3 de octubre de 2010

TENEMOS QUE VERNOS COMO SOMOS

Tenemos que vernos como somos, la manera en que se nos ha hecho, lo que la historia ha revelado acerca de nosotros. ¿Qué proceder ha resultado práctico o provechoso?.

Somos carnales, pero también tenemos un lado espiritual. ¿Hemos de ser como los hedonistas, quienes siempre complacen la carne? ¿O como los ascéticos, que castigan la carne para exaltar el espíritu?

Por supuesto, la Biblia no favorece el hedonismo. Y contrario a los ejemplos de algunas religiones, la Biblia tampoco favorece el ascetismo.

La Biblia tampoco favorece el extremismo, sino el equilibrio y la razón. “Llegue a ser conocido de todos los hombres,” dice, “lo razonables que son ustedes.” (Filipenses: 4:5)

Si hartamos la carne, el espíritu padece hambre. Si nos hacemos fanáticos en nuestro enfoque de los asuntos espirituales, la carne sufre. ¿Donde esta el equilibrio entonces?

La carne es importante, pero el espíritu es mucho más importante. Así que es vital estar al tanto de las necesidades del espíritu: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual. Esas fueron las palabras que Jesús dijo en el sermón del monte Mat. 5:3

¿Por donde entonces deberíamos de empezar? Aunque parezca contradictorio con todo lo que he dicho hasta ahora, deberíamos de empezar por amarnos primero a nosotros mismos.

¿Amarse a sí mismo? ¿Seria esa la solución? ¿No suena eso igual que el modo de hablar de la generación del Yo?.
No, pues no nos referimos al amor ególatra del mitológico Narciso, que excluía la posibilidad de verdaderamente amar a otros. De hecho, es necesario amarse a sí mismo antes de poder amar a otros.

Debemos amarnos a nosotros mismos en el sentido de cuidar de nosotros, respetarnos, estar conscientes de lo que valemos. A fin de poder hacer esto tenemos que estar a la altura de lo que sabemos que es justo, a la altura de lo que nuestra conciencia sensitiva y debidamente entrenada espera de nosotros.

Si fallamos nos apenamos con nosotros mismos y nos sentimos culpables y responsables. Debido a que no nos complace esta situación, tratamos de echar esta culpa a otros, y esto deteriora nuestra relación con otros.

Tenemos un ejemplo de esto en el caso de Adán y Eva. Ellos sabían lo que debían hacer. Cuando hicieron lo opuesto se escondieron de Dios porque se sintieron culpables. Cuando él los confrontó, los dos trataron de echar la culpa a otro... Adán a su esposa, y a Dios por darle esta mujer; Eva le echó la culpa a la serpiente. Adán ya no podía sentir amor ni respeto genuinos por sí mismo, y esto estropeó su relación tanto con su esposa como con Dios. Eva también trató de echar la culpa a otro a fin de poder exonerarse y de ese modo respetarse a sí misma. Pero, en el caso de las personas cuya conciencia no está totalmente insensible, la culpa no se liquida de este modo. Podemos tratar de hacerlo, pero no nos engañamos a nosotros mismos, y nuestro propio disgusto interior impide que amemos a otros. Por lo tanto uno tiene que amarse a sí mismo.

Necesitamos el reconocimiento de otros y ser aceptado por ellos. El mejor modo de recibir es dar. Hay felicidad en recibir, pero hay más felicidad en dar. Al dar nuestro amor lo ejercitamos y esto lo hace crecer, aumentando nuestra capacidad para amar a otros; y a cambio segamos el amor de ellos.

Por ejemplo, los niños necesitan aprender la importancia de amar a otros. Es importante que jueguen con otros de su misma edad, pues esto les enseña que no siempre pueden salirse con la suya, que no siempre pueden hacer lo que les plazca, que no siempre pueden ser el primero. Los niños se aficionan a exigir que las cosas se hagan a su modo, pero pronto aprenden que el precio que hay que pagar por el compañerismo es que a otros también les debe tocar ser el primero. Los yo-primero terminan solitarios.

Somos pequeñas motas de polvo en comparación con el tamaño de la Tierra, que a su vez es pequeña en comparación con nuestro Sol, el cual es una estrella pequeña entre los miles de millones de estrellas de nuestra Vía Láctea. La galaxia Vía Láctea es solo una de las miles de millones de galaxias que se encuentran en el universo. En comparación con la extensión del universo somos microscópicos y totalmente insignificantes.

Los gurus modernos del Yo-ísmo ávidamente van en pos de la quimera del Yo con raudales de libros sobre yo-primero, y tratan de realizar sus ilusiones. Pero miles de años de historia humana han revelado que de las filosofías humanas no ha resultado ningún beneficio duradero. La sabiduría queda probada justa por sus obras, y la sabiduría humana no ha dado tal prueba. Es posible que muchas personas quizás se burlen y digan que la sabiduría bíblica no es práctica, pero subsiste el hecho de que el mundo nunca la ha puesto a prueba... nunca ha probado el amor a Dios; el amor al prójimo; ni siquiera el debido amor a uno mismo. Y ciertamente no han puesto a prueba la Regla Áurea que Jesús proclamó: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.”—Mat. 7:12.

Tenemos que estar conscientes de nosotros mismos, y de otros, y muy ciertamente estar conscientes de Dios. Jesús puso estas necesidades en la debida perspectiva cuando le preguntaron: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?” Su respuesta fue: “‘Tienes que amar Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.’ Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a él, es éste: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos pende toda la Ley, y los Profetas.”Mat. 22:36-40 ¡Si! No nos queda más remedio, que vernos como somos

10 comentarios:

María dijo...

Es muy profundo, como todo lo tuyo, tienes ese don especial para hacernos pensar mucho con todo lo que escribes.

Y hoy tienes mucha razón con este escrito porque si no somos capaces de querernos a nosotros mismos difícilmente podremos amar a nadie.

Muchas veces hay que dejar al lado la falsa modestia de que hacemos gala y tomar conciencia de nuestra valía y, amparándonas en ella, repartir todo el amor y la justicia que seamos capaces de dar.

También coincido en que el espíritu es más importante que la carne.

Besos

wpaa dijo...

Solo existe el amor. Las cosas nobles apenas sirven para dignificarlo.
Algunos hombres jamàs lo encuentran .Para otros es apena una estrella fugaz.
Bienaventurado el que puede sentir en su carne y en su espiritu el fuego de la chispa del amor.
Un beso
wpaa.

Scarlet2807 dijo...

Mi querido guardaespaldas, es verdad, tú siempre nos haces pensar, pero éste escrito me ha encantado.
Será porque hablas de de una verdad más grande que una catedral, quien no aprende a amarse es incapáz de amra a los demás.
Con respecto a el amor al prójimo,yo siempre digo "para mí pecado significa herir a alguien a propósito" y yo trato de no hacerlo, tal véz he herido a mucha gente en mi caminar por la vida, pero puedo asegurarte que en la gran mayoría de veces ha sido sin darme cuenta, y cuando lo he notado, no tengo pudor en pedir perdón.
Me encanta leerte, porque nos haces refleccionar...
Dos besos, Scarlet2807

* Inés * dijo...

Encontrar el equilibrio entre la carne y el cuerpo, conocerse interiormente, aceptarse, mejorar siempre y dar desde dentro de uno hacia afuera,con generosidad.
Y si ven cómo somos y se acerca o coincide como nos vemos nosotros, vamos por senda certera.
Muy interesante y sorpresivo tu texto, desde donde yo te entiendo.
Gracias, siempre.

BONBOM dijo...

Manases, como siempre un trabajo impecable muy logrado y como siempre haciendonos reflexionar.

Naturalmente creo que si una persona no se quiere a si misma no puede querer a nadie, del mismo modo que si no sabe respetarse tampoco sabrá respetar.

Sobré amar al progimo, quizás sea mas acertado siempre desde mi punto de vista, el respetarlo, aceptarlo, y tolerarlo, saber pedir perdon si se le a ofendido.

Una vez más decirte que has echo un trabajo muy bueno.

Besets

Rosa Mª Villalta dijo...

Manases, yo sólo quiero felicitarte por tan hermosa reflexión. Es maravillosa, la forma en que la expones, y la claridad con la que hablas.
Muchísimas gracias.
Rosa.

SalvaX dijo...

Excelente reflexión.
Hay un resumen:
"Trata a los demás como quisieras que te tratásen a tí"
Y vale para creyentes y no creyentes y para todas las confesiones.

Mayte® dijo...

Estoy de acuerdo con casi todo lo que han comentado los compañeros.

Solo me queda algo que decirte.

Cada día me gusta más leerte y solo siento que tus escritos sean tan espaciados, cada vez que abro miro por si has puesto algo.

Gracias por compartir.

Un beso

Alejandro dijo...

Te digo casi lo mismo que May, me asombras y es un placer leerte.

Un abrazo amigo

Carmen dijo...

Sabias palabras siempre las tuyas, pareces inspirado por Dios en muchos de tus escritos.

Reitero que es un gran placer leerte.

Un beso

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...