5 de julio de 2010

LARISSA ( 3 )

No se movió del hospital en los cuatro días de incertidumbre en que mantuvo una débil llama de esperanza, sin dormir, sin cambiarse de ropa ni ducharse, en ningún momento quiso bajar a la cafetería.
El personal sanitario le proporcionaba café, un poco de leche o galletas que aceptaba de forma mecánica.
En un momento fatídico, un doctor le comunicó que las terribles lesiones se la habían llevado al lado oscuro. Volvió a la casa donde los objetos cotidianos, su ropa y especialmente el silencio y la inmovilidad le pesaban como una losa sobre el corazón.
La vana esperanza de oír de nuevo su risa, sus alegres canciones y los graciosos pasos de ballet a los que era tan aficionada le mantenían despierto. El insomnio era insoportable y los cortos momentos en que el sueño le vencía eran aún peores, siempre soñaba con ella y despertaba con la sensación de haber recibido la ternura de sus besos y buscando su presencia en el frío lecho.
Por eso había tomado la determinación de poner fin a su vida y era lo que se disponía a hacer.
Volvió a ponerse en marcha y llegó al bosque, aquella zona de la carretera que tanto les gustaba en la que los árboles formaban a modo de un túnel por el que, en verano corría siempre una brisa fresca.

Alcanzó el rellano del faro y se dirigió hacia el cortado donde sería fácil despeñar el vehículo. La caía sería fulminante y todo iba a terminar en unos segundos
Agarró el volante con determinación y revolucionó el motor varias veces para preparar el acelerón definitivo. Entonces, algo inconcreto le hizo detenerse y observar, creía haber oído un susurro o un leve gemido que le instaba a no seguir en su empeño, como una petición desesperada.
¿Era una jugarreta de su instinto de conservación, como en la carretera? ¿Era Ella que desde el más allá le susurraba que no hiciera una locura semejante?
Tiempo después Larissa le convencería de que fue simplemente la providencia. Sacudió la cabeza para descartar la sensación de culpabilidad y desechar sus dudas y miró a su alrededor para despedirse de aquel paisaje tan conocido y entonces es cuando advirtió algo extraño junto a las rocas al pié del faro.
El corazón le dio un vuelco y sin poder evitar el impulso, apago el motor y se acercó a investigar.
Continuará...

7 comentarios:

Mayte® dijo...

Gracias nena y gracias a tu amigo por esta historia que nos tiene enganchados a todos los que leemos el blog.

Un beso a los dos

María dijo...

Ya te lo dije, escribe divinamente y hoy, además, te digo que Ella seguramente se convirtió en su angel de la guarda.

Besos, para ambos.

Rosso dijo...

Da las gracias de mi parte, muy bueno, y besos para ti Scarlet.

SalvaX dijo...

¡Caramba!
¡Sigue el misterio!
¿que habrá visto?

BONBOM dijo...

Es muy bueno de verdad, me tiene en suspenso, gracias y besos a los dos

* Inés * dijo...

Sigo en la opinión de que es muy muy bueno el relato que nos brindas.
Gracias, siempre, pero de quien es ¿tuyo? ¿de tu amigo?.
Un beso Scarlet, me confundes mucho, con tus escritos.
Ya me dirás, linda.

D'MARIE dijo...

Que bueno el relato,tu amigo tiene pasta..me gustaria el final..soy ansiosa ajaj..Besis cielo

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...