Quedaron al día siguiente, ya fuera del trabajo, compartieron comida y cama, eran como dos volcanes en erupción cuya lava nunca se acababa, ambos querían más, siempre más. Ella, en un intento de autoprotección, le dijo: "esto es sólo sexo, no pienses que hay más, nunca será más" y él le daba la razón: "claro, ¿qué otra cosa iba a ser?", pero un día, los sentimientos empezaron a aflorar y, sin ni siquiera darse cuenta, ella le dijo cariño y mi amor mientras él la acariciaba.
Cuando se concienció de lo que acababa de decirle, automáticamente sintió miedo, casi pánico, primero porque no tuvo más remedio que confesarse a sí misma que lo amaba, segundo porque temía la reacción de él, sabía que sentía algo por ella, eso era evidente, pero sabía también de sus circunstancias personales y temía que se acabara todo ahí, porque eso era lo lógico y lo razonable, haber dado por zanjada su locura en ese momento.
Con lágrimas en los ojos le dijo: "lo siento, enamorarme de ti no entraba en mis planes, entenderé que esto se acabe aquí y ahora" pero él, tímidamente, empezó a reconocer que la quería, que sentía por ella algo nuevo y extraño que jamás sintió por nadie y, poco a poco, empezó a abrirse a esas nuevas sensaciones y a disfrutarlas, a confiar en sus sentimientos y a saberse capaz de amar y ser feliz, pero duró poco, sólo unos días porque apareció la voz de su conciencia y les dijo a ambos que no, que lo suyo no podía ser, que no tenían derecho a ese amor porque, amándose, podían dañar mucho a otras personas y días después, cuando él la llamó y le dijo "tenemos que hablar", ella le preguntó directamente: "lo tenemos que dejar, ¿verdad?" y él le respondió con un escueto sí y tuvo que colgar porque no podía seguir hablando.
Fue un viernes, ella pasó el fin de semana llorando, con una sensación de pérdida irreparable, como si le hubieran arrancado un trocito de sí misma, inventando como excusa unos dolores inexistentes para justificarse ante las preguntas de su marido. Porque ella está casada y él también, ella no tiene hijos, él tiene dos, el mayor con sólo 15 años y ambos convinieron que los hijos no pueden ser los daños colaterales de su amor, ellos no pidieron nacer.
El domingo por la noche ella abrió el correo para empezar a preparar la semana de trabajo y se encontró con uno de él, muy escueto, con sólo cuatro frases, los títulos de dos canciones:
"Te conozco" y "¿Por qué es tan cruel el amor?" y ¿podemos hablar de lo que dicen las canciones? y un "te quiero". Le contestó con sólo dos líneas: un escueto "sí" y un "te quiero" y le escribió esto a Dios:
Perdona Dios, por mi exigencia,
perdona Dios, por mi impaciencia
perdona Dios, por increparte
perdona Dios, por no entenderte
perdona Dios, por no acatarte
perdona Dios, por no asumirlo
tráemelo Dios, para besarle
tráemelo Dios, para quererle
tráemelo Dios, para decirle que le amo
perdóname Dios, pero le amo
entiéndeme Dios, él es mi vida
le quiero, Dios, es que le quiero
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13 comentarios:
Muy bonita historia Maria ,con un fondo triste de resignaciòn por tener que renunciar a algo tan bello como es el amor,por no dañar a terceros.
Maldita conciencia que nos habla oido , nos despierta de los sueños nos atrapa , nos enreda nos prohibe ,nos enfrenta al reto de...¿hago que que quiero o lo que debo ?¿ y que es lo que debo? renunciar a ser feliz para que otros lo sean ? .
Bueno , bueno que me enredo ajaj
Lo dicho, que fuera de reflexiones , muy bonita historia para leer.
Un beso
wpaa.
Hermoso María.
Hermoso y real como la vida misma, la verdad es que creo que todos o la gran mayoría nos hemos enamorado de un imposible y claro que no está en los planes, pero, el amor no pide permiso, solo se instala y ya, en fin...
Un besote. Scarlet2807
Jolines
Yo nací en otra época. Ojalá me pudiera dejar llevar por alguna de esas situaciones, pero nunca me enamoré de un imposible, así que, me resulta difícil imaginarlo.
María, jamía. Lo tuyo si es de escritora profesional, no se te vaya a subir el ego y nos dejes por una editorial eh!
Un beso
Coincido con May, impecable en todas tus facetas y con una gran imaginación.
Un beso
Vamos Mayte porque no querrá la editorial (querrá pagarme, digo, jajaja).
Seguro que ya te buscaste representante.
jajajaja
No, bruja mala, pero estoy en ello, jajaja ¿quieres ser tú?
Hermosa historia, felicidades por lo bien que escribes
enmatojado
Es tan real y tan triste, el eterno dilema entre lo que se debe hacer y lo que se quiere hacer, aquello del "imperativo categórico" que decía Kant.
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Creo que lo mejor es irnos todos al monasterio y montarnos una juerga con escoceses, pajarracos, cerdos, mayordomos y todo lo demás.
O ir de rebajas a un outlet de esos.
Coincido con Mayte en lo bien que escribes este género anovelado.
Me gustò mucho y me sorprendes con la imaginación que impregnas, en el marco de la historia.
Seguiré leyéndote, capítulo a capítulo, sé que guardas sorpresas importantes.
Gracias, siempre.
María como siempre un trabajo impecable, que te puedo decir que no te hayan dicho las compañeras, a mi personaalmente me encanta la historia entodo, la trama y como esta escrita,pero viniendo de tí es normal, para mí eres una profesional, de las letras, jaja te aseguro que he leido novelas que no estan a la altura,
Bueno ya no me enroyo más,
que me encanta, te quiero guapa
Un besazo
¿Acaso, pues, llegó a ser muerte para mí lo que es bueno? ¡Jamás suceda eso! Porque lo que obro no lo sé. Porque lo que deseo, esto no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago. Sin embargo, si lo que no deseo es lo que hago, convengo en que la Ley es excelente. Mas ahora el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que reside en mí. Porque sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora; porque la facultad de desear está presente conmigo, pero la facultad de obrar lo que es excelente no está [presente]. Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. Ahora, pues, si lo que no deseo es lo que hago, el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí.
Hallo, pues, esta ley en el caso mío: que cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo, pero contemplo en mis miembros otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Hombre desdichado que soy! ¿Quién me librará del cuerpo que está padeciendo esta muerte…..menuda lucha tenia el apóstol Pablo María. Lo reconozco ,me has enganchado con esta historia….. un beso
Escribes muy bonito Maria...de verdad eres deliciosa
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