21 de diciembre de 2013

Los verdaderos Top Chef



Yo, que confieso ser a veces más rara que un perro verde, nunca he sido aficionada a ver la tele, exceptuando las noticias y algo puntual pero, como digamos que estoy en el dique seco de la actividad y obligada a tomarme las cosas con mucha calma, o sea hacer menos y reposar más, llevo desde este verano viendo algunos programas, sobre todo concursos y me dedico a hablar con la tele para decirle las respuestas a un interlocutor imaginario y a endemoniarme y ponerle un cuerpo de tontos a la mayoría de los concursantes cuando fallan o siguen una estrategia que yo creo errónea.

Pero, como en todo, los toros desde la barrera se ven muy bien y una cosa es tu tranquilidad frente a la pantalla, que te permite pensar las respuestas con total lucidez, y otra el estrés al que se enfrenten los pobres concursantes en un plató, así que al final termino riñéndome por ser tan resabiada pero, como no tengo remedio, al día siguiente vuelta a empezar.

Y, hablando de concursos, uno de los que he estado siguiendo ha sido el de Top Chef del que, salvo la final del otro día, he visto las reposiciones del domingo por la mañana porque por las noches me dedico a leer y no soporto ver la tele.

Top Chef está bien, con muchos nervios, quizás con poco tiempo, mucha monada en la cocina pero con muchísimos medios técnicos y, sobre todo, con todos los ingredientes que te de la gana y de la mejor calidad. Y, claro, un poco bruta como soy, no he podido evitar en cada ocasión pensar eso de“con buena picha bien se jode” y así casi cualquiera.

Y, con esta imaginación tan fértil que Dios me ha dado, he pensado en quienes son los verdaderos Top Chef del mundo y, para mí lo son quienes, con escasísimos medios técnicos y con poquísimo dinero, son capaces de poner cada día la mesa para una familia; son los que, poniendo de aquí y quitando de allá, improvisan una comida de fiesta por cuatro duros que, segura estoy, sabe mejor que el plancton que, al parecer, es el último grito en alta cocina.

Así que yo propondría un Top Chef real, cogiendo gente de la calle y gente con estrellas Michelín y les diría: “Toma, aquí tienes 10 €, compra lo que te parezca conveniente pero organiza un menú de dos platos y un postre para 5 personas”. Y, casi segura estoy, ganaría la gente de la calle.

De hecho, si me encontrara con los ánimos suficientes organizaría un concurso bloguero en ese sentido, sin nitrógeno ni nada.

21 de octubre de 2013

Añorada soledad




Abrázame, añorada soledad,
acógeme bajo tu dulce manto
y bébete las gotas de mi llanto.
Ayúdame a desterrar la ansiedad

que, a veces, mi garganta atenaza
y me asfixia, me impide respirar.
Enséñame a los males desviar,
a fabricarme una fuerte coraza,

a convertir en fuerza el desaliento,
a tener un momento de sosiego,
a no darle a mis nervios alimento.

Muéstrame, ansiada soledad,
cómo tener tu dulce compañía
si no puedo estar sola de verdad.



 

 

8 de septiembre de 2013

Lo peor es lo de las uñas

Foto tomada de la red

Mañana me operan de la mano derecha, nada importante porque se trata del túnel carpiano pero, molestias de la operación aparte, lo que me da una rabia tremenda es esa manía que tienen en los hospitales de, para cualquier cosilla que te vayan a hacer, advertirte que vayas sin pintar, sobre todo las uñas. Vamos que encima de que las vas a pasar canutas no puedes ni ir mona y digo yo que las de las manos vale ¿pero y las de los pies por qué?. Yo tengo la sospecha de que lo hacen para que te sientas aún más indefensa, sin nada para defenderte, ni siquiera con tus armas de mujer; el caso es que antes te lo hacían sólo para meterte al quirófano y ahora hasta para una gastroscopia fuera pintura y yo, con las uñas sin pintar, me siento como Sansón sin pelo.

Y, por si faltaba algo, me ha dicho el cirujano que tendré que estar ¡3 semanaaaaaaaaaaaas! Con la mano quieta (no escribir, no cocinar, no nada de nada) y terminaré mordiéndome las uñas por la inactividad y dejándome unos muñones horribles, pero tengo la esperanza y casi la certeza de que me van a dejar muy bien y, además, me lo van a hacer en el hospital Quirón y, digo yo, si hace 15 días dejaron estupendo allí mismo a Xabi Alonso y tratan a muchos deportistas de élite ¿qué tienen ellos que no tenga yo para que los resultados sean los mismos?. Bueno en realidad ellos tienen mucha salud, menos años, mucho dinero y puede que otros muchos “muchos” más que yo pero, igual, les gano en esperanza.

Porque cuando llevas 3 años, 9 meses y 15 días pasándolas muy putas, cada vez con más problemas como estoy yo, no te queda otra que agarrarte a la esperanza y decirte a ti misma algo así como: ¿y por qué no va a ser hoy el día en que empezaré a salir de todo esto?.

Así que, a partir de mañana, empiezo mi cuenta atrás de operaciones (tengo 3 programadas) y le doy a mi cuerpo de plazo hasta final de año para empezar a portarse bien y dejarme vivir como antes, cicatrices aparte, aunque eso lo asumo como heridas de guerra, una guerra que, por supuesto, pienso ganar.

19 de julio de 2013

Echar el freno





Yo no puedo estar quieta, soy de las que constantemente tienen que estar haciendo algo e ideando al mismo tiempo qué va a ser lo próximo. En casa me dicen que seguro que tengo un TOC sin diagnosticar porque mi manía por hacer cosas y por el orden no es en absoluto normal; yo me quejo y les quito la razón (sólo faltaba que se la diera) pero no por ello dejo de reconocer que sacar todo de la despensa dos veces a la semana, ordenar los alimentos por orden de utilización, por familias y, dentro de estas, por orden alfabético tampoco es que sea muy común.

Como tampoco lo es ordenar los folletos de los bancos mientras esperas, enderezar los cables de los teléfonos, ordenar el contenido de la guantera de los coches cuando vas de copiloto, tener la ropa guardada por colores y por largos de falda, tener todas las cosas pequeñas en cajas y estas, a su vez, llenas de cajitas o divididas en departamentos, para que esté todo milimétricamente ordenado, los zapatos y los bolsos en estanterías y por colores, sufrir y discutir por una silla 1cm. fuera de su sitio, tener pasión por la simetría y un largo etc.

¿Y para qué hablar de la cocina?, aquí ya es donde me desmadro porque, con independencia de que me gusta mucho, tampoco es que haya necesidad de hacer todo, absolutamente todo, casero, desde las mermeladas a los flanes, pasando por las tartas y terminando por las aceitunas. Como no la hay de tener al mismo tiempo en el congelador granizado de limón, de ciruelas, leche merengada, horchata de avellanas, granizado de leche y colacao y granizado de café (de tres variedades) todo, por supuesto, hecho por mí. En fin que, como me dicen en casa, me falta matar un cerdo y hacer los embutidos y, aunque protesto y les digo que bien que se comen mi lomo de tabla o mi lomo de orza o mis patés, reconozco que tienen razón.

Y cuento todo esto, más bien para entonar un “mea culpa” y para ver si, viéndolo escrito, soy capaz de concienciarme de que tengo que parar, de que estoy como el conejito del Duracell pero con la diferencia de que él lleva las pilas alcalinas y yo (valga el símil) soy como un coche que empieza una carrera a tres cilíndros y a sabiendas de que parte de la gasolina que le entre no la va quemar y va a terminar jorobando el carter.

Así que me voy a ver si aprendo a ver la tele, a estar tumbada en una hamaca leyendo, a que llegue un día la hora de la comida y tener que hacer de urgencia una tortilla de patatas porque no haya preparado previamente dos platos y un postre, a no encender el ordenador, a que no me duelan las manos de tenerlas en el ratón, a aprender a levantarme a las 8 de la mañana en vez de a las 6 y, en definitiva, a meterme en la cabeza que no todo funciona a fuerza de voluntad, a hacerle caso a mi familia cuando me dicen que afloje porque ellos son quienes luego tienen que salir corriendo conmigo.

Así que esta noche apagaré el ordenador y lo encenderé el día que vuelva, porque volveré un día de estos, igual el mes que viene que a finales de octubre, porque a principios me espera una operación quirúrgica de envergadura (aparte de las de las dos manos) que ya hemos tenido que retrasar por no estar en condiciones físicas para hacérmela y, mientras tanto, ¡feliz verano a todos!.

14 de julio de 2013

Las sandalias que me sonaban de algo



A principios del verano le eché el ojo a unas sandalias
Foto tomada de Google
de taconazo de Gloria Ortiz preciosas, de hecho las he visto varias veces y no me las he comprado porque con lo chunga que estoy apenas salgo y porque me sonaban de algo, como si se las hubiera visto a alguien, y me dije: “¿y si me las compro y tengo narices a coincidir con quien sea y me da un cabreo del 10?”, ya veremos luego en las rebajas.

Pero esta mañana, mira tú por donde, me he topado con las sandalias en cuestión y no es que las llevara nadie puestas, noooooooo, las tenía en mi zapatero y encima sin estrenar porque, aparte de que llevan un tacón de 10cm. Es que tienen la suela de cuero y te puedes matar con ellas las primeras veces que te las pongas como no te andes lista.

En mi disculpa diré que las tengo en un color diferente del que las vi y, aun así, me he reñido por viciosa, porque tengo tal manía con los zapatos y muy en especial con las sandalias (y también con los bolsos) que tengo una cantidad mucho más allá de lo razonable, vamos que los tengo en estanterías peeeeeeeeeeeeeeeero tengo una cosa buenísima y es que no me gustan las joyas.

El caso es que como no podía salir a estrenarlas porque no me encuentro bien, me las he puesto por aquí y he estado taconeando un poco y viendo lo guapísima que iba y, mientras lo hacía, me he acordado de un post de hace mucho que viene al pelo y que reproduzco a continuación:

Yo divido los tacones de los zapatos en tres categorías básicas:

1) Los muy cómodos, que son hasta 5cm. de altura y se puede aguantar con ellos lo que te echen (no hablo de ir al monte, por supuesto).

2) Los razonablemente cómodos, que tienen de 5 a 7cm. de altura y son los ideales para trabajar en la oficina (aunque los dos esguinces que me he hecho han sido precisamente en la oficina).

3) Los tacones de la BBC (Bodas, Bautizos y Comuniones), que son de aproximadamente 10cm. y ahí es donde como te descuides te matas con ellos pero vas monísima, ese placer no te lo quita nadie, si no me pasa como el día de aquella boda.

Hace unos años me invitaron a una boda en un pueblo y la ceremonia religiosa era en una Iglesia que hay en el casco antiguo, con calles empedradas.

La boda era a las 12 de la mañana y hacía un día primaveral precioso, yo llevaba un conjunto blanco y rojo y sandalias y bolso rojos. Las sandalias, claro, con tacón BBC, alto y fino.

Dejamos el coche en un parking y allá que nos fuimos hacia la Iglesia todos guapos, yo por las calles aquellas empedradas, toc, toc, toc, con mis sandalias y, de pronto, metí el tacón de la del pie derecho en un pequeño hueco que había entre dos de las piedras del suelo y, al sacar el pie, tacón arrancado, ¡qué tragedia, madre mía¡, faltaban 5 minutos para la boda y yo coja y a 50 km. de mi casa.

Pero ¡ohhhhhh, casualidad! resulta que en la misma calle había una zapatería así que, ni corta ni perezosa, me quité la sandalia y me fui, con ella en la mano y con la otra puesta y cojeando sensiblemente, a la zapatería en cuestión. Había un montón de gente, lo normal de un sábado a las 12, pero yo llegué (con la media y el pie negros como un tizón de andar descalza por la calle) y dije: "por favor, tengo una boda en unos minutos, voy coja y necesito urgentemente otras sandalias rojas ¿me pueden dejar que me atiendan la primera?" y tuve suerte y (risas incluidas) me dejaron y, además, encontré otras sandalias monísimas, esta vez rojo y blanco que sólo tenían una pega: "no tenían tacón BBC", lo tenían razonablemente cómodo.

Lo de llevar el pie negro lo solucioné cuando llegamos al restaurante dónde era la celebración, metiendo el pie en el lavavo, lavándomelo con media incluida y secándomelo con el secador de aire de manos y, como no podía ser de otra manera, entró un montón de gente al baño mientras yo efectuaba todas estas maniobras con el pie en el lavabo y la falda por la ingle.

Luego ¿cómo no? tuve que aguantar el cachondeíto de un amigo mío, también invitado a la boda, que, a pesar de estar sentado dos mesas más allá de la mía, cada aproximadamente 10 minutos se levantaba y le daba una vuelta a su mesa cojeando ostensiblemente y llamando la atención de todo el mundo, vamos como si llevara en un pie una sandalia de 10 cm. de tacón y el otro descalzo.

Yo las primeras veces le decía entre dientes que ojalá se atragantara y otras cuantas maldiciones pero luego, como ser rencorosa no se cuenta entre mis numerosos defectos, terminé riéndome muchísimo. Incluso bailamos después cojeando para rematar la faena y hacer un poco el payaso.

Desde entonces, por precaución, cuando voy a una boda llevo otras sandalias o zapatos de repuesto en el coche por si las moscas.

6 de julio de 2013

María 5 - Palomas 0 y María 0 – Gorriones 5




Foto tomada de la red
¿Qué quiero decir con esto? pues que, rebuscando por ahí, me encontré con que a las palomas les dan miedo los búhos y, de hecho, en muchos hoteles y otros edificios están solucionando el tema de la invasión de palomas con unos búhos de plástico que venden en Inglaterra y que al final no me he enterado de si huelen de una determinada manera o emiten algún sonido.

El caso es que vi la noticia de un hotel de La Coruña donde los tenían y, rápidamente, pensé en llamar a mi prima Mary que vive en Londres porque trabaja en la BP y decirle: “mándameeeeeeeeee media docena de búhos de esos”. Pero luego recapacité y me dejé eso en cartera y pasé al plan B, que consiste en una solución casera porque pensé ¿y si las ahuyentan los búhos de plástico por qué no las van a ahuyentar los búhos de tela, en plan espantapájaros?.

Entonces me acordé de que mi hijo tuvo un búho de peluche y lo tengo guardado junto con más juguetes entrañables, pero pensé que se me iba a estropear de tenerlo al aire libre, así que me puse y con retalitos de tela de lo más estrafalario (la cosa es que “canten y espanten”) hice 6, cinco búhos y una búha. Los he cosido a máquina porque no puedo hacer nada con las manos (aparte de la fibromialgia estoy en lista de espera para que me operen de las dos por lo del tunel carpiano) pero me han quedado razonablemente bien; bueno uno está un poco bizco, cosa que ya me han señalado en mi casa pero yo, con respuesta para casi todo, les he dicho: “mejor, así da más mal rollito y ahuyenta más todavía, hala”.

O sea que llevo 5 días seguidos sin palomas, veremos lo que dura. Ahora bien, quien dice palomas no dice gorriones y estos, como toda su vida, llevan ganándome la partida y se pasean por aquí como Pedro por su casa y se siguen comiendo las plantas que a ellos les gustan y ensuciando un poco.

La lucha de los gorriones ya la abandoné hace muchos años, en la otra casa incluso hubo un tiempo en que, ingenua de mí, pensé que si les ponía comida me dejarían las plantas en paz pero no, se comían el alpiste, lo tiraban por todos sitios (incluso una vez me creció una planta en el desagüe) y, además, se comían las plantas, sobre todo las carnosas y muy especialmente la aptenia (también llamada rocío o escarcha).

Pero ahora, como estoy tan contenta porque no viene ni una paloma, me estoy reconciliando con los gorriones y estoy considerando la posibilidad de comprar una fuente de esas de jardín para que estén fresquitos este verano. Me estoy volviendo blanda, no puede ser.

29 de junio de 2013

No hay boda sin lágrimas...



Dice el refrán que no hay boda sin lágrimas ni funeral sin risas y, analizando, suele ser cierto como, por otra parte, suelen ser muchos refranes.

De lo de las bodas doy fe porque yo misma, a falta de hermanos o cuñados porque tanto mi marido como yo somos hijos únicos, me emocioné en su momento en las bodas de mis primas y ahora me emociono en las de sus hijos o los hijos de mis amigos (esto, quizás, en previsión de que mis hijos me tienen amenazada con que no se van a casar y me van a privar de ejercer de madrina, yo ahí toda mona de teja y mantilla).

Y de lo del funeral también pues esta mañana, sin ir más lejos, y juro que sin tener yo culpa de nada se han producido unas risitas a mi costa en un tanatorio.

Hoy me he desayunado con la noticia de que había fallecido la madre de una amiga muy querida y, a media mañana, nos hemos ido al tanatorio a dar el pésame y acompañarles un ratito. Yo, tanto en las bodas como en los funerales, soy de las que suelen guardar las formas en el vestir y jamás iría a una boda de blanco o negro total ni a un funeral con ropa demasiado estridente, pero hoy se me presentaba la polémica de que me había pintado ayer tarde las uñas de rojo y no me apetecía cambiármelas, más que nada porque como estoy que me desarmo de los dolores me cuesta un montón pintarme las de los pies.

Así he dicho bueno pues me pongo de negro y sandalias y bolso rojo y así voy moderadamente discreta pero no parece que vaya de luto. Y, dicho y hecho, me he puesto lo que mis hijos, tan dados ellos a opinar sobre todo lo mío, llaman el “look viuda alegre” pero sin escote y sólo con un brillito en los labios, hoy formalita.

Pero mis cuidados me han servido de poco porque, aprovechando que había poca gente cuando hemos llegado, me he sentado al lado de mi amiga y su hermana, ambas de luto, y al poco de estar ahí ha llegado un grupo y yo, que estaba la primera en los sillones reservados a la familia según se entra, les he visto por el rabillo del ojo y digo: “ya está, estos me dan el pésame” y dicho y hecho, según me levantaba para evitarlo ha llegado uno con su mujer y me ha plantado dos besos y yo diciéndole: “que lo siento pero que yo no soy de la familia, es que me he sentado ahí!” y él, que no ha debido entenderme o se ha azorado al ver que había metido la pata, respondiéndome: “que no pasa nada, no te preocupes” y yo diciéndole: “no, si pasar no pasa, tú tranquilo” y la mujer, más espabilada que él, dándole un codazo y diciéndole por lo bajini: “si es que estás tonto” y él: "joder que yo no les conozco" y el borde de mi marido en el otro extremo poniendo la cara de inocente y con los ojos muertos de risa y yo, al final, simulando un ataque de tos cuando era de risa y yéndome al baño.

Y, cuando he vuelto, al ver los ojitos risueños de la gente que había por allí me he dicho que sí, que no hay funeral sin risas.

28 de junio de 2013

¿Me lo merezco por fascista?

A mí me da igual que me llamen fascista, facha o “sucedáneos”, de hecho siempre me ha importado tres leches lo que digan o piensen de mí, sobre todo quienes no me conocen, y, honradamente, no me iba a empezar a preocupar ahora que ya paso los 50.

Digo esto porque alguien ha tenido la gentileza de dejar un comentario en mi entrada anterior diciendo, más o menos, que mientras las palomas defequen en casa de una fascista bien hecho está.

La cosa, aparte de surrealista total, tiene su guasa, primero porque el sujeto en cuestión (como casi todo el que utiliza fascista o facha tratando de insultar) parece desconocer el origen y el significado real de la palabra y segundo porque las palomas, con el tamaño de su cerebrito, dudo que sean capaces de saber donde vive alguien de izquierdas o de derechas y de controlar sus esfínteres para hacerlo en tal o cual sitio.

Ello no obstante, para el caso de que algún iluminado tipo el cubano o el coreano ( “defensores” ambos de las libertades y que, segura estoy, el que me insulta no tiene los cojones suficientes para criticar) esté experimentando con palomas y las enseñe a leer y a apuntar con sus excrementos en determinados sitios, el lunes mismo estoy llamando a los albañiles para que me pongan un mosaico en el suelo de la terraza, legible desde el aire, donde diga: “aquí vive una que le vota al PP y, encima, tiene la desfachatez de decirlo” (como tengo sitio me cabe).

Luego, cuando pase el helicóptero de la Guardia Civil o los del ejército fotografiando para hacer mapas y se descojonen a mi costa ya veremos lo que hago. Y prometo también, en cuanto lo tenga, subirme a la azotea y sacar una foto bien mona para ponerla aquí.

Así que, “querido comentarista”, por mí me puedes seguir llamando lo que quieras que, total, el botón para publicarlo o no lo tengo que pulsar yo y, como resulta que soy lavable, tu mierda me resbala, es más los comentarios como el tuyo me dan para, si me apetece ese día, escribir de ello y dejarte en tu sitio, o sea a la altura del barro.

Ah, se me olvidaba, puedes tratar de insultarme (que no conseguirlo) con ese o con el otro nick, ese que tú y yo sabemos, sí hombre, el de tu otro blog (dato que, por supuesto, omitiré porque yo, a diferencia que tú, siento un enorme respeto por las libertades ajenas, incluyendo la de creer en lo que a uno le de la gana).

24 de junio de 2013

Colombofilia, colombofobia y yo me las cargo



Mi abuelo era colombófilo y, de siempre, lo recuerdo enre-
dado con las palomas, pintándolas con sus colores, entrenándolas, llevándolas de competición y todo eso. Parece que lo era desde que era un chiquillo y lo fue hasta su muerte, incluso muy poco antes de fallecer, cuando ya no podía hablar por una trombosis, los miembros de la sociedad a la que pertenecía le hicieron, en reconocimiento a su trayectoria, un homenaje en el casino muy emotivo. Yo, quizás por ello, siempre he visto a las palomas con cariño.

Mi abuela, en cambio, las odiaba por el ruido, por la suciedad y, supongo, por el tiempo que le ocupaban a mi abuelo (de hecho, le decía con sorna: “¿le has dado de comer a tus hijos ya?"). Y, cuando él falleció, regaló algunas a unos amigos, también aficionados, y el resto las vendió (es sorprendente lo que la gente llega a pagar por una buena paloma y los gastos que conlleva esta afición; conozco a uno que las tiene con aire acondicionado y todo, no digo más).

Yo no heredé la afición, aunque le decía a mi abuela y me decía a mí misma que tampoco eran para tanto las molestias que ocasionaban pero heme aquí, cada vez más convencida, a punto de salir a comprarme una escopeta para liarme a tiros con ellas, con las que me lo ponen todo perdido y me tienen de los nervios.

Cuando hace año y medio me cambié de casa, lo que me enamoró de esta fueron los 100 metros de terraza (una cubierta y otra descubierta) y patio pero ¡ilusa de mí!, no sabía yo que 65 de esos metros, o sea la terraza grande, no eran para mí sino para las palomas y a mí me tienen de chacha para limpiarlo y, aun así, no hay forma. Esta mañana he llegado a contar 25 palomas, ahí ellas tan tranquilas, como en su casa.

El año pasado puse dos pérgolas y ponían los toldos perdidos, este año les he quitado las lonas porque tuvimos un incidente un día que hizo un viento huracanado y no tengo gana de que salgan volando y provoquen un accidente y, en sustitución, he puesto tres parasoles grandes y la misma historia, todos los días manchados y yo a manguerazo limpio y al rato otra vez llenas de excrementos. Manchan los muebles, que son de madera, los azulejos, las plantas, las persianas y los cristales y te da miedo hasta salir a tomar el sol por si vienen a hacer sus cositas encima de tí y ya no hablemos de comer o cenar ahí porque capaces son de si dejas la mesa puesta y entras a por algo que falte comérselo o cochinearlo todo. 

Y después de todo dando gracias de que no compré un jacuzzi portátil precioso que vi en el Corte Inglés porque el peso excedía lo que recomendaban que podía soportar la cubierta porque, si no, tenían ahí  las señoritas su estanque a mi costa.

En fin que, entre las palomas que se han adueñado de esta terraza y el patio al que me da miedo salir por la cosa del hamster de la vecina, me queda la otra terraza cubierta a la que, de momento, sólo vienen abejas, moscas, mosquitos y mariposas pero ya estoy elucubrando a ver cuál va a ser el bicho que me eche también de ella.

Eso sí, como me hagan cambiarme otra vez de casa yo me llevo por delante a todos los bichos ¡faltaría más!.

17 de junio de 2013

Los besos y los bolsos de Sofía


Bolso original de Chanel, foto tomada de la red
Sofía es una preciosa niña de dos añitos, es la hija de la chica de la AA.VV. que viene todas las semanas a casa a traernos la lotería.

Está viniendo desde antes de Navidad, cuando lo dejó la anterior miembro de la asociación y siempre, cuando viene con la niña, esta trae una muñeca en la mano, sentada sobre ella en su silleta.

Sofía es una de esas niñas nada llorona y con simpatía a raudales, me da besos cada vez que viene y me deja su muñeca para jugar.

El caso es que a la muñeca le falta un poquito de glamour y, puestos a jugar con ella, me dije: “¿y si le hacemos un bolsito para que vaya mona?”. Y dicho y hecho pero, como yo con los bolsos y los zapatos no tengo ningún control y todos me parecen pocos, empezó a funcionarme la cabeza a todo gas y, con retalitos de tela que tenía por ahí, en lugar de un bolso me salieron 10, desde bandoleras, bolsa para la playa, bolso con asas metálicas (utilizando anillas para ello), hasta una cesta de la compra con una tela monísima con dibujitos de fresas que me sobró de hacer un mantel para la terraza y pasando por una mochila.

Pero ahora tengo un problema y es que no puedo parar, vamos que me ha dado por hacer mini-bolsos (como si no me dolieran las manos lo suficiente) y ahora voy con los de fiesta y, además, pienso hacerle hasta uno imitando el mítico 2.55 de chanel, para el que ya tengo la tela acolchada y todo.

Tal es mi ansiedad con los bolsitos que el sábado me fui de chinos a comprar “charcutería fina”, que diría Marujita Díaz, para utilizarla de cadenas, adornos, etc. y mandé a mi marido de ferreterías a ver si encontraba cierres de imán tamaño mini (no encontró).

El caso es que con los bolsos aún me puedo manejar pero ¿y cuando me de por las sandalias, que me dará, que yo me conozco, quéeeeeeee hagooooooooooo? Porque todo lo más que voy a poder hacerle (por no saber hacer otra cosa, digo) son unas babuchas de tela aunque, bien mirado, se me acaba de ocurrir que siempre puedo comprar algunas hechas y tunearlas a mi gusto. Estoy perdida, de verdad, ¡qué ansiedad más grande, por Dios!.

2 de junio de 2013

La visita del hamster



Hace año y medio conté aquí (http://escribimospensamientos.blogspot.com.es/2012/01/estoy-en-peligro.html) que había oído a mi vecina de arriba decir: “ay hamstercito mío qué guapo eres” y mi miedo (en realidad pánico) porque el susodicho pudiera llegar a mi casa.

Y hoy, mira tú por donde, se ha hecho realidad la pesadilla. Me he levantado a las 7 con los ojos medio cerrados y directa a la cafetera como siempre y me he encontrado a uno de mis hijos en la cocina, le he dicho algo mientras casi a ciegas metía la cápsula en la cafetera y le he oído decir: “Alejandro tiene que contarte algo” (Alejandro es mi otro hijo). Aquí ya me he mosqueado porque he pensado que qué cosa más rara estos dos levantados un domingo a las 7 pero estaba pendiente del café y he pensado que tampoco sería grave el asunto.

A todo esto que llega Alejandro y me dice: “oye, que a las cinco de la mañana he salido al lavadero a poner la ropa en el cesto de la ropa sucia y he visto un hamster”, ¿un quéeeeeeeeeeeeeeeeee? (esto se ha oído como en 1 km. A la redonda y ya no me hacía falta ni el café).

Cuando me he calmado un poco, me ha contado que, tratando de atraparlo, el bicho lo ha toreado con ganas, se ha metido a la cocina, se ha vuelto a salir al lavadero y de ahí al patio (es uno de estos que están divididos en diagonal con el vecino) y, por la abertura que hay por seguridad del desagüe entre los dos patios, se ha ido al del vecino y ya no lo ha podido atrapar. Tampoco se ha acostado porque, si se me ocurría salir y veía al bicho, no me dieran media docena de infartos seguidos y se quedara sin madre.

Como medida preventiva, me he dicho que si el bicho había entrado a la cocina aunque sólo fuera unos segundos primero se imponía una limpieza a fondo así que como, por puro pánico, no podía salir al lavadero les he dicho que abrieran la puerta con cuidado y me entraran todos los trastos de limpiar y dos botellas de lejía.

Luego, como ya estaban despiertos y arreglados, han decidido salir a desayunar fuera y, cuando ya se iban, me ha dado un pálpito y he pensado que el bicho igual se había hecho fuerte detrás de la lavadora o la secadora, así que les he hecho volver para que sacaran todo de su sitio y mirar. Y efectivamente, estaba metido en una zapatilla de deporte que habían puesto para lavar y que, en la trifulca de madrugada, se había caído detrás del cesto de la ropa sucia.

Yo no lo he visto, por descontado, pero han tardado entre los dos más de un cuarto de hora en capturarlo y sacarlo de mi casa para que viva su vida en el campo en libertad. También han sacado a la basura las zapatillas en cuestión porque había aprovechado para roer un poco los bordes de la que se ha encajado (imaginad si era gordo que la zapatilla era del 45), con lo cual me ha costado el episodio más de 100€.

Mientras limpiaba, he estado meditando y llegado a la conclusión de que lleva por lo menos una semana por los patios y durmiendo en una maceta de menta, porque llevo días mosqueada viendo los tallos de menta como tumbados y pensando si no había por ahí un gato haciendo excursiones. Ahora, a lo de las zapatillas, le tengo que añadir todas las plantas que tengo que sustituir (menta, perejil, romero, tomillo, orégano, etc.) porque son las que tengo para cocinar y lo mismo ha tocado o mordido algo.

Dos litros de lejía después, cuando he terminado de desinfectarlo todo por si acaso, me disponía a ir a preguntarle a mi vecina si se le había perdido algún bicho, cuánto tiempo hacía de ello y, de paso, a comentarle que era una irresponsabilidad por su parte no avisar porque yo tengo fobia a los roedores pero mi marido, que se acababa de levantar y se ha perdido toda la fiesta, me lo ha prohibido porque dice que lo lógico es que si me encuentro un hamster pregunte por el edificio si se le ha perdido a alguien. Con un par, vamos, que estoy por decirle a mi hijo que si se encuentra otro de madrugada le haga un biberón y lo acueste no sea que pase mala noche el animalito.

31 de mayo de 2013

Medusa a la vasca

Hay que reconocer que este mes los de la FAO han estado sembrados pues, si a mediados de mes recomendaban comer insectos, ayer se despacharon con que hay que comer medusas porque, por un lado, acabamos con la plaga y, por otro, con el hambre.

Como la FAO depende de la ONU y en esta trabajan, en diferentes departamentos, lumbreras de la talla intelectual de dos de nuestras ex ministras, la verdad es que no me extraña ni lo de los insectos ni lo de las medusas.

Ahora bien, como el movimiento se demuestra andando mientras algún lumbrera no diga lo contrario, yo propongo a estos de la FAO “hacerse un Fraga en Palomares”, es decir, igual que aquel se bañó con su Meyba sobaquero y grandes dosis de cinismo para demostrar que lo de la bomba de Paco no era nada, que estos de la FAO se coman en público lo que predican que tienen que comer los demás.

Y, como muestra de buena voluntad por mi parte, les voy a dar ideas para un menú completo, postre incluido:

1) Primer Plato: Crema de medusa

Ingredientes:

1 a 2 Medusas de buen tamaño (a pajera abierta, sin miedo, que son gratis).
Agua
1 Patata (pequeña, sin abusar)
1 Cebolla también pequeña
2 Cucharadas de harina agusanada (dicen ellos que los gusanos de la harina son la leche en plan proteico y ácidos grasos).

Preparación:

Lavamos la medusa y la ponemos a cocer media hora con la patata y la cebolla.

Trituramos todo y reservamos una parte para el segundo plato, que no está la cosa para dispendios.

Añadimos las dos cucharadas de harina para espesar el caldo.

Como flotarán los gusanitos de la harina, nos ahorramos ponerle picatostes.


2) Segundo Plato: Medusa a la vasca

Ingredientes:

4 Medusas medianas
El caldo de medusa que hemos reservado del primer plato.
2 Huevos duros (de serpiente o bicho similar que habremos salido a buscar gratis al campo).
1 Ajo
2 a 3 cucharadas de harina con sus gusanitos correspondientes.
4 a 8 Grillos o saltamontes (sustituto de las gambas)
200 grs. de escarabajos patateros (sustituto de las almejas)
100 grs. de chinches verdes (sustituto de los guisantes)
Perejil
4 tallos de hinojo cogidos de la orilla de la carretera (sustituto de los espárragos)
1 vaso de agua (para sustituir el vino blanco)
Aceite
Sal

Preparación:


Escaldamos todos los bichos en agua con sal teniendo la precaución de estar con un matamoscas al lado por si se nos quiere fugar alguno.

Calentamos el aceite en una cazuela y doramos ligeramente los ajos.

Apartamos del fuego y rehogamos ligeramente la harina y añadimos el perejil.

Añadimos el caldo y el agua y, cuando rompa a hervir, añadimos la medusa y la tenemos 4 o 5 minutos.

Le damos la vuelta a la medusa y colocamos encima los grillos, el hinojo y los escarabajos patateros.

Espolvoreamos con las chinches verdes y colocamos los huevos partidos a cuartos o a rodajas.

Tenemos un par de minutos al fuego, retiramos y dejamos reposar un poco antes de servir.


3) Postre: Sorbete de oruga con perlitas de ámbar rellenas.

Ingredientes:

Azúcar
Orugas
Agua
Moscas

Preparación:

Trituramos las orugas con agua y azúcar y ponemos en el congelador en copas.

Hacemos caramelo rubio (para que parezca ámbar), ponemos pequeñas cantidades sobre papel de cocina y, rápidamente para que no se enfríe, ponemos una mosca en cada montoncito y envolvemos.

Decoramos cada copa de sorbete con perlitas al gusto.


¿A que da muchísimo asco?, pues más, infinitamente más, está dando toda la gente que nos desgobierna, hasta el extremo de que dan ganas de ser como la otra Medusa, la mitológica, e ir por ahí convirtiendo en piedra a todo político/ dirigente que mires a los ojos.

29 de mayo de 2013

La Tostadora

Como este mes estoy de reposiciones, allá va eso:



Yo soy sonámbula desde siempre;  normalmente 
me paseo por la casa, generalmente a oscuras, voy al baño, a la cocina, mantengo una conversación más o menos incoherente con alguien de mi familia si me los encuentro (dicen ellos que contesto algo) y vuelvo a la cama yo solita.

Pero, algunas veces, el sonambulismo se sale un poco de lo normal, como el día de la tostadora. Porque una noche me levanté, fui a la cocina, cogí una tostadora, me volví a la cama y la  puse entre mi marido y yo.

La cosa no hubiera pasado de una simple anécdota de no ser porque mi marido, durmiendo, se dio la vuelta y se clavó la tostadora en los riñones. Yo me desperté cuando le oí gritar jurando en arameo y echándose mano a los riñones.

Al principio, como es muy raro que él se enfade y yo estaba medio dormida, pensé que le había dado un cólico nefrítico y me dije a mí misma: "doler duele, pero tampoco es para que grite de esa manera, qué poco aguante tienen los hombres, por Dios".

Al momento me dijo que se había clavado la tostadora, que por qué me la había llevado a la cama, que mirara la señal que se le había hecho, que si quería matarlo, que qué iba a ser lo próximo y no sé cuantas cosas más, la verdad es que estaba realmente enfadado. Yo, haciéndome la digna, le dije:"oye, pues menudo escándalo que estás montando por una tontería de nada, si la tostadora ni siquiera estaba enchufada y ni te has quemado ni te va a quedar marca, aún puedes dar gracias" y, acto seguido, di media vuelta y a dormir de nuevo. Entre sueños le oí decir que probablemente no la había enchufado porque el cable no llegaba al enchufe y no sé cuantas cosas más.


A la mañana siguiente a él ya se le había pasado (que no olvidado), tiene muy buen carácter, pero yo medité sobre el asunto de la tostadora y reconocí dos cosas: primera que realmente llevaba la marca en los riñones y segunda que lo levantarme de madrugada y llevarme el cuchillo jamonero para ponerlo debajo de la almohada ante sus ojos atónitos estaba muy reciente

26 de mayo de 2013

La teoría de los dos pollos

Foto tomada de Google



Ayer publicaba María ( http://miplumadecristal.blogspot.com.es/2013/05/trucos-para-llegar-fin-de-mes.html ) una serie de consejos para ahorrar en estos tiempos tan difíciles que nos está tocando vivir.

Como animaba a dar ideas, contribuí con un comentario en el que, más o menos, le decía que en la compra y la cocina se puede ahorrar mucho si se organiza bien el tema y hoy publico mi teoría de los dos pollos (estoy en plan Einstein total, de esta me dan el Nobel). Allá va:

Por comodidad, por no andar troceando el pollo, muchas veces tendemos a comprarlo en piezas sin, quizás, darnos cuenta de lo que nos podemos ahorrar comprándolo entero, así que, como lo mío de toda la vida son los números, detallo a continuación mi teoría:

1) Compra dos pollos de 2kg. Cada uno a 2,05€/ kg. = 8,20 €

Y de aquí (salvo que el pollo sea cojo), sacamos:

4 pechugas
4 muslos y contramuslos
4 alas
2 esqueletos

2) Compra las mismas unidades de despiece por separado: 14,50 €

a) 4 pechugas: 1 kg. Aproximadamente a precio de formato ahorro = 5,50 €
b) 4 muslos y contramuslos: 2 kg. Aproximadamente a precio de formato ahorro = 4,90 €
c)4 alas: 500 grs. aproximadamente a precio de formato ahorro: 2,35 €
d) 2 esqueletos: 500 grs. aproximadamente: 0,75 €

Y así, como el que no quiere la cosa, nos hemos ahorrado en 4kg. De pollo la friolera de 6,30 €, es decir, un 76,82%, porcentaje que acojonaría si estuviéramos hablando de cantidades mayores ¿no?.

Como tampoco es plan de estar comiendo todo el día pollo, yo propongo congelar y con los dos pollos hacer las siguientes comidas:

  1. 2 Pechugas fileteadas a la plancha o a las finas hierbas con guarnición de verduritas en ambos casos.

  2. 2 Pechugas rellenas.

  3. 4 muslos y contramuslos asados con guarnición de patatas enanas (otro día cuento mi teoría de la patata) o al tomillo.

  4. Alitas barbacoa (para esto hay que juntar más alas que con 4 no hay para nada).

  5. Caldo con los esqueletos, añadiéndole un hueso de jamón, otro de ternera, un chorizo, una patata, una zanahoria y un nabo (y más verduras, como puerro, si se quiere). Luego, para que no se entere ni el Tato (el Tato son los niños) de que el caldo lleva verduras, se tritura y se cuela y sale un caldo estupendo y espeso. Hay para dos veces con esto.

  6. Y ya, si queremos rizar el rizo, no habremos dejado los esqueletos muy pelados de carne y con ella, el chorizo y el jamoncito del hueso y una bechamel podemos hacer unas croquetas riquísimas que no tienen nada que ver con lo que venden por ahí congelado.

    Resumiendo, que merece la pena trocear los pollos, total cuando llevas mil o dos mil lo haces como si nada. Lo de la cantidad es broma, pero sí, realmente hay muchas cosas que nos pueden hacer ahorrar en la compra, lo del pollo no es más que un ejemplo, y ya sabemos, como aquella del anuncio, tacita a tacita...abrigo de visón que me compro.

24 de mayo de 2013

Coitus interruptus






Foto tomada de Google

Ayer por la mañana iba a lavar unos caracoles que había tenido tres días ayunando para ponerlos al sol en agua y que sacaran la molla y, al cogerlos, me vi a dos de ellos copulando y, la verdad, no tuve valor para separarlos y lo dejé para al cabo de un rato diciéndome a mí misma: "pobrecitos, total va a ser la última vez que lo disfruten" y, a continuación, me vino a la cabeza el chiste aquel tan tonto de uno que decía que la mayor ilusión de su vida sería hacer el amor con una vieja y, al ser preguntado por el motivo, respondió que porque seguro que la señora, pensando que podía ser la última vez que se veía en el tema, le pondría tal interés a la cosa que aquello tenía que ser la leche de bueno.

Pero el caso es que entré varias veces a la cocina y ellos a su marcha, no se separaban, y ya me dio por pensar si  es que los caracoles eran unas fieras, sexualmente hablando, y entonces me fui al Google a buscar algo de información y, cuál no sería mi sorpresa, que descubrí que cada cópula entre caracoles dura entre 4 y 7 horas (por lo visto son lentos hasta para eso) así que me miré el reloj y me dije a mí misma: "como les he visto a las 9 y ya estaban liados, les doy de plazo hasta la 1 de mediodía que es cuando hace las 4 horas".

Pues dicho y hecho, a la una volví dispuesta a lavarlos y a ponerlos en agua al sol y aún seguían liados, yo los miraba fijamente y ellos ni caso, dándole al temita sin parar así que se me planteó el dilema de si les dejaba tres horas más hasta cumplir las 7 o los lavaba y, egoístamente, opté por lo segundo porque se me iban a pasar las horas de sol y si les hacía sacar la molla con agua caliente no están igual que al sol.

Y me dio pena, la verdad, porque pensé que igual iban a tener un coitus interruptus por mi culpa pero, teniendo en cuenta que llevaban como mínimo 4 horas liados (que yo supiera), los lavé y dije: "pues ya que todo el mundo pillara un coito de 4 horas".

VER AHÍ EL VIDEO QUE ES MUY MONOOOOOOOOO (SOBRE TODO EL BESITO DEL MINUTO 1):

http://escribimospensamientos.blogspot.com.es/2011/04/coitus-interruptus.html

(Lo pongo así porque no me deja ponerlo de Youtube)



P.D. Esto es una reposición y ¿por qué lo repongo?, pues porque estamos en época de caracoles y este video me gusta mucho.

21 de mayo de 2013

La operación biquini del gato

Hoy me he enterado, viendo un anuncio en televisión,
de que los gatos engordan aproximadamente un 30% cuando los esterilizan (o sea, cuando los capan que esto de esterilizar suena a que los hierven).

Y he sabido de ello porque una conocida marca de alimentos para animales ha sacado un producto para gatos light, ya no sé si los gatos adelgazan comiendo eso o es que no engordan, pero para el caso es lo mismo, el tema es que parece que están los gatos de operación biquini.

La verdad es que no me gustan nada los gatos, el primer motivo es porque uno de mis primeros recuerdos de la infancia es mi pelea con la gata que había en casa porque la muy ladina me quitó un trocito de jamón que me estaba comiendo. Ganó ella, por supuesto, y me arañó y me mordió, con lo cual se ganó que mi padre la echara al coche y la dejara en algún sitio y nunca más volvió (no le pasó como al del chiste aquel que, harto de que la mujer le hiciera más caso al gato que a él, se lo echó al coche y lo dejó tres veces por ahí y antes de que él volviera las dos primeras veces ya había vuelto el gato. La tercera vez llamó por teléfono a casa y le dijo a la mujer: “oye ¿ha vuelto el gato?, si ha vuelto que se ponga al teléfono y me diga qué camino ha seguido que yo me he perdido y no sé volver”.

El segundo es motivo es la gata de mi antigua vecina, una de estas gatas pijas (no recuerdo la raza) terriblemente insoportable que se pasaba la vida colándose a mi casa en cuando pillaba una ventana abierta y rompía lo que a ella le apetecía. La puñetera gata no comía nada en mi casa (yo intenté picarla dándole de todo a ver si la cebaba y un día podía envenenarla)

Y el tercero un gato pequeñajo que, a instancias de mi hijo que se encaprichó de él en el campo de mi prima, tuvimos un mes en casa y terminé devolviéndolo al campo porque, aparte de romperme unas cortinas y rajarme la tapicería de un sofá, quería matarme de un infarto y se escondía debajo de las estanterías o donde se le ocurría y me salía a traición.

A la conclusión que llegué con este gato es que estos bichos te tienen a tí en lugar de tú a ellos como puede pasar con un perro. El gato se pone encima de tí cuando le apetece, te mira como diciéndote ¿tú qué sabrás? Y, por supuesto, hacen lo que les da la gana.

El caso, volviendo a la comida esa light para gatos, es que hay mercado para todo, incluyendo el de mascotas, y si no que me lo pregunten a mí que un día, haciendo tiempo porque me fui al Corte Inglés sin coche y esperaba que vinieran a buscarme, me metí en lo de las mascotas y le compré al perro un impermeable amarillo como el del Capitán Pescanova y 4 botas de agua.

El perro iba de dulce, todo hay que decirlo, pero no pude ponérselo más que una vez porque el caucho de las botas se le escurría con el brillo del suelo y se quedaba ahí despanzurrado; así que, cada vez que me veía con el impermeable y las botas en la mano, salía huyendo el muy cobarde.

18 de mayo de 2013

El ratón de Pili (Reposición)

Hoy necesito reírme y, por casualidad, me he acordado de esta
 historia y, más casualidad todavía,  he visto que publiqué  esto
hace exactamente 3 años, en mis inicios del blog,  así  que he decidido reponerlo:

El verano pasado entró un ratón en el chalet de unos amigos, a los que llamaré aquí Pepe y Pili, él es miembro de las fuerzas de seguridad del Estado y ella es una andaluza graciosísima. Cuando vio el ratón, Pili estaba colocando la compra y llevaba en las manos dos sprays insecticidas. Nada más verlo, hizo lo normal, se subió a una silla y llamó a su marido gritando:

"Pepeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee", mientras tanto el ratón se escondió detrás del mueble más grande del salón y, acto seguido, la conversación se desarrolló como sigue:

Pepe: ¿Qué te pasa Pili? ¿por qué gritas así?.

Pili: Ayyyyyyyy Pepe, qué susto por Dios, hay un ratón ahí.

Pepe: ¿Estás segura Pili?.

Pili: Vamos a ver Pepe ¿tú crees que iba yo a estar subida en la silla si no hubiera un ratón?

Pepe: Vale, Pili, voy a por una escoba.

Pepe regresa con la escoba, mueve con gran esfuerzo el mueble detrás del cual estaba el ratón y, cuando este asomó la nariz, se lió a escobazos con él; pero el ratón se le escapaba y Pepe rompió la escoba y tuvo que ir a por otra. 

A todo esto Pili echando insecticida con las dos manos en dirección al ratón. Cuando Pepe volvió con la otra escoba, se inicia el siguiente diálogo:

Pepe: ¿Pili se puede saber qué haces echando insecticida que no se puede respirar aquí?.

Pili: Muy fácil Pepe, quiero matar al ratón.

Pepe: Pili, te recuerdo que un ratón no es una mosca, no se le puede matar con insecticida.

Pili: Pepe, me da lo mismo, si no se muere seguro que se le ponen los ojos malos y no te ve cuando le arrees con la escoba.

Pepe, resignado, se pone de nuevo a perseguir al ratón, tratando de darle con la escoba pero no lo conseguía y Pili, ya desesperada le dice:

Pili: Pepe, saca la pistola y pégale dos tiros al ratón.

Pepe: Pili ¿tú sabes lo que estás diciendo?, ¿cómo le voy a pegar dos tiros al ratón?.

Pili: Pues muy fácil Pepe ¿no haces tú tantas prácticas de tiro y estás siempre presumiendo de puntería?, tú coges la pistola, lo acorralas y le pegas dos tiros.

Pepe: Pili que te digo que no le voy a disparar al ratón bajo ningún concepto.

Pili: Pepe, a ver si va a resultar que todo un (le dijo su graduación) no va a tener cohones a matar un ratón a tiros.

Pepe: Piliiiiiiiiiiiii, no me los toques ¿eh? no me lo toqueeeeeeeeees.

Pili: Lo que yo te diga Pepe, que no eres capaz de pegarle dos tiros a un ratón.

Ahí es donde Pepe reaccionó y, de un escobazo, mató al ratón. La pistola no la sacó pero luego confesó que, por un momento, le dieron ganas de...


15 de mayo de 2013

Si no se hubiera ido




Ayer terminé de leer “El Tango de la Guardia Vieja”, el último libro de Arturo Pérez Reverte al que, Capitán Alatriste aparte, soy adicta. Y, aunque he leído todo de él siempre vuelvo a mi favorita, a su entrañable Carlota Bruner (personaje de “La Piel del Tambor” que se vuelve loca esperando la llegada de su amado que, en busca de fortuna para, siguiendo los parámetros de su familia, ser digno de ella, se embarcó a las Américas y nunca volvió a verla con vida pues, cuando volvió rico, ella había muerto enloquecida por la pena de no tenerle y de no tener noticias suyas porque su padre le requisaba la correspondencia).

En su momento, Pérez Reverte confesó que una canción, en concreto las Habaneras de Sevilla, de Carlos Cano, le había inspirado el personaje en cuestión y la verdad es que la retrata a la perfección





Pero hay más canciones que, por uno u otro motivo, me recuerdan a Carlota, como por ejemplo “En el muelle de San Blas”, de Maná, o “Le llamaban Loca”, de José Luis Perales, ambas protagonistas locas por ausencia de su amado.






Y pienso, volviendo a Carlota, en qué hubiera sido de su vida si él no se hubiera ido; probablemente , como dice Marco Antonio Solís, sería tan feliz




porque, sin duda, él le ofrecería hasta traerle perlas de lluvia de un país donde jamás llueve, como decía Jacques Brel en su "ne me quitte pas"







y ella, como Edit Piaf, vería “la vida en rosa”




pero, como él partió y no regresaba, no pudo evitar, al igual que Aznavour, “mourir d'aimer (morir de amar)” porque debe ser terriblemente duro no tener noticias de quien amas, hasta el punto de ser capaz de enloquecer de ausencia.



2 de mayo de 2013

El emperador, las galletas María y las zapatillas



Foto tomada de Google, si está protegida la quitaré de inmediato de si me avisan.
El otro día hice de comer emperador a la plancha y berenjenas rebozadas; la cosa, por supuesto, no tiene nada de extraordinaria, es una comida de lo más normal, pero a mi hijo mayor se le ocurrió recordarme una de las mil perrerías que, siendo pequeño, me hizo mi otro hijo.

Y una de ellas tiene que ver con el emperador precisamente. Resulta que un día comiendo en un restaurante, con mis primos, cónyuges e hijos, pedí emperador a la plancha para comer y a mi hijo, que estaba sentado a mi lado, le pedí otra cosa (no recuerdo qué, pero fue lo que él quiso, por descontado) y el muchacho, cuando llegó el camarero con los platos, va y le dice: “¿y no podría yo comer también emperador, es que mire Ud. que mi madre no me da nunca y a mí me apetece?.

Yo no sabía si estrangularlo en directo o meterme debajo de la mesa, porque eran épicas mis persecuciones detrás del niño para que comiera pescado y a él no le daba la gana. El caso es que, sin comérmelo ni bebérmelo, quedé como la madrastra de Blancanieves y el niño se comió mi plato y yo no me comí el suyo porque del disgusto que tomé se me quitaron las ganas. Ello no obstante, cuando pocos días después le presenté en casa un plato de emperador no le dio la gana de comérselo, como de costumbre y así sigue de adulto.

Y, recordando las “monerías” del nene, que era un cabrito de marca mayor, me vinieron a la memoria otras dos cosas y nos echamos unas risas con ellas, primero la de las galletas María y luego la de las zapatillas.

Lo de las galletas María me la hizo por partida doble, primero haciendo la compra (era comprador compulsivo y cogía todo lo que estaba a su alcance) echó al carro un paquete de las susodichas galletas y yo, como a nadie le gustaban en casa y comíamos Chiquilín, las devolví al estante. Cuando vio que las devolvía, pegó la hebra con un señor mayor que estaba a mi lado haciendo la compra (siempre se ha llevado muy bien con la gente mayor) y le dijo: “¿Sr. sabe Ud. que mi madre no me quiere comprar galletas María a pesar de que a mí me gustan mucho?. El hombre, como el nene era la personificación de la inocencia tan rubio y mirando con esos ojazos “inocentes”, sintió pena por él y me dijo que, si yo quería, él pagaba las galletas pero que no dejara al niño sin ellas.

Yo igual, tierra trágameeeeeeeeeee, más roja que un tomate y tratando de explicarle al señor que el nene mono lo que comía eran galletas Chiquilín y que estaba hasta el moño de tirar las cosas que cogía en el super por el puro placer de comprar. Al final, por supuesto, el hombre no me creyó y yo me terminé llevando las galletas que nadie se comió.

Pero el asunto de las galletas María no terminó allí, nooooooooooo ¡qué va!, porque a los pocos días fuimos de visita y como era la hora del café le ofrecieron al niño unas galletas María y tuvo el cuajo de comérselas a pesar de que yo le dije a la señora que no se molestara que no le gustaban; en realidad se las comió y le dijo mirándome a mí ladinamente: “es que como mi madre no me las compra...”.

Pero, con todo, eso no fue lo peor de lo que hemos recordado, porque lo que más me dolió fue lo de las zapatillas y el otorrino. Tenía el niño unas hemorragias nasales tremendas y, en varias ocasiones, le tuvieron que cauterizar las venas y el otorrino, en una de ellas, le dijo que procurara no resfriarse, no andar descalzo y todas esas cosas que suelen hacer los niños. El muchacho, como no estaba por la labor de confesar que hacía todo eso porque le apetecía, buscó rápidamente un culpable para lo de andar descalzo y le dijo al médico: “es que yo no andaría descalzo si tuviera zapatillas de andar por casa, pero como mi madre no me compra pues no tengo más remedio que ir descalzo”.

Ahí ya no es que yo estuviera a punto de matarlo por mentiroso, es que no me dio un infarto porque Dios no quiso porque, entre las carcajadas del médico, que ya le tenía la medida tomada, y visualizar su zapatero donde, entre otras más normales, tenía tres pares de zapatillas de dinosaurio, oso y mono respectivamente, yo me atragantaba y veía en rojo y no podía ni hablar. El caso es que no lo maté, pero confieso que ese día me faltó el canto de un duro.

29 de marzo de 2013

Con un par de huevos (y alguna cosa más)


Pues eso, que con un par de huevos (eran XL, eso sí) y alguna cosilla más he hecho parte del aperitivo de hoy y el postre.

Los cupcakes son salados y rellenos (unos de salmón con tápenas y los otros de piquillos con anchoas) y lo otro, como se ve, es una tarta de chocolate, pero todo en tamaño mini porque así se te quita el mono y el pecado es menos grave.

Y, por si alguien le interesa, lo he hecho con:

1) Ingredientes para la masa:
2 huevos XL o 3 L
3 tazas de café de harina
1 cucharada sopera de levadura Royal (o un sobrecito)
1 taza de café de aceite (hoy le he puesto girasol)
2 tazas de café de leche (semi)
1 pizca de sal (un día disertaré sobre la pizca)

Para añadir después:

1 cucharada sopera de eneldo
2 cucharadas soperas de azúcar
2 cucharadas soperas de cacao en polvo

2) Ingredientes para los cupcakes:

a) Para los de salmón:

100 grs. de salmón ahumado
15 tápenas (alcaparras)
200 grs. de queso Philadelphia o similar (mejor todavía si es queso con salmón).

b) Para los de piquillo y anchoas:

1 lata de anchoas pequeña
200 grs. de queso Philadelphia o similar (hoy le he puesto la variante de finas hierbas)
Pimientos de piquillo (o cualquier otro de lata).
2 cucharadas soperas de mantequilla

3) Ingredientes para la tarta:

200 grs. chocolate blanco
200 grs. chocolate negro o con leche
200 ml. De nata de repostería (35% m.g.)
Licor de chocolate o, en su defecto, cualquiera que nos guste o un almíbar.


4) Preparación:

1) Masa (que, con ligeras variantes, nos va a servir para los tres):

Tamizamos la harina con la levadura y la pizca de sal y reservamos.
Batimos los huevos con las varillas hasta que espumeen.
Añadimos la leche y batimos de nuevo.
Añadimos el aceite y batimos de nuevo.
Añadimos, poco a poco y con movimientos envolventes, la harina tamizada con la levadura y mezclamos hasta integrar bien en la masa.
Dividimos la masa en tres recipientes y:

Uno lo dejamos tal cual
A otro le añadimos una cucharada sopera de eneldo y mezclamos
Al tercero le añadimos dos cucharadas de azúcar y dos cucharadas de cacao en polvo (cualquiera, incluso Cola Cao, yo hoy le he puesto Nestlé Gold).

2) Cupcakes de salmón:

Partimos tiras de 1cm. X 6/7 cm. (aproximadamente) de salmón y los enrollamos con una tápena en el centro.

Ponemos moldes de papel dentro de moldes de silicona, rellenamos hasta la mitad con la masa a la que hemos añadido el eneldo, ponemos dentro los rollitos de salmón con tápenas y cubrimos con más masa (no rellenar más de 2/3 de la capacidad para que no rebose).

3) Cupcakes de pimiento y anchoas:

Enrollamos las anchoas

Partimos tiras de 1 cm. X 6/7 cm. (aproximadamente) de pimiento y envolvemos la anchoa enrollada con ellas.

Ponemos moldes de papel dentro de moldes de silicona, rellenamos hasta la mitad con la masa que hemos dejado tal cual, ponemos dentro los rollitos de anchoas con pimientos y cubrimos con más masa (no rellenar más de 2/3 de la capacidad para que no rebose).

4) Ponemos al horno, previamente precalentado, 10/ 15 minutos (esto depende del horno) a 180º con calor arriba y abajo, sacamos, desmoldamos y dejamos enfriar.

5) Metemos al horno en un molde redondo el resto de la masa a la que habremos añadido el azúcar y el cacao en polvo y lo dejamos aproximadamente 20' con calor arriba y abajo a 180º (pinchar con brocheta y comprobar), sacamos y dejamos enfriar en una rejilla.

6) Cobertura de los cupcakes:

a) Pimiento y anchoas:

Batimos el queso junto con la mantequilla blandeada y un pimiento (la mantequilla es para que esté un poco más duro porque el pimiento blandea el queso y así poder usar la manga pastelera).

Ponemos en la manga pastelera y decoramos con la boquilla que nos guste.

b) Los de salmón:

Batimos el queso, metemos en la manga pastelera y decoramos.

Ponemos encima unos trocitos de salmón enrollados como si fueran rositas.

7) Preparación de la tarta:

Fundimos en el microondas cada chocolate en un bol distinto con 100 ml. De nata cada uno de ellos y dejamos enfriar.

Partimos el bizcocho en dos horizontalmente y lo bañamos con licor de chocolate o el que queramos.

Ponemos chocolate blanco entre las dos capas de bizcocho y cubrimos todo con el resto (laterales incluidos).

Dejamos que se ponga el otro chocolate lo suficientemente duro como para manejar con la manga pastelera y decoramos.


8) Observaciones:

Con estas cantidades salen 15 cupcakes de cada y la tartita de 15cm.


P.D. No publico ni voy a visitaros porque estoy chunga, a ver si me "reparan" y vuelvo a la normalidad.


Ahora pongo la foto de la tarta que me falta decorarla.(No he llegado a tiempo, se me ha ido el santo al cielo y nos la hemos comido).


Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...