14 de noviembre de 2011

Me he cargado a la negra



Como sabe hasta el Tato (porque lo he puesto más de una vez), me he cambiado de casa y, aunque he tardado más que tardaron en construir El Escorial porque ni estoy para muchos trotes ni tenía prisa, ya puedo decir eso de "ya estáaaaaaaaaaaa", en realidad aún me falta amueblar una de las terrazas, cosa que no haré hasta la primavera porque esa es la que da al norte y no la vamos a utilizar ahora y así me da tiempo a hacer 20 proyectos distintos.

Estos días de mudanza he tenido que aguantar de todo, desde que si ahora no viene el del gas y mañana me falla el fontanero hasta que me perdieran parte de los muebles de los baños en una agencia de transportes pasando por la lata que me han dado mis hombres.

He soportado estoicamente y defendido mi inocencia con uñas y dientes cuando me han dicho, más que reiteradamente, que tengo algo así como el síndrome de Diógenes pero en fino y he tenido que estar más vigilante que un doberman porque, si me llego a descuidar, me hubieran llevado al trastero de todo, desde mantelerías y sábanas hasta parte de mi ropa.

Me han acusado (con alguna razón) de acumular vajillas, cristalería y sábanas y mantelerías bordadas en las que (palabras textuales de uno de mis hijos) "jamás en 26 años recuerdo haber comido" pero yo, aunque reconozco que tiene razón, le expuse las motivos por los cuales todas esas cosas no pueden acabar en el trastero y él, cabezota como una mula, erre que erre insistiendo y diciéndome: "pero ¿las vas a usar alguna vez?" y yo, acorralada, ya terminé por prometerle que síiiiiii, que las voy a estrenar todas (lo que no le dije es que las planchará él, así que, en cuanto pase por el trance de planchar su primera mantelería de hilo bordada seguro que cierra el pico para siempre).

También me han acusado ¿cómo no? del asunto de las sandalias y los bolsos, insistiendo como siempre en que para qué necesito tantos y ese largo etc. que siempre dicen la mayoría de los hombres que no entienden que nunca son suficientes. Así que, para callarles la boca, tiré un bolso y les dije: "hala, ahí tenéis el sacrificio, a partir de ahora calladitos o tenemos un problema".

Ha habido momentos en los que me he desesperado porque, francamente, ni yo misma entiendo cómo en los otros muebles me cabía todo y en estos, aunque me he dejado en la otra casa un montón de cosas porque la he alquilado amueblada, parecía que no cabían. Pero al final he conseguido organizarlo y guardarlo todo.

El momento de guasa lo tuve con mi madre (tiene demencia senil y digamos que va todo el día pegada a mí como un bebé) cuando, colocando mi ropa interior y mis camisones (ella lo sacaba de las maletas y me lo daba para guardarlo), salieron los bodys y alguna otra cosilla de lencería (de la que reconozco soy una forofa empedernida) y me preguntó: "¿oye y esto abriga?" y yo, mordiéndome la lengua y reprimiendo la carcajada, le contesté: "no mucho, mamá", cuando estaba a punto de decirle: "no, mamá, abrigar no abriga pero calienta" pero, afortunadamente, me callé a tiempo porque hay cosas que tampoco es plan que las vea una madre.

Sufrí y lloré con el momento uñas porque dossssssss veces he tenido que cortármelas porque me he roto alguna y, teniendo en cuenta que hacía 26 años y 3 meses que no me las cortaba (las de las manos, digo) al vérmelas de pronto cortitas me entró una depresión de caballo, a la par que una inutilidad tremenda porque no sé hacer nada con las uñas cortas. Y sé exactamente que me las había cortado hacía 26 años y 3 meses porque fue cuando nació mi hijo y, entre mi madre y mi tía, me convencieron para cortármelas diciéndome: "córtate esas uñas que vas a arañar al niño" y yo, primeriza, me las corté y suerte tuvo de que me crecen pronto porque, como al cortármelas me quedo inútil, jamás ha estado el pobre más en peligro que entonces.

Y hoy, cuando hemos terminado de colocar las últimas cajas, nos hemos cargado a la negra y la hemos tirado a la basura, para que luego digan que lo guardo todo (la negra es la muñeca hinchable que le compré a mi hijo para gastarle una broma, cosa que ya conté aquí y que, por si alguien no lo ha leído y quiere hacerlo, pongo al final).

Y ahora, en cuanto me hagan análisis y las tropecientas pruebas médicas que tengo pendientes y me espabile un poco, me voyyyyyyyyyyy unos días sola y me los dejo a los 4 aquí porque me tienen hasta el moño y necesito un respiro.



LA MUÑECA HINCHABLE Yo reconozco que, a veces, soy un poco gamberra y hace dos años, por Reyes, tuve la feliz idea de regalarle a mi hijo (que ya era mayor), en plan broma, una muñeca hinchable entre otras cosas.

Y a mí las cosas me gustan como el Nescafé, instantáneo, pensado y hecho, así que me fui a un Sex Shop por la mañana a primerísima hora (a ver si no había nadie) dispuesta a pertrechar mi última fechoría pero no, se me habían adelantado dos chicas que estaban comprando penes saltarines y otras cositas de broma y se las hicieron envolver individualmente. Yo venga ojeadas a la puerta a ver si había suerte y no entraba nadie y, por fin, salieron las dos chicas y digo yo: "esta es la mía, no se va a enterar ni el Tato".

Pero el Tato se enteró, ya lo creo que se enteró, porque la dependienta, en lugar de atenderme de inmediato se puso a arreglar el mostrador y en esto que entraron dos señores. Se pusieron a mirar en las estanterías, disimulando, y ya me pregunta la Señorita ¿qué quiere? (he de decir que tenía un tono de voz alto) y yo digo muy bajito ¿tienen muñecas hinchables? y ella me contestó casi a gritos: "sí, claro que tengo muñecas hinchables, de tres clases, baratas, medianas y caras", ahí oí las primeras risitas de los señores, pero lo mejor estaba por venir. Lo "mejor" vino cuando me dijo: "las medianas y las caras tienen 3 orificios ¿sabe Ud. para qué? y yo pensando: "tierra trágame" y los otros carcajada al canto. Le contesté como pude "pues déme una de las de precio medio" y la señorita otra vez a la carga: "sólo me quedan dos, una negra y una gorda" (más risitas de ellos) y yo respondí sin pensar "pues déme la negra que gorda ya me estoy poniendo yo esta Navidad con tantos mantecados" (carcajada de los señores, ya sin disimular ni nada, a su aire).  

Pero el tema no había acabado aún, no, entonces me pregunta la señorita que si la hinchaba para que la viera o por si estaba pinchada y yo "noooooo, que tengo prisa, Ud. no se preocupe que si está pinchada ya le pongo yo un parche, pues no soy yo mañosa ni nada" (más risitas). Al fin conseguí pagarla y salir con ella en una bolsa semitransparente que dejaba ver la caja porque me negué a que la envolviera por no oír más risitas y, volviendo la cabeza, me veo a los dos señores que se salen detrás de mí sin comprar nada, cosa que no me extrañó porque ya se habían divertido de lo lindo. Yo, hasta llegar a casa, con la bolsa abrazada y la foto de la negra para adentro, para que no se viera.

Cuando llegué y destapé la muñeca por poco me da algo. Era fea, pero fea con avaricia, muy negra, pequeñaja (como 1,50m.) y con el pelo afro. Para más inri, lo de los 3 orificios era verdad y encima estaban como señalizados, para que no se perdieran, que parecían bocas de metro. Para redondear la broma pensé en meterle la muñeca a mi hijo en la cama, hinchada claro. Recabé la ayuda de mi otro hijo y tratamos de hincharla con la bomba de las bicicletas pero no encajaba bien, lo mandé a una tienda de deportes a por otra bomba, tampoco iba bien y, por fin, le pedí a mi hijo que la inflara. Me dice: "no, lo haces tú que para eso has tenido la brillante idea, yo eso no lo chupo ni de coña" y yo "nene, que yo no puedo, hijo, que me ahogo, ¿no ves que fumo y me quedo sin aire?"; al final logré convencerlo y evité reírme mucho mientras lo hacía porque que mi hijo, a diferencia de la madre, es un tío serio. Para que no resultara tan obscena, le puse unas braguitas mías muy monas (con esta operación le tapé dos orificios) y la metí en la cama.

Salimos todos a cenar y, al volver, prácticamente empujamos a mi hijo a su habitación. Cuando vio la cama y la destapó se moría de la risa, porque el niño tiene guasa. Nos lo pasamos bomba, la verdad, incluso tenemos un vídeo, yo lloraba de tanto reírme y al día siguiente aún me dolía el estómago. Luego los nenes le pusieron un sombrero a la negra y, para vengarse por mi feliz idea, me la colocaban en todos las habitaciones, te dabas la vuelta al pasillo y susto que te llevabas, incluso en la bañera me la encontré un día, ¡qué impresión madre mía!. Ahora vive en el trastero, sólo duró una semana en casa.

14 comentarios:

Gala dijo...

Pobrecita mi niña!! toda una hazaña lo tuyo!
La verdad es que me he reido mucho con lo de las mantelerias... yo tengo mil, todas de hilo bordadas, y por supuesto sin estrenar... no seré yo quien las planche.. o lo que es peor.. como me las manchen de vino!! esa marca ya no sale!! no y no!!

En cuanto a las sábanas y demás.. yo tengo mil y una... algunas no las utilizo ni utilizaré jamás porque eran de mi iaia...(abuela) y ahi las tengo como oro en paño...

Ciertamente una mudanza es una locura, pero oye! tú la has resuelto fenomenal... con todo lo que nos has contado me he divertido mucho.. hasta lo de las uñas!! jajajaja, ves? en eso yo no estoy contigo.. a mi, cuanto mas cortas mejor.. no se hacer nada con las uñas largas.. van tropezándome con todo, así que.. las corto a discreción...

Y en cuanto a la negra.. jajajaja pobre, solo una semana de asilo le disteis... pobre muchacha.. una experiencia muy divertida..

Me alegro que hayas terminado la mudanza cielo!!
Ahora a disfrutar de tu nueva casa!!

Besitos mil.. desde el mediterráneo.

Julie Sopetrán dijo...

Bueno si ya terminaste la mudanza y estás acomodada en tu nuevo nido, pues enhorabuena, sé de lo que hablas porque yo siempre anduve de mudanzas... Me he reído con lo de la negra, es una buena ocurrencia para un hijo, como regalo. Que disfrutes tu nueva casa y que seas feliz es lo que te deseo de veritas. Besos.

ion-laos dijo...

Jajajajaja, vaya odisea que has pasado!!! Hay que ver la de cosas que amontonamos pa ná, ahora que no nos leen ellos, que también somos nosotras para echarnos de comer a parte, o no? jajajaja. Eso vete unos días y te quitas el disgusto de haber tirado el bolsoooooo, jajajajaja

Besosss!!

Carolina dijo...

Hombres!!! jejejejejeej...
Pobre negra, la única que fue a parar al trastero... jajajajaajaj

Espero que puedas descansar mi niña, y recuperarte del trajín de la mudanza.

Besitos de buenas noches.

Lapislazuli dijo...

Mudarse debe ser una de las tareas mas arduas que existe, sobre todo porque no queremos desprendernos de nada y acumulamos cosas que no usamos por años: "por las dudas", me he reido muchisimo con la compra y andanzas de la negra. un abrazo

Beatriz dijo...

Querida Maria, primero quiero agradecerte tu entrada en mi blog recién extrenado....aun no se exactamente el contenido que quiero que tenga...pero si quería que fuera como un abrir y cerrar etapas.
He leído tus ultimas entradas y aun no he parado de reír... buenísimo, desde tu hazaña en el cambio de casa y desde luego lo de la muñeca hinchable de tu hijo...es diversiforme... así que otra vez gracias por hacerme sonreír...un beso muy de verdad amiga mía.

Manases dijo...

Como me he reído María, no tiene precio, hacia mucho tiempo que no me reía tanto. Deberías titularlo: “María sus aventuras y desventuras caseras”...No cambies eres genial un beso.

Mos dijo...

Pues yo igual, paisana: Me he reído un montón. Te he visto en todas esas peripecias de las que sales airosa y los ovarios que le echaste con ir al sex shop y aguantar el tipo.
Qué peligro tienes, María. Mamma mía, mamma mía lo que te tienen que aguantar (en el buen sentido de la palabra).
Dicho esto hay que decirte también que eres la repera porque haces reír y sacarle una sonrisa al más muermo del mundo. Y también que debes ser un torbellino andante y cualquiera te lleva la contraria, nena.
Y todo, todo, todo desde la más admirable de las estimas: la mía.
(Que para eso eres de Cieza)
Ah, y un consejo: no fumes, nena. No ves que es un asco, que se van muchos euros en tabaco, que luego se ahoga uno y encima estropea el cutis. Yo llevo justamente un año sin fumar y no lo llevo muy mal pero claro, he engordado un huevo, así de claro. Pero estoy contento de no oler a tabacazo y quitarme la tosecilla mañanera.
Un abrazo de Mos desde mi orilla sin mantel, sin vajilla, sin negra ni tabaco.

Simplementeyo dijo...

Me tienes que perdonar pero no quiero ponerme en tu pellejo jajjaaj. Ahora cuando acabes la mudanza si que vengo a tu casa a por un café jeje.

Besitos y sonrisas mudadas:-)

VALENTIN BARTOLOME dijo...

amiga maria, que mania teneis con guardar tantas cosas, ya se que son recuerdos y muy valiosos, pero lo de pasar pagina tambien cuenta, mi suegra que en paz descanse, era como tu y guardo un monton de esas mantelerias las llamas, pues cuando las fuimos a abri se estaban poniendo un poco gris y era una pena, todo cosido a mano y bordados preciosos, pero no ivan a juego con lo moderno, espero que no te pase amiga, y lo de la mundanza hayyy eso es tema aparte, hay te doy la razon unas vacaciones despues, para reponer y calmar los nervios fenomenal.

condor te manda un beso, se feliz.

Rosana Martí dijo...

De seguro te mereces un respiro doy fe de ello.

Un beso y mi cariño siempre amiga mía, te llevo en mi corazón.

Padre Rodolfo de Jesús Chávez Mercado. dijo...

Mira mujer, tu si tienes ocurrencias ah!!! Te confieso que me moria de la risa con la del trastero ja,a,ja.

Feliz de tu traslado.

Un fuerte abrazo y Dios te bendiga.

Fra Rodolfo de Jesùs O.Carm

Lara dijo...

Que alegría me da que tu mudanza esté casi terminada, por varias razones claro para que descanses de tanto ajetreo y para tenerte por aquí entreteniendonos con tus ocurrencias... la de la muñeca inchable es genial.

Un gran abrazo.

* Inés * dijo...

Lo que me he reído y mira me ha venido bien.
Si lo colgaste hace tiempo, se me pasó, no sé cómo.
Me ha encantadooooooooooooo.
Un abrazo enorme, qué buen humor tienes jajajaja.

Callad, por Dios, ¡Oh buñuelo!.

(La foto es de otro día, los de hoy los haré esta tarde que no me ha dado tiempo) Callad, por Dios, ¡oh buñuelo! Que no podré resisti...