Érase una vez un lugar muy hermoso en donde gobernaba un animal muy extraño que lo hacía con fiereza, y donde todo lo controlaba, nada se hacia sin su consentimiento, cada miembro de la manada estaba bajo su vigilancia, tenía aliados que supervisaban fiscalizaban y velaban para que el territorio estuviera como el jefe ordenaba.
Aquel que osara o se pasara de la raya, era castigado o enviado recluir en lugares lúgubres que se habían construido para esos menesteres, todo estaba bajo el control de estos animales y de esa forma todos permanecían unidos y en paz, pero más pobres en relación a los territorios fronterizos.
En estos lugares que existían alrededor eran más felices y más libres, ya que los jefes que los gobernaban eran elegidos por todos los que allí vivían.
Mientras que en este lugar solo podías trashumar, y abandonar por un tiempo o quizás para siempre, dejando atrás la tiranía para tener mejores pastos y caza.
Un día, el animal que gobernaba este lugar hermoso se murió de viejo, la mayoría de los animales que habitaban este bosque se sintieron felices y se reunieron porque querían ser como sus vecinos y se apiñaron en una explanada, allí estaban todos, jabalíes, cerdos, gallinas, patos, burros, caballos y otros carroñeros.
Todos deseaban lo mismo, querían ser felices y eligieron a un jefe que los aunó a todos bajo una misma causa y procurando no despertar a los animales que aún sentían apego por tiempos pasados. Fueron tiempos felices y el territorio se engrandecía en bienestar y libertades.
Poco a poco cada manada observaba que los seguidores del animal extraño que había muerto, ni respiraban ni daban señales de vida, veían como la confianza aumentaba en cada uno y casi en silencio le fueron dando a cada uno su parcela y así se iban alejando unas de otras.
El jabalí ya no era amigo del cerdo, tampoco las gallinas de los patos ni el burro de los caballos, los carroñeros eran los más beligerantes y se unían entre ellos, aunque todos tenían una raíz en común, algo que querían ignorar y defenestraban todas las leyendas de donde procedían, cuando en realidad todos pertenecían al mismo lugar hermoso.
Los carroñeros se habían retirado cada uno a sus parcelas, aunque eran casi como de la misma familia se mantenían unidos bajo el mismo contexto de que eran superiores. Y que tenían otra forma de expresarse distinta a los demás, y eso les hacia diferentes e importantes.
Los territorios de los carroñeros eran en especial de los más ricos, sobre todo porque el antiguo animal extraño los había incentivado para que estos feroces no se le sublevaran, siendo ellos mismos artífices del dominio que el animal extraño perdurara, mientras les abasteciera de todo lo bueno que tenían los demás territorios y los pobres animalitos tuvieran que emigrar en busca de alimentos a los dominios de los carroñeros.
Así transcurría el tiempo, mientras unos se empobrecían, otros se enriquecían más y más.
Los pobres se iban apañando con poco, ya que tenían más que antes, al recibir las migajas que los carroñeros les daban a regañadientes y continuamente se lo echaban en cara cada vez que había asamblea de animales, llamándoles vagos y que sólo querían jugar a divertirse, amenazándolos con no darles nada más.
Los pobres aguantaban todo, por miedo a perder lo que le llegaba y los fuertes cada vez más osados y apretando cada vez más al débil para que no recibieran nada y poder quedarse con todo.
Hasta que un día, los pobres se reunieron y preguntaron ¿Qué tienen ellos para ser más fuertes? ¡Nada! se contestaron, no tienen ni materia prima, solo lugares donde se transforma y se distribuye de nuevo hacia nosotros y se lo pagamos aún más caros. Pero estos animales a diferencia de los carroñeros eran y son pacíficos.
Así era la vida de estos animales, felices unos de como era todo y otros queriendo ser cada día más poderosos y decidir por si mismos, ¡cómo si ya no lo hicieran!
A los cachorros les enseñan desde el nacimiento el odio por los débiles, ya que no son como ellos, no quieren reconocerse como parte del resto de los animales, ellos son diferentes y les da vergüenza ser como los demás.
Pasó el tiempo y se celebró una asamblea para elegir un nuevo jefe, aunque una gran parte lo eligieron, los carroñeros aunque son menos, y teniendo tanta fuerza como los que más, decidieron que ese sería el jefe de los débiles y bajo su mandato.
Poco a poco el nuevo jefe, les fue dando más poder a los fuertes, mientras el gobernaba a los débiles, llevándolos a la ruina y echándolos a pelear los unos con los otros, eso a él no le importaba, solo quería gobernar.
Y así siguen en la pradera que por poco tiempo llegaron a ser felices. Ahora cada uno con su idiosincrasia y sin señas de identidad, sabiendo positivamente que un día de estos y no a muy largo periodo, cada uno vagará por su terreno sin querer saber nada de los demás.
Continuará…
6 comentarios:
Tienes razón, toda vida es de vida, buena analogía con la situación de cierto país que me suena un montón.
Besos
"Toda vida es de vida" o la "ley de la biogénesis".
Quedo en espera de la continuación.
Besitosss.
Hola Fibo, me alegra leerte de nuevo,esta vez dejas entreveer un mensaje muy profundo. Besotes Lía.
Fibo me parece que no voy a estar muy de acuerdo con esta narración, pero me encantará leerla.
Un beso grandote.
Leeremos, sin juzgar, que el autor de este relato, con gran esmero nos lo presta.
Al final de todas las partes, con su continente y contenido, podremos decir, si nos gustó y por qué.
De momento, espero y callo, por prudencia.
Gracias, siempre.
Fibo, ante que nada , decirte que te extrañaba...
Tu análogía creo que nos hará sentido a varios, de diferentes lugares,no emitiré opinión, hasta ver como sigue, y como me encanta leerte, ya veré por donde va la cosa.
Un beso, Scarlet2807
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