29 de julio de 2010

CONTINUACION DE LA ENVIDIA

¿Quién de nosotros no conoce a alguien que es más atractivo, más simpático, más inteligente o tiene mejores estudios? O tal vez sea una persona que goce de mejor salud, disfrute de un trabajo más gratificante, logre más cosas o tenga más amigos.

Quizá posea más bienes, más dinero, un coche de lujo o parezca ser más feliz. ¿Nos comparamos con alguien así? ¿Es inevitable hacerlo?

¿Por qué nos comparamos con los demás?. Una explicación sostiene que es para conservar o aumentar la autoestima: al ser humano le gusta comprobar que tiene tanto éxito como sus semejantes. También se ha afirmado que las comparaciones sirven para despejar dudas sobre nosotros mismos, pues nos permiten tener una idea de lo que somos capaces de conseguir y cuáles son nuestros límites.

Cuando observamos los logros alcanzados por personas que en muchos aspectos son como nosotros, llegamos a la conclusión de que podemos cumplir con metas parecidas.

Las comparaciones casi siempre se hacen entre personas que se asemejan son del mismo sexo, tienen una edad y nivel social parecido, y se conocen. Es menos probable que una persona se compare con otra si existen grandes diferencias entre ambas.

¿En qué campos suelen hacerse comparaciones? Por lo general respecto a cualquier posesión o atributo que se considere de valor, como la inteligencia, la belleza, la riqueza o la forma de vestir. Y tendemos a compararnos en los aspectos que nos interesan. Probablemente no envidiaremos el tamaño de la colección de sellos de un conocido, por ejemplo, a no ser que nos interese la filatelia.

Las comparaciones provocan toda una gama de reacciones, desde la alegría hasta la depresión, desde la admiración y el afán de imitar, hasta el malestar y el antagonismo.

Dicho proceder suele herir sentimientos. Según cierta escritora, “nuestros fracasos son más dolorosos cuando parece que las personas que están en nuestra misma situación han obtenido los bienes a los que nosotros aspiramos”.

De un espíritu competitivo surgen la envidia, el resentimiento y el malestar para con los demás a causa de sus posesiones, prosperidad, posición social, reputación, ventajas, etc. Esto a su vez origina más rivalidad y forma un círculo vicioso.

A fin de proteger su autoestima herida, el envidioso menosprecia los logros de sus rivales. Este tipo de reacciones tal vez no parezcan tener tanta importancia, pero si no se reconocen y controlan, pueden terminar en ofensas intencionadas.

Un ejemplo es el Rey David el se distinguió en el campo de batalla. Las mujeres de Israel loaron sus gestas cantando: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”. Aunque Saúl estaba recibiendo alabanza, consideró humillante aquella comparación, y empezó a corroerle la envidia. A partir de ese momento, comenzó a ver a David con malos ojos, y poco tiempo después llevó a cabo el primero de varios intentos de asesinarlo. ¡Cuánta maldad puede desencadenar la envidia!

Así pues, si al compararnos con otras personas con sus proezas o sus logros, notamos que afloran en nosotros sentimientos como la envidia o la competencia, tengamos cuidado. Estas son emociones negativas e incompatibles.

10 comentarios:

wppa. dijo...

La envidia revela una deficiencia de la persona del ser envidioso que no està dispuesto a admitir.
Si el envidioso estuviera dispuesto a saber de si, a reconocerse ,asumiria ante los demàs y ante si mismo sus carencias.
Buen tema , bien explicado como siempre y bueno para debatir.
Un beso
wppa.

María dijo...

Yo hago mía aquella frase de Napoleón y digo: "La envidia no es más que una declaración de inferioridad", el problema, claro está, es en el daño que puede hacer la persona que hace la susodicha declaración.

Besos

D'MARIE dijo...

Namases felicitaciones exquisita la forma de plantear el tema la envidia...todos somos seres humanos,llevamos mas o menos esta parte tenebrosa,,lo importante es..poder, ser generosos con nosotros mismos y poder pensar,como no ser parte de este estado tan horrible,como es la envidia natural..Besis

Scarlet2807 dijo...

Guardaespaldas, te diré lo mismo que le dije a María en su escrito, para mí la envidia es uno de los peores defectos, ya que es "caldo de cultivo" para muchos más..
Es desear los logros de los demás, sin asumir nuestras incapacidades y limitaciones...

Un beso, Scarlet2807

PD: A cualquiera le perdono , que me deba el abrazo de "cumple" a mi guardaespaldas no. En mi país cuando se da atrazado, en castigo es doble...
(Es una mentirita, pero, no tienes como comprobarlo)
jajajajajajajajajajajaj

SalvaX dijo...

Por desgracia, la envidia es un impulso casi imposible de evitar.
Lo deseable sería sublimar este sentimiento en una deseo de autosuperación, no de competición.
Por lo menos, intentemos que no se convierta en una pulsión negativa y agresiva hacia la persona envidiada.
Pero ¡somos humanos! y "Errare humanum est" (...o algo así)
Admiro tu capacidad de descripción.
Un saludo.

Miranda dijo...

Mannnn:

Como seres humanos que somos en algún momento sentimos envidia (no comulgo con la idea de decir "envidia de la buena"), lo mejor en estos casos es transformar toda esta energía negativa en positiva y de esta manera conseguir lo que tanto anhelamos.

Como siempre, nos dejas una buena reflexión (ya extrañaba leerte). Gracias por tu aporte.

Besitosss.

* Inés * dijo...

Un tema apasionante, que pienso muchas veces, lo sufro en carne propia, por gente que no entiendo qué envidian de mí.
Me ha gustado tu forma tan elegante de tratarlo, los ejemplos históricos que lo acompañan y la reflexión final,impecable.
Gracias,Manasés, me convences y alegras cuando escribes, me conmueves cuando faltas, con tu juicio.

LIA50 dijo...

Desgraciadamente pude ver muy de cerca lo que la envidia puede hacer de las personas, llegan al punto de querer dañar a aquellos a los que envidian, por su propia incapacidad. Manases como siempre muy profundo en tus reflexiones.Besotes Lía.

Carmen dijo...

Muy buena exposición ¿de qué me extraño?, es lo habitual en tí. Respecto a la envidia diré que, en demasiadas ocasiones, se hace un daño irreparable y gratuito.

Un beso

Alejandro dijo...

Desmenuzas los motivos con mucha habilidad, sé que me repito pero envidio tu capacidad para escribir diseccionando el tema.

Un abrazo, Amigo

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...