19 de abril de 2010

El sueño del castillo

Una vez soñé, como en los cuentos, que había una vez, en un lugar muy lejano, una princesita y un rey que vivían en reinos limítrofes.

Habían oído hablar el uno del otro y se habían idealizado, él sabía que a ella la pretendían todos los príncipes de los reinos vecinos y ella sabía que por él suspiraban todas las princesitas. El, mediante un mensajero, pidió permiso a la princesita para escribirle y esta, ilusionada, se lo dio.

El era rubio y ojos azules, fuerte y muy apuesto, ella también rubia, con los cabellos largos y rizados que apenas lograban sujetar su diadema. Pero ellos no se habían visto, entonces no había fotos y sólo sabían el uno del otro lo que les habían dicho los demás.

Pasado un tiempo habían intercambiado cartas secretas, eso era todo pero, a través de esas cartas, poco a poco, se fueron conociendo y se fueron amando y nació entre ellos algo tan bonito que nada ni nadie podría nunca romper, algo llamado amor, nació también pasión sin consumar, nacieron promesas de futuro, nacieron tantas y tantas cosas que su dicha casi fue completa y, un buen día, el rey pidió permiso al padre de la princesita para casarse con ella y este se lo dio, se acordó la boda.

El rey llegó al castillo de la princesita montado en su yegua blanca y cargado de regalos, ella le esperaba impaciente asomada a su ventana, palpitando su corazón de amor por él. Llegó una mañana, temprano, y primero tuvo que atender asuntos con el padre de la princesita y esta se desesperaba, miraba el reloj de sol y se decía ¿cuando? ¿cuándo podré ver a mi amado? ¿cuando podré, por fin, oír su voz? y, de pronto, cuando el reloj de sol marcaba las 11, la princesita fue llamada a su presencia y el encuentro fue mágico, quedaron el uno prendado del otro, la voz de cada uno fue melodía en los oídos del otro.

Se celebraron los esponsales durante una puesta de sol maravillosa, vinieron invitados de reinos lejanos, cargados de regalos y buenos deseos pero ellos no tenían ojos para los regalos, sólo tenían ojos el uno para el otro y, ese día, brillaban de amor, de ternura y de deseo, hasta sus cabellos lanzaban destellos a la luz de las antorchas, comieron y bebieron ligeramente, deseando que acaba aquel banquete interminable. Y llegó el momento, el banquete terminó y se retiraron a sus aposentos y, allí, fundieron sus cuerpos en una aleación de amor y tomaron posesión el uno del otro, hicieron magia con su amor.

Al día siguiente se fueron a vivir al castillo del rey y comenzó su dicha y, pronto, su tortura porque el rey, enfadado y muy a su pesar, se tuvo que ir a defender su territorio y ella quedó rota, incompleta, llorando su ausencia sin parar. Nada, ni los bufones y juglares, absolutamente nada, lograba entretenerla o consolarla y pasaron los días y la princesa languidecía y preocupaba a la corte y el rey, aun en el caos de la guerra en la que se encontraba, no consiguió olvidarse de ella ni un momento y, un buen día, se acabó la guerra y él volvió, montado de nuevo en su yegua blanca.

Y su reencuentro fue mágico, como la primera vez, cuando volvieron a oír sus voces fue como si volvieran a empezar, como si no hubiera habido ese paréntesis de guerra, y ella volvió a reír y a sonreír y sus cabellos volvieron a volar al viento cuando se perseguían por los jardines de palacio y su mirada recuperó el brillo perdido con la ausencia y se amaron, sobre todo se amaron e hicieron planes de futuro.

Cuando me desperté estaban construyendo ese futuro juntos.

8 comentarios:

Scarlet2807 dijo...

Que lindo Ella...
La verdad es que han pasado los años, y no he logrado desprenderme de el placer que me producen los cuentos, y el soñar despierta.
Gracias por trerlo.

Un beso, Scarlet2807

D'MARIE dijo...

Ella.solemos vivir un cuento de hadas,mientras vivamos soñando,el alma estara resguardada de todo lo que nos dañe.-Sos maravillosa,escribiendo.Me deleita leerte..gracias!!
Besis

Fibonacci dijo...

No se porqué tienen que ser todos los princpies con ojos azules, guapos y rubios?
y los morenos, feos y ojos negros,para que servimos?
sólo para ser bufones de la corte?

Eso se llama, descriminacion varonil.

María dijo...

Fibonacci,nada de discriminación varonil, es que el príncipe del sueño era tipo Kevin Costner,luego está el tipo Clooney, el tipo Gere y el tipo Dustin Hoffman. Escribiré mis reflexiones sobre los otros príncipes.

Fibonacci dijo...

lo que digo yo, discreminacion varonil, donde esta el principe chaparro español?

Soñador dijo...

Qué bonitooooooo¡¡¡¡que bién escribes... de verdad , parece un cuentito , cuanta ternura cuanto amor , que bién delineas letras desde tu corazón.Gracias

Anónimo dijo...

Ya esta bien Ella! de tantas alabanzas y para bienes!, ¿es que no hay nadie que pare ha esta niña? ¿Donde esta la rana? Ehhhhhhh, que alguien me diga donde esta…veras Ella, tu mucho príncipe, pero sabes una cosa, sin rana no existirían los cuentos…por cierto ¿me dejas ser tu rana?

María dijo...

No seeeeeeee yo ¿qué comen las ranas? ¿manchan mucho? ¿te miran con mala uva como las iguanas?, jajajaja

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...