El otro día, a raíz de un poema de
nuestra amiga Lola sobre la infidelidad, le dejé un comentario en el
que aludía a la canción “Un ramito de violetas”, de Cecilia.
Y me ha dado por pensar en la canción
y en la cantidad de incongruencias que en ella se dicen, sobre todo
por la afirmación que hace, de entrada, indicando que ella era feliz
aunque su marido era el mismo demonio.
Pero no, se ponga como se ponga (se
pusiera en realidad porque ya falleció) la del ramito de violetas no
era feliz, vamos ni de coña y, aunque la canción dijera eso:
“Era
feliz en su matrimonio
Aunque su marido era el mismo demonio
Aunque su marido era el mismo demonio
Tenía
el hombre un poco de mal genio
Y ella se quejaba de que nunca fue tierno
Y ella se quejaba de que nunca fue tierno
Desde
hace ya más de tres años
Recibe cartas de un extraño
Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría
Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas
A veces sueña y se imagina
Cómo será aquel que tanto la estima
Sería un hombre más bien de pelo cano
Sonrisa abierta y ternura en las manos
No sabe quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto
Y vive así de día en día
Con la ilusión de ser querida
Quien la escribía versos dime era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas
Y cada tarde al volver su esposo
Cansado del trabajo la mira de reojo
No dice nada porque lo sabe todo
Sabe que es feliz, así de cualquier modo
Porque él es quién le escribe versos
Él, su amante, su amor secreto
Y ella que no sabe nada
Mira a su marido y luego calla
Recibe cartas de un extraño
Cartas llenas de poesía
Que le han devuelto la alegría
Quien la escribía versos dime quien era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas
A veces sueña y se imagina
Cómo será aquel que tanto la estima
Sería un hombre más bien de pelo cano
Sonrisa abierta y ternura en las manos
No sabe quien sufre en silencio
Quien puede ser su amor secreto
Y vive así de día en día
Con la ilusión de ser querida
Quien la escribía versos dime era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas
Y cada tarde al volver su esposo
Cansado del trabajo la mira de reojo
No dice nada porque lo sabe todo
Sabe que es feliz, así de cualquier modo
Porque él es quién le escribe versos
Él, su amante, su amor secreto
Y ella que no sabe nada
Mira a su marido y luego calla
Quien la escribía versos dime quien
era
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas”
Quien la mandaba flores por primavera
Quien cada nueve de noviembre
Como siempre sin tarjeta
La mandaba un ramito de violetas”
Lo que, en realidad, quería decir era esto:
"Uno es el de que “hasta que la muerte
os separe”
el otro es con el querría vivir lo que
les quede de vida
uno es el que le señala sus defectos
el otro es al que siempre le parece
perfecta
uno es el que lo da todo por sentado
el otro es que se la gana día a día
uno es el que se lo da todo
el otro es el que apenas puede darle
nada
uno es el que ya apenas la acaricia
el otro es el que, de poder, le
desgastaría la piel
uno es el que piensa que ya no necesita
mimos
el otro es el que la trata como a su
princesa
uno es al que le dio toda su juventud
el otro es al que apenas tiene nada que
ofrecerle
uno es al que impacienta por casi todo
el otro es el que jamás se cansa de
escucharla
uno es el que le pone los pies en la
tierra
el otro es el que volaría con ella sin
descanso
uno es el que vive con ella
el otro es el que daría la vuelta al
mundo para buscarla
uno es su realidad
el otro es su mejor sueño
uno es el que hace mucho que dejó de
cantarle
el otro es que cada día descubre una
nueva canción para los dos
uno es al que quiere y respeta
el otro es al que ama con locura
uno es con el que va a los actos
oficiales
el otro es con el que se iría al fin
del mundo
uno es al que quiere su familia
el otro es el que siempre le
reprocharían
uno es el que ni se fija en su nuevo
corte de pelo
el otro es el que le nota un mechón
fuera de sitio
uno es la seguridad
el otro es la aventura que quiere vivir
uno es el de los besos tibios
el otro es el que le hace arder por
dentro
uno es el que cree conocerla
el otro es el que realmente la conoce
uno es el que apenas la mira
el otro es el que se la comería con
los ojos
uno es el que le pregunta en qué
piensa
el otro es el que lo sabe hasta sin
mirarla
uno es el que la hace llorar
el otro es el que se bebe sus lágrimas."
Y no sigo porque, con mi incontinencia
verbal, tengo narices a llenar la página, pero estoy convencida de
que hay muchas mujeres con “ramito de violetas”.
8 comentarios:
Ay, paisana: Más le valía al marido ese regalarle el ramito de violetas y los versos en persona y darle una sorpresa que te cagas a su "churri".
Tanto secreto, tanto reojo y luego resulta que son la misma persona. ¿Desdoblamiento de personalidad?
Ahí hay gato encerrado.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
¿La ama y no la quiere? Sobra el lado oscuro del marido. Pienso yo. Y sobra que ella le aguante.
Besos.
Qué marido tan retorcido, qué pretendia con eso? Y la pobre tan sometida estaba que la neurona le dejó de funcionar y para qué pensar o cambiar si así le iba bien, según ella. Joer, qué complicados somos y lo hacemos todo!
Besotes!
Hola amiga, pues es verdad, no podría ser de fiar ni ella ni él con tanta florecita… desconfiado que era el chico, ahora seria con el móvil en vez de con las flores, estaría espiándole las llamadas, y ufff que desasosiego, jajaja.
Me ha gustado tu entrada. Un beso
Gracias por tu visita, no importa que no me comentes, se´que estás como yo ahí.
Sí me acuerdo de la canción y no te falta razón, menos mal que paraste tu verborrea, que además es genial, sino qué más nos dirías?
Con ternura
Sor.Cecilia
María:
En realidad quedan dos opciones.
La primera sería que el marido es un esquizofrénico.
La segunda opción, indicaría que es un celoso, que prefiere tenerla entretenida con un "otro" irreal, para evitar que caiga en uno de carne y hueso. Y -además- de ese modo, poder tenerla a su merced sin temores.
Las dos personas que tú bien defines las materializa -consciente o no- el marido.
Una triste historia, que de feliz solo tiene la ilusión.
Y coincido contigo, María, debe haber muchas mujeres ilusionadas vanamente, con sus ramitos de violetas.
Un gran abrazo.
Habrá tantas mujeres que estén en situaciones similares...
María...María,las canciones tienen eso, que o son "nuestras" o no lo son y ésta era una mujer imaginativa,que soñaba, enmedio de su hastío.
Siempre me pregunté porqué era un demonio su marido, si decía que era feliz...¿ no?.
Bueno, me gusta tu poema mucho más, exacto y contundente para componer una canción de amor.
Besos María.
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