Mi abuelo era colombófilo y, de
siempre, lo recuerdo enre-
dado con las palomas, pintándolas con sus
colores, entrenándolas, llevándolas de competición y todo eso.
Parece que lo era desde que era un chiquillo y lo fue hasta su
muerte, incluso muy poco antes de fallecer, cuando ya no podía
hablar por una trombosis, los miembros de la sociedad a la que
pertenecía le hicieron, en reconocimiento a su trayectoria, un
homenaje en el casino muy emotivo. Yo, quizás por ello, siempre he visto a las palomas con cariño.
Mi abuela, en cambio, las odiaba por el
ruido, por la suciedad y, supongo, por el tiempo que le ocupaban a mi
abuelo (de hecho, le decía con sorna: “¿le has dado de comer a
tus hijos ya?"). Y, cuando él falleció, regaló algunas a unos amigos,
también aficionados, y el resto las vendió (es sorprendente lo que
la gente llega a pagar por una buena paloma y los gastos que conlleva
esta afición; conozco a uno que las tiene con aire acondicionado y
todo, no digo más).
Yo no heredé la afición, aunque le
decía a mi abuela y me decía a mí misma que tampoco eran para
tanto las molestias que ocasionaban pero heme aquí, cada vez más
convencida, a punto de salir a comprarme una escopeta para liarme a
tiros con ellas, con las que me lo ponen todo perdido y me tienen de
los nervios.
Cuando hace año y medio me cambié de
casa, lo que me enamoró de esta fueron los 100 metros de terraza
(una cubierta y otra descubierta) y patio pero ¡ilusa de mí!, no
sabía yo que 65 de esos metros, o sea la terraza grande, no eran para mí sino para las
palomas y a mí me tienen de chacha para limpiarlo y, aun así, no
hay forma. Esta mañana he llegado a contar 25 palomas, ahí ellas
tan tranquilas, como en su casa.
El año pasado puse dos pérgolas y
ponían los toldos perdidos, este año les he quitado las lonas
porque tuvimos un incidente un día que hizo un viento huracanado y
no tengo gana de que salgan volando y provoquen un accidente y, en
sustitución, he puesto tres parasoles grandes y la misma historia,
todos los días manchados y yo a manguerazo limpio y al rato otra vez
llenas de excrementos. Manchan los muebles, que son de madera, los
azulejos, las plantas, las persianas y los cristales y te da miedo hasta salir a tomar el sol
por si vienen a hacer sus cositas encima de tí y ya no hablemos de
comer o cenar ahí porque capaces son de si dejas la mesa puesta y
entras a por algo que falte comérselo o cochinearlo todo.
Y después de todo dando gracias de que no compré un jacuzzi portátil precioso que vi en el Corte Inglés porque el peso excedía lo que recomendaban que podía soportar la cubierta porque, si no, tenían ahí las señoritas su estanque a mi costa.
En fin que, entre las palomas que se han
adueñado de esta terraza y el patio al que me da miedo salir por la
cosa del hamster de la vecina, me queda la otra terraza cubierta a la
que, de momento, sólo vienen abejas, moscas, mosquitos y mariposas
pero ya estoy elucubrando a ver cuál va a ser el bicho que me eche
también de ella.
Eso sí, como me hagan cambiarme otra
vez de casa yo me llevo por delante a todos los bichos ¡faltaría
más!.
8 comentarios:
Jajajaja. Las palomas son un asquito, la verdad, tienen todo Madrid cagao, y son más chulas que un ocho, ni se apartan cuando pasas por su lado, al contrario, te tienes que apartar tú. Y de vez en cuando, me tengo que agachar, porque no veas cómo planean y como peligra mi frente si no me agacho.
Disfruta de tu casa y que les den a los bichos! Si te vieran más, no vendrían, pero como tienes esa terraza medio abandoná, se la alquilan gratis pa ellas, jajajaja.
Besossss!!
Yo no se mucho de palomas; pero venir a esta tu casa me satisface porque lo quieras o no siempre me haces esbozar más de una sonrisa.
Eres aguda , inteligente y simpática,¡No pierdas las mañas!
Besos.
Bueno a mí no me agradan tampoco los bichos en general, ni por supuesto las palomas. Además hasta sabes que siempre se ha dicho para insultar a un tío: "eres más maricón que un palomo cojo". Se ve que los palomos cojos, además de guarros son mariquitas. Las palomas suponen un gran engorro, sobre todos los monumentos se los cargan con las cagadas, de hecho en muchos sitios se están ya tomando medidas, y los hay que hasta te pueden denunciar si les echas de comer.
Besos María, y sal por las noches a la terraza a tomar el fresquito.
jajajajajajajaj, eso es amor jajajajajaj, yo opino lo mismo, esto no tiene nada que ver, pero me he acordado y te lo cuento, cuando mi hijo mayor era pequeño todos los animalitos que veia le gustaban, que si un pez que si un gato, total su padre siempre le contestaba algo, sorprendente, pero con lo unico que nos hemos quedado ha sido cuando queria un perro, su padre le decia, cuanto tengas ganas de perro vienes y te ladro un rato jajajajajaj, un beso
Las odio.
Aquí además hay gaviotas y estas ya dan miedo de verdad.
Ha habido casos de picotazos en las terrazas.
Cosa seria.
Al final habrá que vivir en los sótanos.
Ah, no, que hay ratas.
Joder, que ascazo.
Besos.
Si es que, paisana, en Murcia hay mucho amor a las palomas, digo colombofilia de esa que dices. Mis tíos y primos tienen palomas y han ganado montones de trofeos y copas por sus preciadas palomicas.
Asco dan las calles de Madrid y no te digo ná de las cagás en los coches.
Te compadezco, nena. Inventa algo para que huyan de ahí como alma que se lleva el diablo.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
La verdad es que te ha caído gorda con ellas.
No tengo nada en su contra pero son muy dañinas, por donde pasan arrasan.
Paciencia y, alguna vez, un buen guiso con arroz que están buenísimas.
Besos.
Mientras solo molesten a fascistas de derechas ni tan mal.
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