12 de enero de 2011

¿Qué pensamos de las apariencias?

¿Qué pensamos de las apariencias?.

¿Os ha pasado alguna vez que hemos juzgado a la gente sólo por sus apariencias?. Es decir ¿nos hemos fijado en su aspecto físico y cómo va vestido?. Y qué mal nos hemos sentido cuando, después de un examen más minucioso, hemos descubierto cuan equivocados estábamos.

Quiero traer como ejemplo un cuento celebre de la tradición Otomana, el personaje del cuanto se llama Nasreddin, y representa muy bien lo que es la ironía de la vida.

Este cuento relata el viaje que hizo para visitar a un funcionario otomano y cenar con él. Nasreddin montaba en un asno, después de un largo viaje y de caminos polvorientos, llegó a la casa del funcionario, al pararse delante de la casa vio una imponente puerta que delataba la majestuosidad del anfitrión.

Cuando le abrieron, vio que ya había comenzado el festín; pero antes de que pudiera presentarse, el anfitrión reparó en sus ropas, sucias del viaje, y le indicó cortésmente que no recibía a pordioseros.

Nasreddin se fue contrariado así que, abrió las alforjas y se puso sus mejores galas: una espléndida túnica de seda rematada con piel, y un gran turbante de seda. Ataviado así, volvió a llamar a la puerta.

El anfitrión ahora si lo recibió, esta vez con cordialidad. Los sirvientes se esmeraron en servirle los ricos manjares.

Nasreddin ahora volcó un cuenco de sopa en un bolsillo de la túnica.

Boquiabiertos, los comensales le vieron meter trozos de asado en los pliegues del turbante. Luego, ante el horrorizado anfitrión, introdujo la piel de su ropa en un plato y murmuró: Come, piel, come!.

¿Qué es lo que hacéis?’, preguntó el anfitrión.


Estimado señor, replicó Nasreddin ,vuelco el cuenco de sopa en un bolsillo de la túnica. Estoy dando de comer a mis vestiduras. "A juzgar por el trato que me dispensasteis hace media hora, le habéis brindado vuestra hospitalidad a ellas, y no a mí.”

Muy a menudo juzgamos positiva o negativamente tan sólo por las apariencias.

¿Cómo reaccionamos si nos viene un mendigo a casa?. O quizás ¿cómo reaccionamos si nos visita una persona con ideas religiosas distintas a las nuestras?. Desde un punto de vista humano podemos entender que nos pongamos a la defensiva, incluso pueden aflorar nuestros prejuicios, pero y si ahora esa persona nos dijera: “mire se lo que esta pensando de mi y es cierto soy el mayor de los mendigos y el mayor de los burros e ignorante pero traigo conmigo unas alforjas llenas de oro”!,Umm......... oro! , de pronto se nos llenan nuestros ojos de brillo y ya no vemos a esa persona como la veíamos antes.

Pregunta para meditar; la próxima vez que nos visite en nuestra casa una persona que no conocemos ¿cómo la recibiremos? ¡cuidado! es posible que nos traiga un tesoro escondido.

8 comentarios:

Frases celebres dijo...

Las apariencias engañan. besos

María dijo...

Nos pasamos la vida juzgando por las apariencias, es muy lamentable pero es así y nos topamos con lobos con piel de cordero y viceversa.

Afortunadamente, muchas veces tenemos la lucidez suficiente para descubrir, aunque sea a la larga, a la verdadera persona que hay tras una imagen, unas palabras o unos gestos y entonces actuamos en consecuencia.

A la pregunta te contesto luego.

Besos

chus dijo...

Si Maria, que asquito. Te digo algo que paso a mi. Soy de Santander y por mi trabajo tenia que ir siempre bien, me conoce una persona y le habla otra de mi, somos amigas y nos vamos a una acampada a MURCIA, claro en el monte no puedes estar como en un hotel de 5 estrellas ¿verdad? y me dicen uyyyyyyyyyyy yo no pensaba que tu serias asi, claro me rei, Besos

wpaa. dijo...

Pues yo realmente y siendo realista te puedo contestar ,que si a mi casa viene una persona que no conozco,dependiendo de su imagen sea exquisita o zarrapastrosa ,trataria de averigual el motivo de su visita porque si no me conoce ,me tendria que explicar muy claramente a que viene y que quiere , antes de recibirle, y dependiendo de sus explicaciones actuaria en consecuencia.
Sobre las apariencias , esta claro que siempre es lo primero que juzgamos, ha pasado ,pasa y segura pasando mientras que el mundo sea mundo.
Un beso
wpaa.

María dijo...

Te voy a contestar a la pregunta porque, por una de esas casualidades de la vida, me acaba de pasar algo extraño.

Ha llamado a casa una pareja joven, les ha abierto la puerta uno de mis hijos y le han preguntado si les invitábamos a cenar. Mi hijo se ha quedado de piedra y me ha llamado a mí, me lo han vuelto a preguntar y les he dicho que sí, que pasaran, y entonces me han respondido que no querían cenar pero que querían hacerme socia de una ONG desconocida y querían un donativo, mi respuesta ha sido no. ¿He sido injusta?, no lo sé, pero me daban mala espina.

Besos

D'MARIE dijo...

Es verdad Namases..muchas veces juzgamos,sin saber que tambien somos juzgados..creo que es una forma de defensea,..mala por si..pero defensa al fin..
Maria..de echo sin culpa,porque en realidad tuvistes la buena voluntad de invitarlos a cenar y ellos mintieron para su fin...
Besis !!

BONBOM dijo...

Yo también te contesto Manases, sabeis bastante de mi vida porque la he ido contando poco a poco, pues ya sabeis algo de mi hermano Antonio, una vez " desaparecio" Sin decir nada durante cuatro años, y sin decir nada aparecio por casa, sin afeitar en esos años, con las ropas sin labar ni se sabe, en fin que cuando llamo a casa a las once de la noche con su pareja con las mismas pintas que él, yo no lo conoci, y no le deje pasar, jajjaja, solo cuando me dijo mi nombre de "guerra" que me dicen mis hermanos me dí cuenta de que era él.

En fín asi son las cosas, y sigo pensando que hicé lo correcto.

Un beso

* Inés * dijo...

A veces se juzga por las famosas apariencias, engañosas como dices.
Yo, me guío por mi intuición inicial, las apariencias, son sólo eso.
Muy reflexivo y acertado tu escrito y los comentarios de todos y cada uno de vosotros.
Me ha alegrado venir hoy y leeros.
Gracias, siempre.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...