme y decidido, como de 
costumbre y, en segundos, adquirió tal protagonismo, que fue la 
envidia y el centro de cuantos le rodeaban.
Su deseo incontrolado por acercarse a Ella no era motivo suficiente 
para provocar el encuentro de inmediato...todo estaba debidamente 
calculado y, necesariamente, sus labios se rozarían en el lugar y 
momento planeado.
Apenas tres horas después de iniciar su partida, la divisó en el 
horizonte...y sus ojos se encendieron hasta dar luz en los rincones 
menos accesibles. Ella...caminaba con tan especial gracia y movimiento 
que, con frecuencia,  muchos ojos se pegaban a su cuerpo, siguiéndola 
en su camino incapaces de apartar su mirada de su centro.
Ella... tímida y frágil, avanzaba con lentitud y aunque era la aliada 
de la noche, en contadas ocasiones, como ahora, hacía acto de 
presencia durante el día, causando aún más expectación entre quienes 
la admiraban.
Corrían, uno hacia la otra, con lentitud exasperante...y se tocaron. 
Primero se acariciaron los dedos, que nacían de ellos como deseos 
soñados. En segundos se besaron, haciendo nacer de sus labios reflejos 
encendidos...hasta que Ella, en el preciso momento, se acurrucó bajo 
Él, dejándose abrazar por completo, con un círculo de fuego de 
envolvente ternura.
Abajo, desapareció la sombra. El trino de los pájaros se pintó de 
silencio y  los lirios cedieron su color al acontecimiento.
Fue una cópula breve. Apenas perceptible. Casi inimaginable. Y Ella, 
abrasada por el crucial momento, se deslizó sobre Él, en una fricción 
de volcán y llanto, separándose lentamente.
Él, con destellos de fuego entre sus párpados, intentó retenerla pero, 
impotente, se vio obligado a seguir los pasos que tenía señalados, 
fiel a su propio destino, devolviendo a la tierra sus sombras, 
provocando de nuevo el trino de los pájaros y vistiendo a los lirios 
con sus mantos morados, como de costumbre.
Y Ella, dejando escapar de sus laderas lágrimas de nácar, reinició su 
marcha, entre suspiros y guiños, en busca de su noche...como de 
costumbre.

5 comentarios:

D'MARIE dijo...

muy bueno!!

Mayte® dijo...

Una historia preciosa.

Gracias por querer formar parte de nuestro entorno.

Un saludo a la distancia

Unknown dijo...

Prólogo, si que sabes poner al lector en situación sin esfuerzos, pero en la necesidad de usar la imaginación. Me gusto. Un saludo

Rosso dijo...

Prólogo, bienvenido a esta familia que somos todos los que aquí, bien por escritos, bien por comentarios, formamos en Aquí, con mis amigos, todos esperamos seguir leyéndote más veces.
Muy bonita la historia que nos has hecho llegar, preciosa.
Un abrazo.

* Inés * dijo...

¿Y qué voy a decirte yo, que soy tu más ferviente admiradora y amiga!.

¿ Ves,Prólogo?. No podían quedarse en una fría carpeta, te lo dije.

Tienes mucha poesía en tu alma, como todos los de este blog, cada uno en su estilo.

Gracias por confiar en nosotros, como editores de tus sueños, gracias por tu amistad inestimable.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...