Denuncias falsas

Nunca hubiese abordado este tema en un blog por entender que no es una cuestión de moral, derechos humanos o simplemente honradez, sino llana y simplemente un tema político.

Es tan disparatada la propuesta de modificación del Código Civil para privar de la custodia de los hijos al padre acusado de malos tratos por el mero hecho de que la mujer interponga una denuncia, que probablemente la propuesta se convierta en un boomerang que se vuelva contra la misma intención del legislador.

Algunos jueces ya han anunciado su intención de mirar con lupa todas las denuncias de malos tratos que lleguen a su jurisdicción y de sancionar con severidad las denuncias falsas, algo que hasta ahora se estaba dejando pasar casi impunemente porque no afectaba a las relaciones padre/hijos, sino solamente a las relaciones de la pareja y pocos jueces tenían el valor de sacar la cara en favor del hombre, cuando lo políticamente correcto era estar por principio de parte de la mujer.

Pero ahora la ministra promotora de la reforma en su afán de proteger a la “cónyugue” ha invadido el terreno de los derechos del niño. Porque la custodia no es un derecho de los padres y por tanto no es algo que se conceda en beneficio de él o de ella, sino un derecho del niño a disfrutar y estar protegido por un padre y una madre.

Cómo se lo monten luego entre ellos esa pareja, o los roces que haya podido haber entre ellos, es algo que al niño no tiene por qué afectarle, si sus padres son medianamente responsables en la educación y cuidado de los hijos.

Creo que este afán de proteccionismo excesivo hacia la mujer invitándola a recurrir a la falsa denuncia para obtener beneficios económicos se puede volver en contra suya.

Los jueces, ellos y ellas, están empezando a cansarse de que unos analfabetos funcionales, sin un adarve de sentido común, pero fuertemente ideologizados y siempre bajo la tutela y al dictado de la escuadra y el compás, cuyo objetivo a batir es la civilización occidental y su pilar básico, la familia, no dejan de inmiscuirse en sus funciones y de imponerles unos criterios a la hora de impartir justicia. Y si los jueces, ellos y ellas, se hartan de estos legisladores de medio pelo, es muy posible que den un puñetazo sobre el Código Civil y además de la Ley, apliquen el sentido común, o mejor aún, apliquen las leyes con sentido común.

Otro día hablaremos de ese proyecto de ayudar a morir a los ancianos y de paso ahorrar gastos a la Seguridad Social o el más criminal aún de eliminar y expulsar al inquilino incómodo y molesto al que nosotros mismos habíamos invitado a nuestra casa. Pero eso será otro día.