Hoy, una vez más desde hace dos
semanas, he tenido estas fotos en las manos para tratar de
restaurarlas y hacer un transfer y plasmarlas en una cajita de madera
y, como de costumbre, no he sido capaz porque se me empañan los ojos
con las lágrimas y no soy capaz de seguir.
Mi madre ha estado meses sin parar de
tocar esas fotos, todo el día con ellas, sin parar, quizás porque
son de mi padre y de ella y son de la época en que se conocieron y,
aunque sus recuerdos se han borrado y no sabe ni quienes somos, a
veces, sólo a veces, recuerda algo del pasado y sonríe.
Y yo, para inmortalizar las fotos y que
pudiera estar todo el día tocándolas
sin romperlas, tuve la idea
del transfer en la cajita de madera y fui, y la compré, y no tuve
tiempo de hacerla porque ella me ocupaba cada minuto y ahora que,
desgraciadamente, tengo un poco de tiempo libre porque ya no es capaz
de levantarse de la cama, porque se está apagando poco a poco,
porque tengo que darle comida y agua con jeringuillas porque es
incapaz de masticar, porque es como un bebé grande pero sé que, a
diferencia de un bebé, su cuenta es hacia atrás y no va a aprender
a hablar, ni a andar, ni a nada; ahora soy yo la que no puede, la
que, a poco que me descuide, voy a terminar de romper las fotos con
las lágrimas que me caen sobre ellas cada vez que las toco, cada vez
que las miro.
Y las dejo, las vuelvo a guardar dentro
de la cajita y me voy a su habitación a verla, a volver a darle agua
con la jeringuilla y, a veces, a asustarme porque tiene una
respiración rara o porque le ha bajado mucho la tensión y,
automáticamente, a llamar a emergencias y a esperar a que vengan a
decirme lo mismo de siempre: que me haga a la idea de su edad, de sus
condiciones, de que se está apagando. Pero no me la hago, por más
que lo intente, no me la hago, yo tan sólo soy capaz de decir "maldito Alzheimer".