20 de mayo de 2010

El caminante de los recuerdos, otra forma de amar

El caminante de los recuerdos, el cuento de Juan a Alícia

Un viento frío acariciaba los campos desolados de aquel páramo donde las nubes grises amenazantes de lluvia se confundían en el horizonte con el verde pálido de la tierra reseca, se podía percibir el olor a tierra mojada que venia de muy lejos.

Por el estrecho camino que serpentea evitando montículos y terrenos de cultivo, se vislumbraba una silueta, lentamente se va aproximando a la colina, desde lo alto un anciano observaba con curiosidad a aquel hombre sin entender muy bien que hacia caminando por aquellos parajes solitarios, el anciano sintió un salto en su corazón, presagio de algo extraordinario.

Cuando el anciano reconoció al caminante, sus ojos empezaron a brillar y no pudo contener las lágrimas. Al llegar a su altura, los dos hombres se abrazaron, el anciano apoyó su cabeza en el hombro de aquel hombre que sin decir palabra cogió con sus manos su rostro y le besó en la frente, le miró a los ojos y le dijo –padre, he vuelto-

La lluvia, empezó a caer, primero suavemente, como mimando a la tierra, los dos hombres seguían abrazados, la lluvia arreciaba, pero no les importaba, habían sido muchos años de separación.

Lo que ocurrió antes del reencuentro forma parte de una vida llena de amor. Una tarde calurosa de verano sin ningún equipaje emprendió un viaje con el único propósito de encontrar a su amada, pero antes debía cambiar muchas cosas, y aquella triste tarde de verano cuando el Sol alentaba a las chicharras a cantar y el polvo del trigo recién segado hacía casi imposible respirar, Pablo se marchó.

Sabia donde encontrarla, pero antes debía caminar y caminar, porque caminando sus recuerdos se hacían más claros, se mostraba el amor como era en realidad no como creyó siempre, cuando cegado por pasiones o amores pasajeros la abandonó. Sabia que solo caminando podría reflexionar, sabia que solo caminando podría ser mejor, sabia que solo caminando cambiaria, y podría ofrecer a su amada lo mejor de él.

-Hijo mío, ¿encontraste a tu amada?- preguntó el padre mirándole a los ojos, el caminante sonrió, arqueó ligeramente las cejas, apartó la mirada del padre para mirar al infinito, a ningún lugar concreto, su mirada se convirtió en un pasar veloz de recuerdos que le impedía responder.
Por fin respondió con voz pausada
-¡La encontré!
-Padre mío, estaba en mi corazón, estaba en un roce de dos labios, estaba en unas manos frías que hablan, mi amada es mi vida, mi amada soy yo y es ella, porque está tan dentro de mí que ya nada ni nadie puede separarnos, porque padre mío, cuando se ama poco importa donde esté, poco importa si no puedes tener su cuerpo, sus caricias, sus abrazos, sus besos, eso, padre mío, es el vivir, padre mío, yo vivo ahora lo que más importa, la luz de la vida, esa claridad que me reconforta, esa entrega que no pide nada, solo da, porque dando, el alma vuela entre las estrellas, más allá del infinito, donde al abrazar la claridad la pones en su mirada con un beso.

El padre sin dejar de mirarle a los ojos le preguntó.
-¿Qué pasó?
El hijo, prosiguió.
- Pasaron muchos años antes de que decidiera que era el momento de presentarme ante ella. Una tarde de otoño la esperé durante horas allí donde sabía que tarde o temprano iría, por fin la vi, fui a su encuentro, al verme sonrió, la sonrisa más bella que jamás he visto, padre mío, creí morir, ¡me sonreía! a mi, a su desdicha, intenté hablarle, pero silenció mi voz poniendo suavemente el dedo en mis labios, no quería que le dijera nada, habló ella.

- Me has encontrado, pero no soy yo a quien buscas, vas buscando un recuerdo, el tiempo no retrocede, los recuerdos si, pero para tu consuelo y el mío, debes seguir caminando, lejos, muy lejos, casi al fin del mundo, allí donde la tierra se confunde con el cielo, allí donde la noche eterna convive con el día eterno, allí hay un lugar donde están jugando tus recuerdos y los míos, allí te espero, allí te amaré como nadie te ha amado, allí nos entregaremos el uno al otro, camina amor mío, sigue caminando.

Así lo hice, anduve durante años y llegué a un lugar muy lejano y allí estaban nuestros recuerdos, nuestros sentimientos, nuestra pasión, allí estaban los besos más dulces, allí, todos convertidos en cristales de hielo brillando ante mis ojos, padre mío, he volado tan alto que las cometas danzaban a mi alrededor, una infinita felicidad me envolvió y supe que nunca volvería a sentirme solo, porque cada recuerdo viajaba hasta aquel hermoso lugar para unirse a los demás.

Poco a poco la voz del caminante se había ido apagando, las lágrimas brotaban de sus ojos, confundiéndose con la lluvia, el rostro se le arrugó, estaba envejeciendo ante la impotencia se su padre, que veía como su hijo moría en sus brazos, gritó
-¡Hijo mío!
-Padre, no sufras, tu hijo se ha convertido en cristales de hielo brillando al Sol.

La lluvia se tornó en copos de nieve cubriendo el cuerpo ya sin vida del caminante de los recuerdos.

9 comentarios:

Fibaonacci dijo...

Realmente bello el relato, le das un empaque a la pagina muy grato, solo felicitarte y admiración, nos da categoria a los demas que te compartimos, por lo menos a mí.gracias.
Un abrazo

Miranda dijo...

Mellllll:

Nada mejor que leer este hermoso relato en una mañana tan tranquila, lo disfruté mucho.

Gracias por compartirlo.

Abrazos afectuosos y besitos a la distancia.

Mayte® dijo...

Yo también estoy disfrutando leyéndote aunque difiero un poco de Fibo. Todos los escritos son muy personales y con mucho empaque. Cada uno en su estilo, hacen, que el blog, lo disfrutemos todos.

Buenísimo el cuento.

Te felicito!

Besotes

* Inés * dijo...

Me gusta como describes, lo sutil de tu relato, lo expresivo de sus gestos, los detalles que se suman, los silencios que se sienten.

Haces que, contiente y contenido se confieran como un relato, para mí, majestuoso y delicado.

Gracias, siempre.

BOMBÓN dijo...

Es marilloso, como me gusta el relato,la verdad es que tienes mucho gusto para escribir , a mi personalmente me engancha su lectura gracias un beset, de Marga BOMBÓN

María dijo...

Es muy bueno, de verdad que te hace leerlo de un tirón y te quedas pidiendo más.

Un beso

wpaa. dijo...

¡¡Que bonito, como me gustan los cuentos¡¡
Me he quedado enganchada hasta el final.
Espero la proxima con impaciencia.
Un beso
wppa.

Carmen dijo...

Me ha recordado por un momento a la Biblia y el hijo pródigo.

Eres muy bueno escribiendo.

Un beso

LIA50 dijo...

Un relato cautivante, sutil, tienes una forma de escribir que une estilo y elegancia.Besos Lia.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...