“Estos son los enviados. Hemos preferido a unos más que a otros.” (Sura 2, versículo 253 (Coran))
Me apetecía a mi vuelta volver a retomar la historia de las religiones y su origen y siempre por supuesto desde el respeto y la tolerancia. Como estamos en la época del Ramadán, viene bien tocar este tema.
Más de ochocientos millones de seguidores del Islam consideran que Adán, Noé, Abrahán, Moisés, David y Jesús personajes judeo-cristianos son importantes profetas de Dios, aunque creen que por encima de todos los demás enviados ha sido ensalzado un séptimo profeta: Mahoma.
El nombre “Islam” es significativo, pues significa sumisión o entrega a la ley y voluntad de Alá. A las personas que siguen esta vía de sumisión o entrega se les denomina “musulmanes.
Mahoma, el fundador del Islam, fue hijo de Abd Alá, y nació en La Meca (Arabia Saudí) alrededor del año 570 E.C. Se sentía descontento con las creencias y los rituales politeístas locales, y tampoco sentía afinidad alguna por el judaísmo o el cristianismo
Mahoma dio un sabor árabe a los ritos. La Meca y su santuario sagrado, la Kaaba, reemplazaron a Jerusalén y su templo; el viernes llegó a ser el día de oración comunal en lugar del sábado para los judíos y el domingo para los cristianos, y en vez de Moisés o Jesús, los musulmanes pasaron a considerar a Mahoma como el principal profeta de Dios.
Cuando tenía alrededor de cuarenta años, Mahoma declaró que se le había llamado para ser el mensajero de Dios. Al principio compartió sus creencias con sus parientes y amigos, de modo que poco a poco se formó un grupo de seguidores, aunque el verdadero comienzo de la era islámica fue en el año 622 E.C., cuando huyó de La Meca a Medina, acontecimiento que recibe el nombre de “hégira”, palabra de origen árabe que significa “emigración”. Por esa razón el calendario musulmán se fija a partir del año de la hégira.
El Islam es una forma de vida, pues abarca el Estado, sus leyes, sus instituciones sociales y su cultura, de modo que no es solo una religión.
En realidad, menos de un siglo después de la muerte de Mahoma, el imperio árabe se extendía desde la India, a través del norte de África y hasta España, un territorio mayor que el del imperio romano en su momento de máxima expansión. Este imperio ayudó a transmitir inventos que enriquecieron la civilización occidental y también hizo sobresalientes aportaciones en los campos de las leyes, las matemáticas, la astronomía, la historia, la literatura, la geografía, la filosofía, la arquitectura, la medicina, la música y las ciencias sociales.
No era nada nuevo tratar de mantener unido por medio de la religión un vasto imperio, pero “los musulmanes estaban convencidos de que en el Corán poseían la declaración final e indiscutible de la verdad.
Así que esta religión, que creó un sentido de hermandad y ofreció una manera comparativamente fácil de acercarse a Dios, en realidad contribuyó a la caída del mismo imperio que en su día había ayudado a crear. Su desaparición fue igual de rápida que su subida. El imperio estaba muerto, pero su religión siguió viviendo.
La verdadera sumisión incluye obedecer a Dios, sus leyes y sus representantes. Mahoma consiguió unir a las tribus árabes, y fundó una comunidad islámica (umma) centrada en su persona y en el Coran. Era un estado religioso en el que la sumisión los ayudó a estar unidos en un vínculo fraternal bajo un jefe. El Islam permitía el uso de la espada para luchar contra los enemigos de las tribus árabes, y esta espada cooperó en la expansión de su imperio y su religión. Pero a la muerte de Mahoma surgieron violentas diferencias, principalmente políticas, provocadas por la cuestión de escoger un califa, un jefe. Aquello llevó a que muchos desenvainaran su espada para luchar contra sus hermanos. La mezcla de la religión con la política hizo que la comunidad se dividiese. La “sumisión” no pudo unir a la gente bajo un jefe.
Según la tradición, el propio Mahoma profetizó que sus fieles se dividirían en 72 sectas heréticas del Islam, pero en la actualidad algunas autoridades hablan de varios centenares.
Las dos mayores divisiones son la de los chiítas y la de los sunnitas, las cuales cuentan, a su vez, con muchas subdivisiones. De cada cien musulmanes, unos ochenta y tres son sunnitas mientras que alrededor de quince son chiítas. El resto pertenece a diversos grupos sectarios, como los drusos, los musulmanes negros y los abangans de Indonesia, que mezclan el Islam con el budismo, el hinduismo y las religiones locales.
Un aspecto de la minoría chiita es su creencia en que la religión y el Coran tienen significados esotéricos u ocultos, aunque esta secta surgió realmente por la cuestión de la sucesión. Los chiitas (palabra que significa “partidarios” y que hace referencia a “los partidarios de Alí”) se adherían a una doctrina llamada legitimismo, y afirmaban que el derecho a gobernar estaba restringido al primo y yerno de Mahoma, Alí, y a sus descendientes.
Todos los años los musulmanes chiítas conmemoran el martirio de Ḥusayn, nieto de Mahoma.
Los cinco pilares del islam requieren que los musulmanes repitan al menos una vez en la vida la profesión de fe, conocida como la shahada: “No hay más Dios que Alá, y Mahoma es su Profeta”.
Que oren cinco veces al día; que paguen el zakat, impuesto obligatorio que en la actualidad se recauda de manera voluntaria; que durante el noveno mes del ramadán observen un ayuno riguroso desde el amanecer hasta la puesta de sol, y que, por lo menos una vez en la vida, vayan en hadj (peregrinación) a La Meca, si sus recursos económicos se lo permiten.
La secta de los kharijitas, aunque no los musulmanes en general, ven la “Jihad” (“guerra santa” o “lucha santa”) como un sexto pilar. Su propósito, no es la conversión de las personas al Islam, sino conseguir el control político de los asuntos colectivos de las sociedades a fin de llevarlos según los principios del Islam”. Según ellos El Coram permite dicha “guerra santa” con las palabras: “No matéis a nadie que Dios haya prohibido, sino con justo motivo”. (Sura 17:33.)
Esta es mi reflexión: ¿Qué se puede decir de los cientos de religiones de hoy día? Son muchas las cosas que se hacen en el nombre de Dios y que no tienen su aprobación. Durante las guerras mundiales de nuestros tiempos, de las cuales son sobrevivientes millones de personas que siguen vivas hoy, las religiones de los dos lados en contienda estimularon a la gente a matar. “Maten alemanes... sí, mátenlos,” dijo el obispo de Londres. Y, al otro lado, el arzobispo de Colonia dijo a los alemanes: “Les ordenamos, en el nombre de Dios, que luchen hasta la última gota de sangre por el honor y la gloria de la patria.”
De modo que católicos mataron a católicos con la aprobación de sus líderes religiosos, y los protestantes hicieron lo mismo.
Debido a los crímenes que los miembros de muchas diferentes religiones han cometido en el nombre de Dios durante toda la historia, hoy millones de personas se han apartado de Dios. Culpan a Dios por las terribles guerras religiosas, como las que hubo entre católicos y musulmanes, llamadas las Cruzadas, las guerras entre musulmanes e hindúes y las guerras entre católicos y protestantes. Señalan al asesinato de judíos en el nombre de Cristo, y a las crueles inquisiciones católicas. Sin embargo, aunque los líderes religiosos que fueron responsables de aquellos horribles crímenes afirmaban que Dios era su Padre, ¿no eran acaso tan hijos del Diablo como lo fueron los fariseos a quienes Jesús condenó?
9 comentarios:
Yo creo que en el nombre de Dios se han cometido las mayores atrocidades, como durante la inquisición, por ejemplo. Pero también creo que Dios es amor y que hay que entenderse directamente con él.
Has hecho, desde mi punto de vista, un buen resumen histórico.
Besos
Mi querido guadaespalda, que bueno es leerte nuevamente , dandonos éstos bañitos de cultura, que yo agradezco tanto...
Claro que se han cometido crimenes horribles en nombre de Dios, le den el nombre que le den..
No olvidemos la inquisición, los atentados a las torres gemelas, al metro de Madrid, las que hay casi a diario en el Medio oriente, en fin...
El hombre tiene una capacidad de odio, que realmente asombra.
Y obviamente Dios no tiene la culpa.
Dos besos, y me alegro mucho de tu retorno, te extrañé.
Scarlet2807
Ah y que se me ha olvidado, estaría bien que, ya que has empezado con historia de las religiones, siguieras con otras (ya estoy dando trabajo, jajaja).
Es bueno volver a leerte, siempre con aportes tan interesantes. Cariños Lìa.
Siempre me resulta interesante leerte.
Un saludo afectuoso
Buena exposición, excelente síntesis, de tan traído y llevado tema.
Creer en un ser superior, adorarle, con perseverancia y compromiso personal, independientemente de sus " normas",resultan ser al final, con parecidas bases.
Me gusta leerte y mucho.
Gracias, siempre. Un abrazo.
Muy buena descripción, es un placer leer tus escritos, siempre aprendemos cosas interesantes.
En el nombre de DIOS se siguen haciendo verdaderas atrocidades, pero no se tiene que olvidar de que son los hombres quienes mandan ejecutarlas.
Como siempre muy bueno tu articulo, un beset
Eres bueno con todo lo que escribes. Este tema lo has tocado con mucho tacto.
Un abrazo amigo
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