Tia buenaaaaaaaaaaa

Como no tengo remedio y me gusta la réplica más que a un tonto un pito, heme aquí otra vez poniendo algo que ha surgido vía comentario. Esta vez ha sido uno de Manasés en mi escrito titulado "Tio buenooooooooo".

Así que, por coger un hilo conductor, voy a hablar de los albañiles y de los piropos. Recuerdo que yo de jovencita tenía casi pánico a pasar por una obra, aquello era la leche, se volvían como locos y te decían lo que se les ocurría pero lo que más recuerdo (quizás por que era lo que más vergüenza me daba) era eso de "nenaaaaaaaa, eso es un mostrador y no el del bar", me ponía con eso de todos los colores, era aún la época en que me preguntaba que por qué tendría tanto pecho y procuraba disimularlo, tanto es así que iba a clase abrazando las carpetas para tapármelo. Luego, con el tiempo, aprendí primero a convivir con él y casi hasta a sentirme orgullosa aplicándome a mí misma aquello de "más vale tener que no desear".

La verdad es que esas protuberancias me han dado con el tiempo para muchas risas, tales como aguantar que me encesten almendras en el escote o que mis hijos (siempre en su afán de reñirme por lo que sea y ejercer de padres conmigo) me digan que no se explican como puedo conducir con el móvil en una oreja y rascándome la oreja con la otra mano y, al final, soltarme una de sus frases lapidarias: "como la naturaleza te ha dotado bien, pues resulta que eres capaz de sujetar el volante con eso", cosa que es "casi" falsa pero a ellos les gusta, eso y lo de decirme pendenciera al volante.

Pero, volviendo a los piropos, creo que durante muchos años el de "tia buenaaaaaa" fue el favorito de todos los albañiles, por lo menos de los que me piropeaban a mí; aún recuerdo un edificio que construyeron frente a la casa de mis padres que duró bastantes meses y el verano que pasé fue de órdago. Yo por las mañanas (para disgusto de mi madre) me ponía unos vaqueros recortados y una camiseta y mi madre venga a mandarme a comprar algo, me hacía salir 4 o 5 veces todas las mañanas y no fallaba, aún no había asomado la nariz a la puerta cuando ya estaban los de enfrente con el rollito de "tía buenaaaaaaaaaa, esos muslosssssss", yo pasaba con la cabeza gacha y estuve todo el verano roja como un tomate y no era precisamente del sol. Y, paradojas de la vida, el que más afición ponía en aquello de decirme "tía buenaaaaaa" con el tiempo se casó con una vecina de mi madre y, durante mucho tiempo, el que bajaba la cabeza cuando nos cruzábamos era él, por lo visto el puñetero se acordaba de las burradas que me decía y temía que yo se lo contara a la novia, cosa que jamás se me pasó por la cabeza hacer.

Curiosamente, una vez un señor mayor me dijo un piropo que no me ruborizó, incluso sonreí y lo recordaré siempre con ternura, quizás porque ya era mayor y llevaba con orgullo lo que, en otro tiempo, escondía. Fue un día en que iba toda vestida de negro y me dijo: "¿Quien se ha muerto en el cielo que van los ángeles de luto"?. Así que, si me dieran a elegir, me quedaba con este en lugar del "tía buenaaaaaaaaa".

Por cierto, que ahora que lo pienso hace tiempo que no me lo dicen, ¿Será por el asunto de la crisis, las subprime y lo mal que está el sector de la construcción?.