Estaba yo esta mañana organizando unos armarios de exterior que tengo en el patio al que se accede por la cocina y, de pronto, he oído a la niña del segundo decir algo así como: "Ay hamstercito mío, qué guapo eres" y juro que se me ha helado la sangre de golpe, madre mía qué susto más grande me he llevado.
Y se me ha helado porque le tengo un pánico exacerbado a los roedores y los bichos estos, digan lo que digan, son ratas. Me he tenido que enfrentar dos veces a los hamsters, la primera vez cuando se pusieron de moda y todos los niños querían tener uno (cosa que coincidió con mi boda) y resulta que fui a invitar a unos amigos que recientemente se habían hecho un chalet en el campo y, enseñándome la casa, recuerdo que tenían una jaula con dos bichos en el lavadero, ahí tan ricamente delante de la ventana; yo fue ver la jaula desde la cocina y ya ni salí, tan sólo me puse a gritar como una loca y los bichos chillando, no sé si por solidaridad o porque los acojoné con mis gritos pero el caso es que era algo tremendamente repugnante, vamos que ni me quedé a tomar nada y ya les avisé de que, mientras vivieran los bichos, a mí no me invitaran para nada.
La segunda vez fue más grave aún y también en el campo, esta vez en el de mi prima, y aquí no sé de qué me extrañé porque sus hijos han tenido tal cantidad de bichos que a su casa del campo le llamábamos en la familia la granja San Francisco. El caso es que estos yo no llegué a verlos, porque fue ver una jaula grande con el rabillo del ojo y preguntar: "¿qué tienessssssssss en la jaula esa?" y mi prima, tan fresca ella y muerta de risa por mi miedo, me contó con todo lujo de detalles que eran una pareja de hamsters, que habían sido papás y que la recién parida se había comido a dos de sus bebés nada más parirlos (para recuperarse del parto, según ella). No digo nada del asco que, además del miedo, me provocó el episodio en cuestión.
Pero, volviendo al "hamstercito suyo" de mi vecinita, con esta imaginación tan fértil que tengo ya he estado elucubrando cómo se le puede escapar el bicho y acceder a mi casa y matarme de un infarto. He considerado todas las posibilidades, desde que entre por el patio de la cocina hasta que se cuele por alguna de las terrazas, según mi hijo (le he hecho partícipe del nuevo "hamster-vecino" para, contándolo, conjurar un poco el miedo), el bicho no tiene posibilidades de llegar aquí vivo porque: 1) Para caer desde su terraza a la mía que hay debajo tendría que describir una elipse. 2) Si cae desde su lavadero hasta el patio de mi cocina se mata del golpe. 3) Si cae desde una de sus ventanas a mi otra terraza también se mata del golpe. Y entonces, según él, lo más que puedo ver es un bicho muerto que no tiene por qué darme miedo, aunque a mí me daría tenga o no tenga por qué.
Las tres posibilidades son perfectamente razonables, lo reconozco, pero yo le he argumentado: ¿y si se cae encima de una planta y no se mata qué? o ¿y si abro yo una mañana la puerta de mi dormitorio que da a la terraza y salgo ahí, tan tranquila, a ver qué día hace y piso el bicho muerto, qué?. El pobre, ya aburrido, dice: ¿y si enseñan al bicho a bajar por el ascensor y a tocar los timbres dando un saltito y viene a visitarte con el único fin de jorobarte la existencia quéeeeeeeee?. Y yo digo: "pues me muero".
Y se me ha helado porque le tengo un pánico exacerbado a los roedores y los bichos estos, digan lo que digan, son ratas. Me he tenido que enfrentar dos veces a los hamsters, la primera vez cuando se pusieron de moda y todos los niños querían tener uno (cosa que coincidió con mi boda) y resulta que fui a invitar a unos amigos que recientemente se habían hecho un chalet en el campo y, enseñándome la casa, recuerdo que tenían una jaula con dos bichos en el lavadero, ahí tan ricamente delante de la ventana; yo fue ver la jaula desde la cocina y ya ni salí, tan sólo me puse a gritar como una loca y los bichos chillando, no sé si por solidaridad o porque los acojoné con mis gritos pero el caso es que era algo tremendamente repugnante, vamos que ni me quedé a tomar nada y ya les avisé de que, mientras vivieran los bichos, a mí no me invitaran para nada.
La segunda vez fue más grave aún y también en el campo, esta vez en el de mi prima, y aquí no sé de qué me extrañé porque sus hijos han tenido tal cantidad de bichos que a su casa del campo le llamábamos en la familia la granja San Francisco. El caso es que estos yo no llegué a verlos, porque fue ver una jaula grande con el rabillo del ojo y preguntar: "¿qué tienessssssssss en la jaula esa?" y mi prima, tan fresca ella y muerta de risa por mi miedo, me contó con todo lujo de detalles que eran una pareja de hamsters, que habían sido papás y que la recién parida se había comido a dos de sus bebés nada más parirlos (para recuperarse del parto, según ella). No digo nada del asco que, además del miedo, me provocó el episodio en cuestión.
Pero, volviendo al "hamstercito suyo" de mi vecinita, con esta imaginación tan fértil que tengo ya he estado elucubrando cómo se le puede escapar el bicho y acceder a mi casa y matarme de un infarto. He considerado todas las posibilidades, desde que entre por el patio de la cocina hasta que se cuele por alguna de las terrazas, según mi hijo (le he hecho partícipe del nuevo "hamster-vecino" para, contándolo, conjurar un poco el miedo), el bicho no tiene posibilidades de llegar aquí vivo porque: 1) Para caer desde su terraza a la mía que hay debajo tendría que describir una elipse. 2) Si cae desde su lavadero hasta el patio de mi cocina se mata del golpe. 3) Si cae desde una de sus ventanas a mi otra terraza también se mata del golpe. Y entonces, según él, lo más que puedo ver es un bicho muerto que no tiene por qué darme miedo, aunque a mí me daría tenga o no tenga por qué.
Las tres posibilidades son perfectamente razonables, lo reconozco, pero yo le he argumentado: ¿y si se cae encima de una planta y no se mata qué? o ¿y si abro yo una mañana la puerta de mi dormitorio que da a la terraza y salgo ahí, tan tranquila, a ver qué día hace y piso el bicho muerto, qué?. El pobre, ya aburrido, dice: ¿y si enseñan al bicho a bajar por el ascensor y a tocar los timbres dando un saltito y viene a visitarte con el único fin de jorobarte la existencia quéeeeeeeee?. Y yo digo: "pues me muero".
14 comentarios:
Ay, paisana, que tienes un punto débil! :):):):):)Ya sabemos cómo atacarte al estilo de la mejor película de miedo.
Bueno, yo no, María. Es que yo....también tengo pánico a cualquier roedor. En casa las niñas han tenido ratones blancos que criaban cada 22 días, hamsters que correteaban dentro de una esfera y las muy cabronas me los ponían por el brazo y a mí me daba un repelús peor que cualquier monstruo de las cavernas.
Ahora en serio, María. Quiero decir más en serio, nena: Vigila a tu enemigo roedor de la vecinita de arriba; sella todas tus entradas y ten una escoba cerca en las terrazas. Pon cepos si llega el caso; no sé...cómprate un gato que te libre de tanta rata-mascota.
Es que te comprendo, nena. Te comprendo.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Maria como te entiendo. Yo me dan terror, asco, y muchas cosas, no puedo ni verlos. Mi marido dice mira son muy simpaticos, no donde ven la simpitia, SON RATAS. Yo bichos que controlo, son muy rapidos. Los ratones comunes peor aun. te cuento estoy en un sitio, oigo un raton, yo neviosima, me dicen voy a preparan una trampa, era una casita con puerta, dentro queso, eltran entraca a comerlo, se cerra la puerta y zas atrapado, asi fue. yo chillado, quieren que coja la casita, ¿quien yo? no,no, ni muerta, me da algo, riendo se mi, y yo escondida, cuando calcule que estaba todo bien, regrese, locaaaaaaa! ¿donde fuiste? conteste, no importa, pero ni muerto lo quiero ver, se reian, me da igual. uffffff besos por que me acuerdo y me daaaaaaa.
Bueno , unos se embriagan con vino y otros se embriagan con besos , mi fobia va por otros derroteros las
U
serpientes , encontré una en mi pequeño invernadero la maté y dentro tenia dos ratoncillos de campo.
Tú vigila .
un beso.
Te tienes que mudar de casa, jajajaja. El mismo asquito me dan y ya los resptiles y semejantes ni te cuento y algún insecto. Pero vamos, lo mio es la claustrofobia, los ascensores, aviones y demás.
Besotes!!
Jajajaja, tú si que eres tremenda!!!
Aunque yo, y sin que sirva como repetición me solidarizo contigo.. y digo repetición porque cada dia siento que nos parecemos más...
Cuando cuentas tus hazañas, mira, yo me siento identificada con ellas.
También tuve una aventurilla con un hamster en casa,a mi hermano le regalaron uno y se escapó de su jaula, 3 dias buscándolo por toda la casa... pues al final apareció en el piso de abajo, como bajó es un misterio, como sobrevivió tres dias sin comida y agua otro,pero vamos, lo que está claro es que fué su último dia en nuestra casa.
Que asquito me dan...
Besitos mediterráneos.
jejeej Maria yo creo que si el bicho llamase a tu puerta se moriria del susto al oirte gritar, así que ya no habría problema, jajaaj.
Bueno yo no les tengo miedo pero tampoco me gustan los roedores, de todas formas aquí es dificil que se meta uno ejjeej con estos cuatro bestias que tengo..... ajjaja
Un besote de sabores y disfrutemos del año nuevo.
Que cosas tan tremendas te pasan mi linda María, hay que ver siempre eres atacada por bichos desagradables. Yo tampoco soy devota de estos bichitos, y de otros que mejor no nombre porque nada más de nombrarlos me da repelus, jajajaja.
Cuídate mucho amiga mía, besitos y mimos para tu alma con mi cariño siempre.
No quiero estar en tus zapatos. Es terrible saber que algo a lo que le tememos anda cerca.
Sé que es difícil pero trata de no pensar en ello, sino te sera imposible vivir allí.
Cariños.....
Tampoco son santos de mi devoción, y un día apareció mi nieta con uno, y se me escapó al limpiar la jaula, y se lo comió el pastor alemán del vecino, ¡¡Menudo disgusto para mi nieta!! yo en cambio, encantada jaja
Pilar
Los miedos no tienen explicacion, son asi. No me gustan mucho los roedores, en particular los ratones de cola larga por la enfermedad que trasmiten y ademas porque andan en la basura, aunque los hamsters me resultan un poquitin mas simpaticos.Suerte. un abrazo
Pa ti tienes... se me ponen los pelos de punta de pensarlo. Lo mejor es no pensarlo. Se valiente jajaja. Un bessito
Jajaja, me has hecho reír pero te confieso que tenemos en común esa fobia y repugnancia por "ya sabes que". Ni nombrarlas quiero.
Un gusto pasarme por aqui.
Llevo un tiempo más que prudencial sin plantar cara a los roedores. Por si acaso, por si acaso.
¡Qué pánico, por Dios!
Muy divertido tu escrito, jejeje
Un abrazo
María y tu hamster vecino, jajajaja.
¿Te lo imaginas vestido de escalador, con su piolet, su maroma y sus botas y la música de psicosis de fondo?.
Supongo yo que ese cariño por su dueña, será cosa de pocas semanas y la madre harta del roedor, acabará regalándolo.
Ten fe. Todo es posible.
Efectivamente se comen las crías, si no tienen nada que comer, pero no creo yo que sean tan desnaturalizados, ¿no?.
No me gustan los hámster, pero fobia no les tengo, es el olor que emiten, los ruidillos cuando hacen no sé qué con la comida esa que llevan horas y horas en los carrillos.
Y que su actividad es nocturna cuando la familia duerme.
Gracias al cielo, mis hijos nunca quisieron un hámster y personalmente pienso que dar cabida en casa a un bicho así, es atraer enfermedades y malos olores.
Cuando te entre el insurrecto, yo voy y te lo retiro sin pestañear, María y lo mandamos bien lejos.
Un beso guapa.
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