17 de mayo de 2010

Amor de chat


Cada vez que cierro la pantalla y desapareces, necesito tiempo para recuperarme. Necesito tiempo para saber dónde estoy y quiénes me rodean...aunque sé realmente dónde estoy y la razón de ocupar el espacio que ocupo. Pero necesito tiempo porque, mire donde mire, aún tengo en mis ojos clavados los tuyos y en mi recuerdo siguen flotando tus sonrisas, y me cuesta retomar los principios de mi realidad. Me cuesta recuperar la apariencia de normalidad, la exterior al menos, porque la interior pocas cosas hay que puedan modificarla. Ahí estás siempre. Te veo de mil formas y te imagino en mil gestos. Pero especialmente te recuerdo por la carga de dulzura que inyectas a tus palabras, que provocan multitud de alvéolos en mi alma, donde te escondes y empiezas a ocuparla casi en su totalidad. Analizo mentalmente cada una de las frases que me has escrito durante la tarde y el sabor amargo de la separación, se convierte en un ramillete de sabores distintos y desconocidos que me hacen sonreír. Mentalmente calculo el tiempo que queda para reencontrarme contigo. Pero la noche es traicionera. Casi siempre llega cargada de fantasmas y hay momentos en los que la duda me devora y pienso en sacarte arrastrándote de mi vida, pero al instante me convenzo de que eso de nada serviría, pues ahora que te conozco, ahora que sé cómo me hablas, ahora que he saboreado, mediante tus líneas, el néctar que tus labios me brindan, ahora que sé cómo me amas, te necesito cerca porque yo también te amo. Y pienso en ti durante ese duermevela dulce donde la conciencia se diluye y todo es válido. Y te atraigo a mi cuerpo, te doy cobijo entre mis brazos y te beso. Y ahí termina la consciencia del día. Pero sé que has pasado toda la noche junto a mí, porque cuando despierto sigues pegado a mi pecho, en la misma postura que te dejé cuando el sueño se apoderó de mi memoria.
Empiezo un nuevo día y de su mano llegan nuevos deseos. O los mismos, modificados por matices distintos. Y mi alma vuela en tu busca, allanando el camino hasta que mi voz pueda encontrarte. Marco tu número y mi ansia por oírte convierte en horas los pocos segundos que tu voz, varonil y rota, tarda en contestarme. “Buenos días, amor” y en ese momento, el día, el buen día, arroja al abismo las secuelas que dejaron los fantasmas durante la noche y aparece ante mis ojos un firmamento azul y nítido, como el color de tu mirada y la claridad de tus sonrisas. No estoy mucho tiempo contigo. El suficiente para saber que me has hecho el amor durante la noche y que no me he ausentado ni un solo segundo de tu pensamiento. Pero lo que llena de vida mis ojos, lo que hace despertar y bullir las miles de mariposas de mi estómago, es oír de tus labios que me amas. Y yo siento que también te amo. Aunque no te lo diga con la frecuencia que tú deseas, y cuando lo hago, esas dos palabras parecen aferrarse a mis labios para no salir de ellos porque, en ese momento saltan a mi memoria las personas a las que, como sabes, también amo. Pero te amo. A partir de ahí el tiempo se disloca. Las manecillas del reloj avanzan y retroceden sin concierto ni leyes determinadas. El sol pierde su fuerza, se oculta, arde, hasta parece llorar. Y la niebla, que nace desesperada provocada por mi deseo de encontrarte de nuevo, lo cubre todo. Mis ojos se niegan a ver todo lo que no seas tú y solo veo los destellos de los tuyos que, constantemente, reclaman mi presencia ante ti, lo que anhelas como la tierra prometida, como el más fuerte sueño que nace en tu pecho. Como el sueño que nace de mi pecho por verte, cada vez más firme y deseado.
Me duelen los días que no te tengo. Me duelen los fines de semana que, sin piedad, me separan de ti. Me duelen los días en los que no puedo llenar tu soledad. Me duelen los días en los que tu soledad contagia la mía de soledad, aunque esté rodeada de las personas que me quieren y me necesitan. Y, aún así, echo en falta las alas que quisiera tener para volar a tu encuentro. Sé cómo me acaricias cuando hablamos. Imagino tu forma de besar. Pero necesito saber que tus caricias y tus besos me erizarán la piel, cuando esté a tu lado, como me la erizan cuando lo haces por medio de tus palabras. Necesito saber que tus palabras, las que pronuncies frente a mí, llenarán mis sueños como ahora los llenan las palabras que me escribes. Y ver cómo tiemblas cuando te hable. Ver cómo el azul de tus ojos forma un color distinto y nuevo cuando se mezcle con el de miel de los míos. Y comprobar que tus labios, los labios que cada noche dibujo en el silencio de mi alcoba, saben también a cerezas.

10 comentarios:

Scarlet2807 dijo...

Que bello Prologo, bello y triste, porque sé de lo que hablas...
No diré nada más, solo que me has emocionado como siempre, pero con una mezcla agridulce de placer y dolor.

Un beso, Scarlet2807

Mayte® dijo...

Yo, es que entiendo poco o nada de amores de chat. El escrito en si lo encuentro maravilloso, aunque he intentado leerlo desde fuera de un chat.
Entiendo de amistades de internet incondicionales y cada dí me alegra haber encendido esos dias el ordenador, para que se cruzaran nuestros caminos.
Solo espero no escribir nunca de un amor cómo el tuyo, demasiadas insatisfacciones.

Gracias por compartir.

Un beso

Prólogo dijo...

¿Qué te hace suponer, Mayte, que sea yo el protagonista de esta historia? Dónde dejas la imaginación de quien la escribe?

* Inés * dijo...

Me sumerjo en la magia de tus pasos,línea a línea,con la ternura que nos dejas, en pos de dos amores tan bellos como puros.

Me encanta tu destreza, el pincipio, el desarrollo y el desenlace.

Las cerezas saben a esperanza, a azúcar y a primavera.

Gracias, siempre.

Mayte® dijo...

Cierto, tienes toda la razón.
La gente que escribe tan bién cómo tu hace que ocurran estas confusiones. Describes tan bién y de un modo tan real, que parece escrito en primera persona. Culpa tuya por ser tan bueno. Te pido disculpas por la confusión.

Un saludo

LIA50 dijo...

Me encanto, no importa si es en primera, segunda o tercera persona, realmente encantador. Beso Lia.

María dijo...

Pero el personajes es una mujer ¿no?, o quizás es gay. Lo digo por lo de "tu voz varonil y rota...".

De acuerdo con Ines y May en lo de la destreza y ser muy bueno escribiendo.

Discrepo con Ines en lo de puro, ahí hay necesidad carnal, al menos lo veo así. Quizás lo veo porque para mí el contacto físico es importante.

En cualquier caso, un placer leerlo.

D'MARIE dijo...

El amor que se siente fuera o dentro un chat,es algo que llevamos dentro y sirve si te hace feliz...Me gusta solo leer ,la palabra amor,.jajaja soy medio densa...pero me gusto el escrito..
Besiss

Anónimo dijo...

Prólogo siento repetirme yo y repetir las ideas plasmadas en los comentarios anteriores: escribes maravillosamente.
Me ha gustado mucho.
Un abrazo

remei dijo...

Hola!
Por cierto, la imagen es de google o es tuya? Es que quiero cogerla para mi blog.
Saludos
Un blog muy bonito.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...