En esta canción de amor los participantes son: Salomón el rey de Jerusalén, un pastor, su amada sulamita, los hermanos de ella, damas de la corte y mujeres de Jerusalén Se identifica a estos por lo que dicen de sí mismos o por lo que se les dice a ellos. El drama se desarrolla cerca de Sulem, donde Salomón ha acampado con su séquito de la corte. Expresa un tema conmovedor: el amor de una joven campesina de la aldea de Sunem a su compañero pastor
La doncella aparece en las tiendas reales adonde la ha traído el rey, pero su único deseo es ver a su amado pastor. Por las ansias de estar con su amado, ella habla como si él estuviera presente. Las damas de la corte que atienden al rey, miran con curiosidad a la sulamita por su tez morena. Ella explica que se ha bronceado al sol mientras atendía las viñas de sus hermanos. Entonces habla a su amado como si ella estuviera libre y pregunta dónde puede hallarlo. Las damas de la corte le dicen que salga y pastoree su rebaño junto a las tiendas de los pastores.
Se presenta Salomón. Él no está dispuesto a dejarla ir. Alaba su belleza y promete adornarla con “adornos circulares de oro” y “tachones de plata”. La sulamita resiste sus insinuaciones amorosas y le da a saber que solo puede sentir amor por su amado.
El amado de la sulamita entra en el campamento de Salomón y la anima. Le asegura que la ama. La sulamita anhela estar cerca de su amado y tener el simple placer de morar afuera en unión con él en los campos y el bosque.
La sulamita es una joven modesta. “Un simple azafrán de la llanura costanera soy”, dice. Su amado, el pastor, opina que ella no tiene igual: “Como un lirio entre yerbajo espinoso, así es mi compañera entre las hijas”.
Separada de nuevo de su amado, la sulamita muestra cuánto lo estima sobre todos los demás, y dice a las hijas de Jerusalén que están bajo juramento de no tratar de excitar en ella un amor no deseado hacia otro.
La sulamita recuerda el tiempo en que su pastor contestó su llamado y la invitó a las colinas en la primavera. Lo ve trepando por las montañas, saltando de gozo. Oye que él la llama: “Levántate, ven, oh compañera mía, hermosa mía, y vente”. Sin embargo, los hermanos de ella, que no estaban seguros del buen juicio de ella, se enojaron y la pusieron a trabajar vigilando las viñas. Ella declara: “Mi amado es mío y yo soy suya”, y le ruega que se apresure a venir a su lado.
La sulamita describe su detención en el campamento de Salomón. Cuando está en la cama de noche, anhela ver a su pastor. De nuevo recuerda a las hijas de Jerusalén que ellas están bajo juramento de no despertar en ella un amor no deseado.
Salomón regresa a Jerusalén en esplendor real, y el pueblo admira su comitiva. En esta hora crítica, el pastor amado no le falla a la sulamita. Sigue a su compañera, quien está cubierta con un velo, y se comunica con ella. Fortalece a su amada con tiernas expresiones de cariño. Ella le dice que quiere quedar en libertad y salir de la ciudad, y entonces él prorrumpe en un arrebato de amor: “Eres del todo hermosa, oh compañera mía”.
Verla por solo un momento le agita el corazón. Las expresiones de cariño de ella son mejores que el vino, su fragancia es como la del Líbano, y su piel es como un paraíso de granados. La doncella invita a su amado a entrar en “su jardín”, y él acepta. Las mujeres amigables de Jerusalén los animan: “¡Coman, Oh compañeros! ¡Beban y embriáguense con expresiones de cariño!”.
La sulamita cuenta a las damas de la corte un sueño, en el cual oye que alguien golpea la puerta. Su amado está afuera y le ruega que lo deje entrar. Pero ella está en la cama. Cuando finalmente se levanta para abrir la puerta, él ha desaparecido en la noche. Ella sale tras él, pero no puede hallarlo. Los guardias la maltratan. Ella dice a las damas de la corte que si ven a su amado tienen la obligación de decirle que ella está enferma de amor. Las damas le preguntan qué lo hace a él tan sobresaliente. La sulamita da una descripción exquisita de él; dice que es “deslumbrante y colorado, el más conspicuo de diez mil”. Las mujeres de la corte le preguntan dónde está él. Ella dice que se ha ido a pastorear entre los jardines.
El rey Salomón se acerca a la sulamita. De nuevo le dice cuán hermosa es, más bella que “sesenta reinas, y ochenta concubinas”, pero Ella lo rechaza.
Ella está allí solo porque en una diligencia que era parte de su servicio se había acercado al campamento del rey. ‘¿Qué ve en mí?’, pregunta. Salomón se aprovecha de su pregunta inocente para hablarle de lo bella que ella es, desde la planta de los pies hasta la coronilla de la cabeza, pero la doncella resiste las estratagemas del rey. Con valor declara su devoción a su pastor y clama por él. Por tercera vez recuerda a las hijas de Jerusalén que están bajo juramento de no despertar en ella amor contra su voluntad. Salomón le permite irse a su casa. Ha salido perdiendo en su afán por conseguir el amor de la sulamita.
Sus hermanos la ven acercarse, pero ella no está sola. Está “apoyada en su amado”. Ella recuerda que conoció a su amado bajo un manzano y declara lo inquebrantable que es su amor por él. Se mencionan algunos de los comentarios anteriores de sus hermanos en su preocupación por ella cuando era “una hermana pequeña”, pero ella declara que ha demostrado que es una mujer madura y estable.
Que sus hermanos consientan ahora en que ella se case. ¡El rey Salomón puede quedarse con sus riquezas! Ella está satisfecha con su única viña, porque ama a uno que es exclusivamente amado por ella. En su caso este amor es tan fuerte como la muerte, y sus llamaradas son como “la llama de Jah”. La insistencia en la devoción exclusiva “tan inexorable como el Seol” ha triunfado y ha llevado a las gloriosas alturas de que pueda unirse a su pastor amado (8:5, 6).
El amor genuino permanece inconquistable, inextinguible, incomprable.
11 comentarios:
"Yo soy la Rosa de Sarón, y el lirio de los valles", decía La Sulamita en el "Cantar de los Cantares", uno de los mejores libros de amor a mi juicio, parte de la Biblia y alegato del amor divino y amor humano.
Es lo mejor que te he leido, será porque siempre me ha gustado el Cantar de los Cantares.
Besos
¡Oh , si el me besara con besos de su boca ¡.
Porque mejores son tus amores que el vino.
A màs del olor de tus suaves unguentos .Tu nombre es como unguento derramado ;por eso las doncellas te aman.
Maneses ¡¡¡¡que bonito , que bonito,¡¡,me quedè embelesada leyendolo ,hacia tiempo que no leia algo tan bello (sin palabras)
Por favor , no dejes e escribir cosas asi es un deleite leerlas.
Un beso
wppa.
Que hermoso! realmente el amor tan bien descripto, me encantó que trajeras estas palabras tan bellas.Besos Lía.
Coincido con María, el Cantar de los Cantares, es lo más bello que de amor leí jamas.
Me influyó,creo para ser la que ahora muestro.
Eres bueno, Manasés, un midas del blog, todo lo que escribes, en oro de letras lo transformas.
Gracias, me has convencido, mucho más.
Muy bueno Manases, de las pocas cosas que si que había leido antes, aunque no tan bien escrito ,coincido con mis compañeras en que eres unico en este campo,
Un beset
Mi querido guardaespaldas, sin duda eres el mejor...
eres unico en éstos temas, y coincido con las chicas, " el catar de los cantares" es de lo que más me gusta.
Dos besos, Scarlet2807
Yo solo puedo decirte que para mi personalmente, es un lujo poder tenerte aquí y disfrutar con tus escritos.
Besotess
"Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos", ese es mi fragmento favorito del Cantar de los Cantares, canto al amor bendito por Dios.
Es, coincido yo también, de lo mejor que te he leido.
Un beso
¿Te digo otra vez lo de la envidia?. A mí también me ha gustado este escrito muy especialmente.
Un abrazo amigo
Namase privilegiado Don de la escritura...Felicitaciones..me encanta lo tuyo
Besis
Mannn:
Erese sencillamente excepcional!!!.
Besitosss.
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