A mí me da igual que me llamen
fascista, facha o “sucedáneos”, de hecho siempre me ha importado
tres leches lo que digan o piensen de mí, sobre todo quienes no me
conocen, y, honradamente, no me iba a empezar a preocupar ahora que
ya paso los 50.
Digo esto porque alguien ha tenido la
gentileza de dejar un comentario en mi entrada anterior diciendo, más
o menos, que mientras las palomas defequen en casa de una fascista
bien hecho está.
La cosa, aparte de surrealista total,
tiene su guasa, primero porque el sujeto en cuestión (como casi todo
el que utiliza fascista o facha tratando de insultar) parece
desconocer el origen y el significado real de la palabra y segundo
porque las palomas, con el tamaño de su cerebrito, dudo que sean
capaces de saber donde vive alguien de izquierdas o de derechas y de
controlar sus esfínteres para hacerlo en tal o cual sitio.
Ello no obstante, para el caso de que
algún iluminado tipo el cubano o el coreano ( “defensores” ambos
de las libertades y que, segura estoy, el que me insulta no tiene
los cojones suficientes para criticar) esté experimentando con
palomas y las enseñe a leer y a apuntar con sus excrementos en
determinados sitios, el lunes mismo estoy llamando a los albañiles
para que me pongan un mosaico en el suelo de la terraza, legible
desde el aire, donde diga: “aquí vive una que le vota al PP y,
encima, tiene la desfachatez de decirlo” (como tengo sitio me
cabe).
Luego, cuando pase el helicóptero de
la Guardia Civil o los del ejército fotografiando para hacer mapas y
se descojonen a mi costa ya veremos lo que hago. Y prometo también,
en cuanto lo tenga, subirme a la azotea y sacar una foto bien mona
para ponerla aquí.
Así que, “querido comentarista”,
por mí me puedes seguir llamando lo que quieras que, total, el botón
para publicarlo o no lo tengo que pulsar yo y, como resulta que soy
lavable, tu mierda me resbala, es más los comentarios como el tuyo
me dan para, si me apetece ese día, escribir de ello y dejarte en tu
sitio, o sea a la altura del barro.
Ah, se me olvidaba, puedes tratar de
insultarme (que no conseguirlo) con ese o con el otro nick, ese que
tú y yo sabemos, sí hombre, el de tu otro blog (dato que, por
supuesto, omitiré porque yo, a diferencia que tú, siento un enorme
respeto por las libertades ajenas, incluyendo la de creer en lo que a
uno le de la gana).
8 comentarios:
No te disgustes.
Besos.
Te contesté en mi blog.
:P
Ni caso María. No le dediques tu tiempo.
Besotes!
En todos los sitios hay de todo como en las antiguas boticas. Y de buenos, regulares, y malos los hay de todos los tamaños y colores: Blancos, negros, rojos y aceitunados.
Besos María.
estas que te sales Maria !!! cuidado que te calientas ...será el ver anito ?¿ jajajajaj, voy a buscar una solución mágica , para la molestia delas palomas.... ya te digo algo !!!
besosss
María:
Siempre adhiero a la máxima que dice: el que se enoja, pierde.
Por tal razón, filtro los comentarios de los desubicados, los ignoro, pues son -por lo general- ignorantes e ignorables.
Un gran abrazo.
Aunque no quiera, se lleva disgusto de comentarios desagradables, pero pasa de ello, María, no le des importancia haciendo una entrada de ello, con ésto consigues llamar más su atención.
Un beso, preciosa.
Aúpa y olé, si señora, decir lo que se siente, y más cuando ofenden, es una necesidad imperiosa a la que tenemos derecho. Besicos.
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