Hombres o monos. ¿Qué somos?

Por fin he descubierto, a mis años, que los humanos tenemos un problema de identidad. Durante siglos hemos pensado que los humanos tenemos aspecto humano porque actuamos como humanos, pero desde el siglo XIX hemos descubierto que, para nuestro asombro, ya no hay acuerdo en la definición de la condición humana.

Lo cierto es que los humanos abundamos en rasgos singulares que no encajan en el patrón animal, como son el amor, la conciencia, la moralidad, la espiritualidad, la justicia, la misericordia, el humor, la creatividad, la percepción del tiempo, el conocimiento de sí mismos, la sensibilidad, el interés en el porvenir, la capacidad de acumular conocimiento durante generaciones y la esperanza de que la muerte no sea el final absoluto de la existencia.

Os quiero hablar de la psicología evolucionista. En un intento de demostrar que lo anterior que he citado tiene lógica evolucionista, quiero decir que, desde mi punto de vista, es una amalgama de evolución, psicología y ciencia social más ciencia ficción. Y yo me pregunto: ¿Ha arrojado luz la psicología evolucionista sobre el enigma de la naturaleza humana?. Intento explicaros lo que es esta teoría, pero reconozco que me cuesta mucho entenderlo.

Por eso veamos lo que dijo un destacado miembro de la psicología evolucionista, esperando no liarme. El evolucionista Robert Wrigh dijo: "La mente humana, como cualquier otro órgano, fue diseñada para transmitir los genes de una generación a la siguiente; los sentimientos y pensamientos que ella crea se comprenden mejor desde esta perspectiva.” En otras palabras, el único propósito de la vida, según lo he entendido yo es que, tal como lo dictan nuestros genes y lo refleja el funcionamiento de nuestra mente, es la reproducción. Cierto, hay que tener una mente muy fecunda para creerse esto.

Así todo queda más justificado, si mi hijo es un asesino en serie, es que yo he tenido que serlo en el pasado y se lo he trasmitido. De esta manera todo queda mas argumentado, pues nací con esos genes. También afirman otro dato que debemos tener en cuenta y sin reírnos ¿vale?, siguen afirmando que gran parte de la naturaleza humana se reduce a un despiadado egoísmo genético. El libro "The Moral Animal" asegura: “La selección natural ‘desea’ que los hombres tengan relaciones sexuales con infinidad de mujeres”. De acuerdo con esta concepción evolucionista, la inmoralidad femenina también se considera natural en determinadas circunstancias. Hasta el amor paterno se ve como una estrategia genética para asegurar la supervivencia de la prole. De este modo se acentúa la importancia del legado genético para garantizar la perpetuidad del género humano.

Algunos libros de superación personal siguen ahora la nueva ola de la psicología evolucionista. Uno de ellos dice que la naturaleza humana “no difiere mucho de la naturaleza chimpancesca, de la naturaleza goriliana o de la naturaleza mandriliana”. Y agrega: “En lo que se refiere a la evolución, lo que cuenta es la reproducción”. A si que ya sabéis, todos juntos al dale que te pego.

Bien, ya en serio: ¿por qué tenemos que complicarnos tanto la vida?, ¿Qué enseña el creador?. La Biblia enseña que Dios creó al hombre con un propósito más elevado que el de la mera procreación. Fuimos hechos a “imagen” de Dios, con la facultad de reflejar sus atributos, sobre todo el amor, la justicia, la sabiduría y el poder. Si a estos atributos añadimos los rasgos singulares indicados antes, queda claro por qué la Biblia coloca a los seres humanos en un nivel superior al de los animales.

En realidad, las Escrituras revelan que Dios no sólo creó a los seres humanos con el deseo de vivir para siempre, sino también con la capacidad para gozar de la realización de este deseo. ¿Pero importa lo que creemos?, ¡Claro que sí!, el mundo ha caído en la desmoralización, donde “el todo vale” se ha puesto de moda y eso es así por que la teoría evolucionista ha calado mucho en la mente de la mayoría de las personas, al enseñarles que no hay nada mas que lo que vemos, se ha instaurado la filosofía de los Epicúreos, donde su máxima era “comamos y bebamos pues mañana hemos de morir”.

Los resultados son obvios, al perderse la fe, predomina el fuerte sobre el débil, como un perro de caza, como un gran mastin para amedrenta y dominar a su presa.