Quiero, ante todo, aprovechar para desearos a todos un muy Felíz y próspero 2015, porque no sé si voy a poder pasar por todos los blogs que quisiera para hacerlo.
Dicho lo cual, un año más, hoy es el día de los
propósitos y estoy como el año pasado, sin propósito de enmienda,
sin intención alguna de privarme de nada, porque ya se encarga la
vida de quitarte muchas de las cosas que te gustan o de impedirte
realizar muchos de esos proyectos antiguos como aquel mío, ya
irrealizable, de tirarme en paracaídas, salvo que quiera terminar de
desarmarme.
Es el día en que muchas personas se
hacen el propósito de adelgazar, de dejar de fumar, de ir al
gimnasio, de salir a correr (perdón, de hacer running, que ya ni
siquiera es footing), de comer más sano y de un etc. tan largo que
te termina fatigando de sólo pensarlo.
Y heme aquí, con mis despropósitos,
elucubrando con la idea de, en lugar de comerme el rape con salsa de
almendras que he preparado para comer, hacerme una gachamiga con su
pancetita y su longaniza roja, tan simple y tan vulgar pero tan rica
y que, además, es lo que realmente me apetece hoy, así como si
tuviera un antojo.
E igual me la hago ¿qué narices?,
aunque sea una pequeña y me la tomo en plan aperitivo con una copa
de vino tinto. De hecho, conforme lo estoy escribiendo lo veo más
claro, la única duda que tengo es si me como antes el pulpo con su
vino blanco, después la gachamiga con el tinto y luego el rape con
el blanco, cosa que no termina de ser muy ortodoxa, culinariamente
hablando, pero, como tampoco es que tenga lejas en el estómago, lo terminaré haciendo, justo en el orden en que me apetece.