5 de junio de 2010

EL TABERNACULO Y SU SIGNIFICADO

En el año 1513 a.E.C., los israelitas entablaron una relación de pacto con Dios y se comprometieron a acatar sus leyes. Digo esto al referirme a los oficios que celebraban los sacerdotes de Israel en un tabernáculo o tienda de adoración portátil llamado el “templo de Yahvé” o “la casa de Yahvé”. No me quiero extender con datos de medidas o que materiales su usaron en la construcción porque de eso ya se encargo Ella y muy bien por cierto, pero Un examen del servicio sagrado que se rendía en la casa terrestre de Yahvé, nos ayudará a entender mejor la misericordiosa provisión por la cual los hombres pecadores pueden reconciliarse con Dios.

El Santísimo
La presencia de Dios en su morada terrestre estaba representada por una nube en el compartimiento más recóndito, llamado el Santísimo. (Levítico 16:2.) Al parecer, esta nube brillaba intensamente e iluminaba el recinto con su luz. Estaba ubicada encima de un cofre sagrado conocido como “el arca del testimonio”, que contenía las tablas de piedra donde se habían grabado algunos de los mandamientos dados por Dios a Israel. Sobre la cubierta del arca reposaban dos querubines de oro con las alas desplegadas. La milagrosa nube de luz estaba situada encima de la cubierta, entre los querubines. (Éxodo 25:22.)

El Santo
El segundo compartimiento del tabernáculo se llamaba el Santo. En su interior, a la izquierda de la entrada, se hallaba un hermoso candelabro de siete brazos, y a la derecha, una mesa donde se colocaban los panes de la proposición. Frente a la entrada, delante de la cortina que separaba el Santo del Santísimo, había un altar, del que ascendía el aroma del incienso quemado.

Un sacerdote tenía que entrar en el tabernáculo y quemar incienso sobre el altar del incienso mañana y tarde. (Éxodo 30:7, 8.) Por las mañanas, mientras el incienso ardía, se reabastecían de aceite las siete lámparas del candelabro de oro, y al atardecer se las encendía para alumbrar el Santo. Cada sábado un sacerdote debía colocar doce hogazas de pan recién cocido sobre la mesa del pan de la proposición. (Levítico 24:4-8.)

El patio
El tabernáculo también tenía un patio, limitado por una valla de telas. En él había una gran palangana, donde los sacerdotes se lavaban las manos y los pies antes de entrar en el Santo y antes de ofrecer los sacrificios sobre el altar situado en el patio. (Éxodo 30:18-21

Todas las mañanas y todas las tardes se ofrecía en holocausto sobre el altar un carnero expiatorio joven acompañado de una ofrenda de grano y una libación. (Éxodo 29:38-41.) Se hacían otros sacrificios en días especiales. A veces era necesario presentar una ofrenda debido a un pecado concreto de índole personal. (Levítico 5:5, 6.) En otras ocasiones, un israelita podía ofrecer voluntariamente un sacrificio de comunión, en el que los sacerdotes y el oferente comían distintas porciones de la víctima. Este hecho denotaba que los humanos pecadores podían tener paz con Dios y, por decirlo así, disfrutar de una comida con él. Incluso los residentes forasteros podían hacerse adoradores de Yahvé y tener el privilegio de presentar ofrendas espontáneas en la casa de Dios. No obstante, en muestra de la honra que se debe a Jehová, los sacerdotes solo podían aceptar ofrendas de óptima calidad. La harina de las ofrendas de grano debía estar finamente molida y las víctimas animales no debían tener ningún defecto.

La sangre de los animales sacrificados se llevaba al altar. Este acto recordaba diariamente a la nación su estado pecaminoso y su necesidad de un redentor cuya sangre vertida expiara permanentemente sus pecados y la salvara de la muerte.

Tal uso sagrado de la sangre también recordaba a los israelitas que esta representa la vida y que la vida pertenece a Dios.

El Día de Expiación
Una vez al año, en el llamado Día de Expiación, la entera nación de Israel, juntamente con los residentes extranjeros que adoraban a Yahvé, tenía que abstenerse de cualquier trabajo y ayunar. (Levítico 16:29, 30.) En este trascendental día, la nación se limpiaba figurativamente del pecado para gozar un año más de relaciones pacíficas con Dios. Imaginemos la escena y examinemos algunos de los aspectos sobresalientes.
El sumo sacerdote se encuentra en el patio del tabernáculo. Habiéndose lavado en la palangana, degüella un toro para el sacrificio y recoge la sangre en una vasija para uso especial en la expiación de los pecados de la tribu sacerdotal de Leví. (Levítico 16:4, 6, 11.) Pero antes de proseguir con el sacrificio hay algo que debe hacer. Toma incienso perfumado (el cual probablemente pone en un cucharón) y coloca algunas brasas encendidas del altar en un braserillo. Luego penetra en el Santo y se dirige hacia la cortina del Santísimo. Pasa lentamente por un lado de la cortina y se para delante del arca del pacto. A continuación, fuera de la vista de cualquier otro humano, echa incienso sobre las brasas; una nube de dulce aroma llena el Santísimo. (Levítico 16:12, 13.)

Ahora Dios está dispuesto a mostrar misericordia y a que se le propicie en sentido figurado. Por esta razón, la cubierta del arca recibía el nombre de “trono de la gracia” o “cubierta propiciatoria”. El sumo sacerdote sale del Santísimo, toma la sangre del toro y vuelve a entrar. Como prescribe la Ley, rocía la sangre con el dedo siete veces ante la cubierta del arca. (Levítico 16:14.) Acto seguido, regresa al patio y degüella un macho cabrío, que constituye una ofrenda por el pecado “para el pueblo”. Introduce algo de la sangre en el Santísimo y hace con ella lo mismo que con la del toro. (Levítico 16:15.) Otros oficios importantes se celebraban también el Día de Expiación. Por ejemplo, el sumo sacerdote tenía que poner las manos sobre la cabeza de un segundo macho cabrío y confesar sobre él “los errores de los hijos de Israel”. Entonces lo enviaba vivo al desierto para que se llevara simbólicamente los pecados de la nación. Así se hacía la expiación todos los años “por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación”. (Levítico 16:16, 21, 22, 33.)

Durante los primeros cuatrocientos ochenta y seis años de la historia de Israel como el pueblo del pacto con Dios, el tabernáculo portátil le sirvió de lugar de culto a su Dios, Yahvé. Después se otorgó a Salomón, rey de Israel, el privilegio de erigir una construcción permanente. Aun cuando este templo habría de ser mayor y mucho más elaborado que el tabernáculo, el plano suministrado por dirección divina siguió el mismo patrón. Al igual que el tabernáculo, el templo ilustró un sistema de adoración mayor y más efectivo.

Como sabemos hoy en día ya no estamos bajo la ley que Dios dio a Moisés, ni por supuestos tenemos cada uno de nosotros un lugar en nuestra casa donde ofrecer sacrificios de animales, todos aquellos sacrificio eran algo simbólico, puesto que los Israelitas seguían estando en una condición de pecado delante de Dios .En realidad representaron el mayor de todos los sacrificios, la muerte de su Hijo en un madero, Como decía ya no se hacen sacrificios de animales , pero si podemos hacer otro tipo de sacrificios , que también nos reportan satisfacción personal, como puede ser el dedicar parte de nuestro tiempo y energías a ayudar a los demás, ofrecernos sin esperar nada a cambio, no se pide que demos nuestra vida, solo un poquito de nuestro tiempo para dárselo a los demás, muchos ya lo están haciendo de una manera altruistas , sus corazones no son nada tacaños , y dan generosamente lo mas valioso que tienen , su tiempo y una sonrisa

9 comentarios:

Mayte® dijo...

Ya sabía yo, que podía contar contigo.
Brillante exposición de un fragmento de historia.

¡Gracias por compartirla!

Un beso.

Mayte® dijo...

Y gracias a Ella, que compartió de un modo personal y muy documentado también la primera parte.

Un beso para los dos

María dijo...

Manases, gracias por hacernos caso y exponer la versión histórica real.

Como siempre, lo has hecho de forma impecable. Cuanto sabes de eso oye.

Besos

Carmen dijo...

Desde luego es brillante, como dice Mayte.

Y el párrafo final buenísimo.

Un beso

Scarlet2807 dijo...

Manases, leerte a tí es darse un baño de cultura.
La verdad es que yo también te doy las gracias por compartir, eres todo un aporte...

Un beso, Scarlet2807

wppa. dijo...

De 0 a 10 , un 15 .
El leerte a sido todo un placer, exposicion sencilla pero intensa de algo que aunque tenia una vaga idea, desconocia todo el contenido de lo que en verdad es y significaba el Tabernaculo.
Gracias por compartirlo , con ello nos has ofrecido tu sabiduria tus conocimientos y tu tiempo.
Por ello te lo cambio por una gran sonrisa.
Un beso
wppa.

margari dijo...

Te felicito, Manases
fantástico artículo.
Explicado,con la exactitud de un erudito en la materia.
gracias, por compartir tu saber
un beos.
Margari

Alejandro dijo...

Has hecho una exposición sencillamente perfecta, cercana y entendible hasta para los más profanos en esa materia entre los que me cuento yo.

Un saludo

D'MARIE dijo...

Manases genial,como siempre dejas algo en el aire!!
Besis

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...